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"La única forma de que continuase es que se incorporasen nuevas religiosas; es la única solución para no cerrar"

Una de las tradiciones más ligadas al convento de Santa Clara es la ofrenda de huevos ya que se considera que la donación garantizará el buen tiempo de la jornada. Es precisamente ahora en primavera y en general en los meses estivales, en los que se concentra el mayor número de bodas, cuando las entregas se multiplican.

Se trata de una tradición que hunde sus raíces en el siglo XVI. J. E. Gelabert la definió como una pequeña edad glaciar y "para hacer frente a esta nueva plaga, especialmente intensa en el último tercio del siglo", señala el historiador Xosé Fortes Bouzán, el gobierno del Concello recurrió habitualmente a la vía religiosa, al igual que sucedía ante otras catástrofes como las epidemias.

Ante fuertes inclemencias del tiempo los munícipes organizaban la procesión de la patrona de la villa, la Virgen de la O, desde San Bartolomé O Vello hasta Santa Clara. Se realizaba un novenario y para sufragarlo se entregaban ofrendas, fundamentalmente huevos.

"El traslado de la imagen al convento de las clarisas terminó convirtiendo en milagrero a propio convento y a sus monjas" detalla el historiador para explicar por qué se continúa ofrendando huevos al monasterio.

Las religiosas recibieron en 1993 el premio Ciudad de Pontevedra, con el que se reconocía el esfuerzo de la congregación por mantener el convento, especialmente las pinturas murales del templo.

"Gastan más en los arreglos del monasterio que en ellas mismas", constata Santiago Rei, "podrían vivir más cómodamente porque tienen algunos subsidios pero lo cierto es que ellas viven contentas en su pobreza, no desean otra cosa; y la única forma de que esta congregación continuase sería que se incorporasen nuevas religiosas, hoy es la única solución para no cerrar".

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