El caballo salvaje está en vías de extinción en el monte Castrove. Así lo afirma el presidente de la asociación de criadores, José Vidal Barreiro. "Hace unos años éramos cincuenta y tantos socios, y ahora quedamos pocos más de 15. Y de las 300 cabezas de ganado que llegó a haber en el monte apenas quedan 100".

Varios factores motivan esta decadencia del caballo salvaje, o "garrano", pero para los ganaderos los principales son los conflictos con los dueños de las fincas agrícolas y las comunidades de montes, y un reciente decreto de la Xunta de Galicia, que obliga no solo a colocar el microchip al animal, sino también a censarlo en una parcela concreta.

En el caso del monte Castrove este último trámite pasa casi obligatoriamente por llegar a un acuerdo con alguna comunidad de montes, pero según José Vidal la mayoría de estas organizaciones son reacias, salvo la de Campañó (Pontevedra) que se ha convertido prácticamente en el último refugio del caballo salvaje en el Castrove.

José Vidal afirma que muchos criadores se han cansado de los problemas y de las exigencias burocráticas "y se están deshaciendo de los caballos". El presidente de la asociación sostiene que "esto es una afición sin ánimo de lucro, porque si echas cuentas, entre el tiempo que pierdes yendo al monte y el gasoil de los vehículos, al final casi pierdes dinero".

Por ello, Vidal está convencido de que la desaparición del caballo salvaje del Castrove es solo cuestión del tiempo si la Xunta de Galicia no varía el rumbo de su política. Y avisa de que la pérdida de este animal no solo afecta a quienes los crían, sino al conjunto de la sociedad. Porque los "garranos" son para él un símbolo cultural, al tiempo que juega un papel muy importante en la conservación del monte.

Una opinión con la que coinciden desde zoólogos como Felipe Bárcena, que este mismo mes defendió en el Club FARO la importancia natural del garrano, hasta entidades ecologistas como la Sociedade Galega de Historia Natural, que sostiene que la desaparición del caballo salvaje perjudicaría a otros, como el lobo o el conejo.

También las comunidades de montes consideran buenos los caballos, pero no con el sistema actual. El presidente de la agrupación de comunidades de montes del Castrove, Claudio Quintillán afirma que "se nota una reducción en el número de caballos, y es una lástima, puesto que el ganado tiene efectos beneficiosos: controla la maleza, lo que supone una buena prevención contra los incendios, abona el campo... Pero el modelo actual, en el que los caballos ocupan extensiones muy amplias de terreno sin delimitar no nos vale".

Hace tres años hubo conflictos entre los comuneros y los propietarios de los equinos, porque estos entraban en fincas repobladas o en huertas y causaron daños. La situación se enturbió de tal modo que la Xunta de Galicia se ofreció a poner paz actuando de árbitro y desarrollando un plan de ordenación de la sierra. Pero el tiempo fue pasando y esa promesa de la Consellería de Medio Rural nunca se hizo realidad.

Cansados de esperar, y para evitar nuevos conflictos, algunas comunidades de montes de las comarcas de O Salnés y Pontevedra decidieron prohibir la presencia de caballos en sus terrenos mientras no haya una regulación clara. "Los comuneros y los criadores de caballos estamos por la labor de llegar a acuerdos -afirma Claudio Quintillán-, pero ahora falta que el tercer protagonista, que es la administración, se vuelque de verdad en la búsqueda de una solución".

El presidente de los ganaderos, José Vidal coincide con este diagnóstico. "Esto tiende a desaparecer. Mientras quedemos dos o tres personas con caballos se mantendrá la tradición y procuraremos hacer los curros, pero ya no es igual. La situación solo podrá cambiar si la Xunta de Galicia actúa".