Mucho revuelo hay últimamente en la ciudad con el tema de los crematorios. Pero hasta ahora nadie se había parado a escuchar al principal afectado por todo este asunto de la incineración. Alguien para quien, cada año, se improvisa un crematorio en plena plaza de A Ferrería y su cadáver acaba reducido a cenizas. Ese es Ravachol y parece que, por la cuenta que le tiene, el loro irrumpió en el Entroido pontevedrés como un firme opositor de la incineración. Al menos eso es lo que se puede leer en uno de los grandes carteles que lucirá en el pecho este Carnaval.

¿Servirá su enérgica protesta para evitar que su colorida figura, de dos metros de alto y en la que se utilizaron más de veinte mil plumas, vuelva a ser pasto de las llamas en cuanto pierda la vida? Ravachol mucho se teme que no. Así que, al igual que el propio Entroido, el loro se presenta este año, además de pícaro, burlón e irreverente; un poco ambiguo y sobre todo muy irónico. Tanto está en contra de la incineración como se convierte en adalid de la misma, pero, eso sí no, en A Ferrería.

Puesto a ser incinerado, nada mejor que compartirlo con todos los pontevedreses no solo con los del centro. Así lo explicó María Pérez Simal, la portavoz de la Asociación Ricriativa de Xeve, en el acto de presentación del alma del Carnaval. "¿Por qué solo pueden gozar de las cenizas de Ravachol los vecinos de A Ferrería, los vecinos del centro histórico, los vecinos del centro de Pontevedra?", se preguntó. "¿Por qué en O Burgo, en Marcón, en Cerponzóns, en Xeve, en Pontesampaio o en A Parda no pueden tener el placer del aroma de la pluma quemada?", "¿Por qué en Mourente, Salcedo, en Berducido, en A Moreira, en Placeres o Estribela no gozan del olor del loro incinerado?". Pero Ravachol está aquí este año para reparar esta "gran injusticia" y para "reclamar que todos los pontevedreses, vivan donde vivan, puedan disfrutar de su incineración, y para esto lo mejor sería tener un crematorio ambulante, un camión crematorio que vaya incinerando a cada pontevedrés en su parroquia". "Ravachol quiere ser el primero, el inventor del Cremamóvil..., incineraciones a domicilio", explicó Simal.

Una garrafa -se supone que de combustible- y una gran caja de cerillas (con el anagrama y la marca de Sogama, adalid de la incineración en Galicia, aunque sea de basura) es todo cuando Ravachol necesita para su "Cremamóvil" que ya circula por Pontevedra para animar el Entroido de la ciudad.

Revoltoso, quizá por haber heredado su nombre, precisamente, de un anarquista francés que lideró una revuelta en 1892, fue un lunes de Carnaval el 27 de enero de 193 cuando los pontevedreses conocieron con pesar el fallecimiento del querido loro Ravachol. La botica del que fue su dueño, Perfecto Feijóo, volvió a cobrar vida ayer en la plaza de A Peregrina, esquina con la Oliva. Ravachol. volvió fiel a su estilo, exhortando a todos los pontevedreses a gozar del Entroido, a "olvidar las penas, el hambre del cuerpo y también la del alma", para llenar la ciudad de alegría, fiesta y diversión. Llegó feliz de "volver a encontrarse de nuevo entre las gentes que tanto amó". Un pueblo de Pontevedra que en 1913 le despidió en un sonado entierro, en medio de "un fuerte luto y la más grande de las penas". Desde entonces, Ravachol se resistió a desaparecer de la vida social de la capital del Lérez, y ahora vuelve cada año en Carnaval a visitar sus calles y plazas convertido ya en un símbolo de la ciudad.

Este año es, además, especial para él, dado que se cumplen treinta años de su regreso al Entroido pontevedrés. Ya está aquí Ravachol, ya está en Pontevedra el alma de su Carnaval.