Un jurado popular declaró ayer a un vecino de Pontevedra, R. R. C., culpable de un delito de allanamiento de morada por entrar en el domicilio de su exmujer cuando ya se habían separado y ella se encontraba en cama con su nueva pareja. Para entrar en la vivienda utilizó una copia de las llaves de la casa que estaban en poder de uno de los hijos que la pareja tiene en común y sin consentimiento de la mujer.

Tras el veredicto del jurado, el magistrado presidente de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra deberá ahora dictar una sentencia condenatoria que se mueve entre los dos años de prisión que pide la acusación particular así como la Fiscalía y los seis meses de pena mínima que solicita la defensa del acusado.

La fiscal que ejerció la acusación pública se mostró contundente con el procesado tras conocer el veredicto que alcanzó el jurado por unanimidad. Solicitó esta pena máxima de dos años ante la "gravedad de los hechos" que no se limitan a este episodio en concreto, sino que explicó al tribunal los "quebrantamientos constantes" del acusado con respecto a las órdenes de alejamiento dictada por el juzgado, el último hace apenas dos semanas cuando, según dijo, volvió a ser detenido. La fiscal explica que el acusado demostró con estas actuaciones "un nulo propósito correccional" por lo que se mostró contraria a que pueda obtener una suspensión de la condena. Aseguró que "visto que el alejamiento no lo ha conseguido", considera que "la última medida que queda para garantizar la paz y tranquilidad" de la víctima "es el ingreso en prisión" del acusado. Asimismo, solicita que se le imponga una orden de alejamiento con respecto a la víctima por un periodo de cinco años. La acusación particular se sumó a esta petición.

Por su parte la defensa solicita que se le imponga la pena mínima de seis meses y la suspensión de la pena al no tener antecedentes penales. Resalta que ninguna de los quebrantamientos a los que se refiere la Fiscalía cuenta con sentencia firme.

La fiscal explicó en el juicio, y así lo corroboró la víctima, que el hombre la sometía a un "acoso constante". Asegura que la vigilaba cada vez que salía a la calle "escondido detrás de los árboles o de los coches". "Creo que no hubo ni una sola vez que no me lo encontrase sacándome fotos", explicó. "Yo solo quiero que me deje en paz", relató ayer la mujer en el juicio.

Los hechos por los que fue condenado se remontan a la noche del sábado 9 de marzo de 2013. La víctima se encontraba en el dormitorio con su nueva pareja cuando asegura que sintió algo, encendió la luz y se encontró con su expareja en el dormitorio de tal forma que lo tuvo que echar de casa a empujones. Asegura que él le dirigió frases como "no lo voy a consentir, eres mía".

Él reconoce que acudió al domicilio pero dice que lo hizo pensando que ella no estaba y para coger ropa para sus hijos que ese fin de semana estaban a su cargo. Dice que tenía el consentimiento de ella para entrar, algo que la mujer niega. El afirma que no llegó a entrar en el dormitorio (el jurado calificó este hecho como no probado, aunque sí que entró en casa sin su consentimiento) y que abandonó el domicilio en cuanto ella se lo solicitó. Relató que la mujer, nada más verlo, le dijo "esto no te lo perdono hijo de puta, te voy a meter en la cárcel". También reconoce que entregó a los policías una copia de las llaves de la casa de su expareja por voluntad propia.