El litoral de Poio recupera un pequeño pedazo después de más de 15 años de espera. Los trabajos de demolición de la estructura construida en A Piolla se ponen en marcha y borrarán en un plazo de mes y medio este polémico episodio de feísmo. La Axencia de Protección da Legalidade Urbanística (APLU), dependiente de la Xunta, puso en marcha las tareas inmediatamente anteriores al derribo para, esta misma semana, dar paso a la maquinaria que irá desmontando este esqueleto de hormigón.

La aguardada actuación es un nuevo paso en el propósito del gobierno municipal de dar a la parcela el uso que se recoge en el PXOM del año 2000, el de zona verde. Un deseo que el alcalde, Luciano Sobral, reiteró ayer en un concurrido inicio de las tareas de demolición, al que también asistió el conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestuturas, Agustín Hernández, quien puntualizó que todo este proceso lo pagarán las arcas públicas a la espera de que Hacienda cobre, por vía ejecutiva, los 89.000 euros que cuesta al promotor del frustrado edificio. Además, detalló que los trabajos causarán afecciones "muy puntuales" al tráfico de la concurrida PO-308, asegurando que únicamente habría que realizan algún tipo de restricciones en aquellos momentos en los que entren y salgan camiones de transporte de escombros.

Las tareas, tal y como relató el conselleiro, se dividirán en varias fases. La primera de ellas es la relacionada con la preparación del terreno para que entren los vehículos y herramientas necesarias para llevar a cabo una actuación de tal envergadura. Será a partir de mañana, según los cálculos que comentaba ayer durante el acto de inicio, cuando se ponga en marcha la destrucción de la estructura. Algo que se hará con una máquina 'devoradora' de hormigón que va destruyendo poco a poco el edificio sin voladuras. "Una máquina hará la demolición y luego se trasladarán los escombros", indicaba Hernández, postergando por tanto para las últimas fases el traslado de los escombros y las consiguientes consecuencias para el tráfico de la PO-308.

El regidor incidió en las posibilidades que abre este derribo en lo que a recuperación de espacios que se destinarán al disfrute ciudadano. Esta parcela será destinada a un parque público para la parroquia de Raxó, configurando una espacio al borde del mar en un enclave en el que durante los últimos lustros ha permanecido. De todos modos, para que eso fuese posible, primero tendría que lograr la titularidad de la finca. "Este espacio está proyectado como zona verde y al Concello le gustaría hacerse con esta parcela para hacer un parque público", recordó el edil durante el comienzo de los trabajos.