"Como concejala de Seguridad Cidadá, además de Fiestas, si con Ravachol funciona, nos podremos ahorrar el coche que aún no llegó". Con estas palabras, la edil Carmen Da Silva saludaba la iniciativa de la "Ricriativa de Xeve" de convertir al emblemático loro en el "azote" de los malos conductores y un "Gran Hermano" del aparcamiento indiscriminado. Ataviado con dos focos y una señal de tráfico, a modo de coche patrulla de la Policía Local, Ravachol llegó a la plaza de la peregrina, al lado de la botica de Don Perfecto, desafiando a la lluvia. Desde hoy y hasta el domingo, será el rey del carnaval pontevedrés, que por el momento apenas ha podido desarrollarse en la calle, esa calle que está dispuesto a vigilar a toda costa.

Con una altura de 3.40 metros y más de 20.000 plumas de colores, su llegada estuvo marcada más que nunca por el aire "pícaro, burlón e irreverente, alegre pero crítico y, sobre todo feliz" por regresar a Pontevedra, según reza el pregón con el que se presentó ayer. Después de defender el pasado año a las víctimas de las participaciones preferentes, en esta ocasión su parodia va dirigida de forma directa hacia el gobierno local, que asume con estoicismo la crítica al "multamóvil". "Sin humor, el entroido no sería lo que es", explicaba Da Silva, que destacó el "tema local" que en esta ocasión aborda Ravachol". Y humor es lo que debe desplegar el Concello para encajar las "pullas" que el loro lanza contra las "virtudes" del "ollomóvil", un vehículo cuya llegada se anuncia desde enero, pero que no acaba de hacerlo. Quizás aguarda a conocer el veredicto carnavalero, que no es nada positivo: "En este entroido, Ravachol llega dispuesto a ayudar al Concello a luchar contra la crisis, a llenar de dinero las arcas vacías de la tesorería local, a recaudar fondos para hacer más puentes y peatonalizar más calles, para que nuestro alcalde pueda ir de viaje a recoger más y más premios".

"Ravachol es el ollomóvil, el Gran Hermano que viene a vigilar la doble y la triple fila tan común en el centro de la ciudad; a solucionar el grave problema del aparcamiento y de la circulación; a descongestionar la problemática calle Echegaray y el caótico puente de A Barca. Viene el ollomóvil a recorrer el rural en la búsqueda de chimpines mal aparcados, de carros molestos y de colapsos en la puerta de los furanchos; viene a hacernos a todos más buenos y obedientes y, sobre todo, algo más pobres en este tiempo de tanta abundancia". Y el grito de bienvenida a Ravachol, es toda una declaración de intenciones: "Ya está aquí... el ollomóvil, ya llegó Ravachol".