Pasarón se eterniza a medio acabar pese a siete años de obras y 16 millones de gasto

El estadio y su entorno muestran un aspecto de provisionalidad que choca con una inversión que se duplicó - Suciedad, abandono y trabajos pendientes reinan en el recinto

M. QUINTAS/F. SÁNCHEZ | PONTEVEDRA

Pasarón y su entorno se han quedado a medio terminar. Ni más de siete años de obras ni una inversión que oficialmente ha duplicado el precio de contratación son suficientes para rematar un proyecto llamado a regenerar urbanísticamente el entorno y a dotar a Pontevedra de unas instalaciones deportivas de referencia. Lo peor es que esa finalización de los trabajos casi ha desparecido de la agenda política. De hecho, el Concello con su decisión de convertir en aparcamiento el que iba a ser el jardín de entrada, da la puntilla a una actuación que, tras su adjudicación por parte de la Diputación, acumula ya una larga lista de variaciones con respecto a la idea inicial que se anunció a la ciudadanía.

Las dos administraciones rubricaron a mediados de la pasada década el convenio (la Xunta también participó mediante la redacción del proyecto y otras aportaciones económicas menores) que permitiría renovar unas instalaciones municipales que se encontraban en un precario estado. Pero entre las condiciones de firma del acuerdo y la realidad actual hay unas cuantas diferencias. Al margen de que los 7,2 millones de euros de la adjudicación de la reforma a la empresa Oreco se convirtieron en casi 16 y de que todo tendría que estar listo en 2010, lo cierto es que partes del proyecto siguen sin completarse.

Uno de los elementos singulares de la actuación se quedó por el camino a pesar de esa inyección de dinero público. Las vanguardistas torretas de luces (iban a quedar suspendidas sobre el campo partiendo desde cada una de las esquinas) se quedaron en el papel. A cambio, las temporales se han convertido en perpetuas, provocando una iluminación que ha sido cuestionada en varias ocasiones. Algo que ha sucedido también con otros aspectos de este caro proyecto. Vallas, escombros, tuberías a la vista y un aspecto general de obra inacabada han resurgido pese a los intentos de maquillaje que pusieron en marcha las administraciones para el mediático partido entre España y Arabia Saudí en septiembre del año pasado. Por dentro, humedades, la falta de cartelería y espacios sin usos concretos aumentan la sensación de provisionalidad.

La pretensión de convertir Pasarón en uno de los símbolos arquitectónicos más visibles de la nueva Pontevedra ha quedado por ahora a la espera. El resultado no es el esperado ni el que se prometió públicamente. Y por lo menos esto no cambiará pronto. La zona verde que iba a presidir la entrada principal al campo, por la grada de tribuna, se pospone sin fecha pese a que para liberar esa lengua de terreno hubo que realizar expropiaciones de viviendas. Ahora el espacio está vallado, con maleza y montañas de arena de por medio. Próximamente se abrirá para que sean los coches de un aparcamiento público los que dominen ese espacio.

Este verano se cumplieron siete años desde que arrancó la reconstrucción, grada a grada, de Pasarón. Concello y Diputación, todo este tiempo después, parecen no estar demasiado satisfechos. De hecho, la administración local sigue sin recepcionar la obra pese a que el estadio es municipal y el desfase presupuestario ha centrado la polémica entre las dos instituciones que mayormente han sufragado el proyecto. Pero por ahora han dejado en un segundo plano la preocupación por ese aspecto de a medio hacer en el que ha quedado instalado el entorno del estadio. Todo tres años después de que la obra del graderío y del terreno de juego quedase completada.

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