"Mi máxima aspiración es que la obra pase a formar parte de los libros de culto del pontevedresismo"
"La experiencia es muy reconfortante, las crónicas han tenido una recepción que nunca podía pensar"

Rafael López Torre. // Rafa Vázquez
S.R. | PONTEVEDRA
"Si tuviese que quedarme con alguna crónica", indica Rafael López Torre a propósito del libro que hoy presenta, "sería con las culturales, todo lo del cineclub de Lazcano, el Savoy, el Ateneo de Torrente, las setas de Odriozola, todo lo que además conocí y viví de primera mano".
-¿Y alguna que no ha escrito?
-Solo una que me hubiera encantado escribir y no pude, solo una y sería una crónica dedicada a Adolfo Suárez cuando murió, yo he sido siempre muy ratón de hemeroteca, porque además de gustarme me sirvió profesionalmente, gané dinero teniendo mi propio archivo y vendiendo por libre reportajes. El reportaje mejor pagado de mi vida fue uno dedicado a Adolfo Suárez, creo que el título que le pusieron fue "Las notas de Adolfo Súarez" y se refería a sus notas de Bachillerato y Derecho. En aquella época estaba muy cuestionado, hasta se dudaba de si realmente era licenciado en Derecho, yo estaba pendiente de entrar en una revista y vendía reportajes por libre. Un amigo y yo nos fuimos a Ávila en busca de su historial académico, hablamos con sus profesores etc y después a la Universidad de Salamanca... Escribí el reportaje y lo ofrecimos a Interviú, que nos daba 25.000 pesetas (yo como redactor jefe ganaba 50.000 al mes) y le dije que por ese precio no. Una semana después coincidí en Colpisa con el director de Gaceta Ilustrada y le pedí 100.000 pesetas por el reportaje, dos meses de sueldo. No tengo ese número y no pude contar eso, pero además cuando Suárez vino a Pontevedra hicieron una cena de campaña y conseguí que me sentaran enfrente; aproveché para hablar toda la cena con él y le conté la anécdota: "Así que fuiste tu, pues me alegro mucho de que te lo hayan pagado tan bien", me dijo (risas).
-El "pontevedresismo" es el eje central del libro
-Está en la tradición de lo que yo llamo los libros de culto del pontevedresismo, mi máxima aspiración es que este libro pase a formar parte de esos libros de culto del pontevedresismo, esos que hemos leído todos los que nos gusta este tema, Pontevedra de aquella, Estampas pontevedresas, Pontevedra en el espejo del tiempo, De mi viejo carnet etc, va en esa línea.
-¿Reúne crónicas ya publicadas?
-No se circunscribe a eso, todas las crónicas han sido revisadas y, sobre todo, ampliadas, todo lo que me quedó en el tintero, porque en la página del periódico no cabe todo, volví sobre ello, repasé la documentación anterior y reescribí las crónicas, todas, para ampliarlas. Además como la mayoría son de las más antiguas en el tiempo en el periódico siempre las publicamos con un dibujo y ahora van con una foto, por lo que fue necesario hacer una selección de imágenes antiguas para identificarlas.
-¿Qué balance hace de esta vuelta al periodismo tras 14 años sin publicar?
-Yo escribí lo que a mi me gustaría leer, si otro escribiese esto yo lo leería todos los domingos, pues me encuentro con que me empiezan a parar por la calle, a llamar por teléfono, a volver loca a la centralita del FARO con mi teléfono y, no exagero, al cabo de cuatro meses un lunes cojo mi agenda y me encuentro con que tengo cuatro días para atender a personas que no conozco porque me lo piden por las crónicas del periódico; perdí toda la semana, cuando tengo que trabajar en otras cosas, me dije que tenía que organizarme (risas) porque no estoy aquí para atender a fans. Y con eso quiero decir que la experiencia ha sido muy reconfortante, han tenido una recepción que nunca podía pensar, eso de "te leo todos los domingos", "lo primero que hago cuando compro el FARO el domingo es ver lo que tu escribes". Y luego hay otra cosa que me satisface que es que la mayoría de los lectores aluden a un aspecto, y es que hay personas que me dicen "no estoy de acuerdo con lo que dices pero tengo que reconocerte una cosa, la documentación", la base documental de todas las crónicas llama mucho la atención, hasta el punto que la gente me dice pero tú como sabes tantas cosas de Pontevedra. Y a nivel de familias me cuentan "tu sabes más de nuestra familia que yo", porque tal vez sus abuelos nunca le contaron nada de cómo era Pontevedra en su época, y de repente la gente se encuentra citado a su abuelo y tengo llamadas de madres, de hijos en nombre de su familia etc. Y luego está internet, además de comprar el periódico te leen en la red y me han llegado a mandar correos de Nueva York y de Venezuela, hijos de personajes que se citan, eso para mi también es un fenómeno nuevo, no sabía que iba a tener ese tipo de reacción tan inmediata.
-Cuenta en la introducción que algún colega se temía que no tendría temas para muchas crónicas...
-Me lo soltó un día un colega en plan cariñoso: "De momento llevas ocho o diez crónicas, ya veremos cuando llegues a 50 qué haces" y en el libro le digo (risas) que llevo ya 200 y tengo otras 200 en preparación, o sea que por ahí no me va a pillar.
-¿Le molesta que le consideren un investigador?
-Siempre me he considerado un periodista, eso de que ahora digan "el investigador López Torre" me molesta mucho, investigadores somos todos, pero ¿por qué este trabajo no es el de un periodista? En esa línea lo que reivindico es el rigor y la documentación, que no tienen por qué ser características del cliché de un historiador, ¿Y por qué no del periodista? Porque yo lo aprendí desde pequeño, eso es algo muy característico de un periodista que se precie, a eso no puedes renunciar nunca, lo que sucede es que yo ahora tengo un tiempo que tú no tienes para hacer un trabajo y como cuando hacía tu trabajo no tenía ese tiempo ahora lo estoy disfrutando y aportando, tan sencillo como eso. Los historiadores trabajan con documentos, pero ya he descubierto hace mucho tiempo que los documentos tampoco van a misa, me quedo con las dos o tres fuentes que manejan los periodistas en vez del único documento del historiador.
-¿Hay una crónica ideal?
-Para mi la crónica ideal es en la que cuentas algo del pasado, de hace más de 50 años, que tiene alguna relación directa con el presente, muy relacionada con el presente, un tema poco conocido o incluso olvidado por las generaciones más jóvenes, y en la que puedes combinar esa documentación histórica con el testimonio personal de alguien que ha vivido eso, cuando consigo ambas cosas en un todo del ayer proyectado a hoy lo considero la esencia de la crónica. Otra cosa que tienen y eso es porque yo en mi lenguaje particular digo que voy a por nota (porque yo a veces me he sentido perdido sobre qué crónicas gustan más) es la fecha de publicación: no publico este domingo algo que ocurrió en verano o Navidades, sino que publico lo que ocurrió hoy hace 50 años o cien o 70 y lo que ocurrió en agosto lo cuento en agosto.
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