De vuelta y media
La ensoñación del aeropuerto de A Lanzada

La ensoñación del aeropuerto de A Lanzada
POR RAFAEL L. TORRE
La ubicación de un aeropuerto internacional en A Lanzada no puede decirse que fuera el sueño de una noche de verano, porque el proyecto estuvo activo durante diez años. Tampoco puede afirmarse que respondiera a la ocurrencia de un loco, puesto que su principal impulsor fue nada menos que un ministro del Aire de Franco, el general Eduardo González Gallarza.
Esta ambiciosa idea contó en su tiempo con un entusiasta apoyo popular y con un notable respaldo político. Pero su despegue no pasó finalmente de la construcción de una pista de aterrizaje, que muchos años después se convirtió en un lugar de referencia para los ultraligeros aficionados. A rebufo del centenario del velódromo de Baltar y su aviador de referencia, el legendario Piñeiro, vale la pena recordar esta historia olvidada.
La primera noticia sobre la construcción de un aeropuerto en A Lanzada surgió en el verano del 1946, durante una visita conjunta de los ministros de Obras Públicas, José María Fernández Ladreda, y del Aire, Eduardo González Gallarza. Entonces simplemente se anunció el estudio de su viabilidad.
Un año y medio después, la Diputación Provincial aprobaba por unanimidad una moción presentada por el diputado pontevedrés, Casiano Peláez Merino, con el fin de impulsar el proyecto. La moción resaltaba las inmejorables condiciones del lugar elegido para su emplazamiento y recogía la propuesta de desviación de la carretera a O Grove para que su trazado sirviera de dique de contención durante las pleamares del agua del mar en la zona prevista para las pistas.
El presidente Picó Cañeque fue comisionado en aquella sesión plenaria para realizar en Madrid "las gestiones necesarias ante los altos poderes", y Peláez Merino recibió muchos parabienes por su iniciativa.
El 25 de junio de 1949 FARO situaba como noticia más importante de su portada la constitución de una comisión interministerial para abordar el proyecto del "gran aeropuerto transoceánico de La Lanzada". Tanto el presidente de la Diputación, Manuel Fontoira Peón, como el ingeniero director de Obras del Puerto de Pontevedra, Luís Ponce de León, y el alcalde capitalino, Remigio Hevia Marinas, se mostraban exultantes ante "los incalculables beneficios de carácter comercial, turístico y cultural", que redundaría en toda la provincia.
La elaboración del anteproyecto se encargó al coronel ingeniero aeronáutico, Francisco Iglesias Brage, jefe del Servicio de Obras del Sector Aéreo de Galicia, y al ingeniero de caminos Luís Ponce de León, director de la Junta de Obras del Puerto de Pontevedra. Ambos se pusieron al frente de una comisión técnica por designación de los dos ministerios implicados, y barajaron como lugar ideal la ensenada de O Bao.
El primer estudio realizado por el Ministerio del Aire contemplaba una superficie total de cinco millones de metros cuadrados para el establecimiento de dos pistas de aterrizaje de 2.500 y 1.800 metros cuadrados, respectivamente. Además se preveían otras pistas de maniobras y aparcamiento de aviones, hangares, talleres y otras dependencias, junto al edificio y la aduana para empleados y viajeros. La entrada aconsejada para el aterrizaje de los aviones era en dirección del mar hacia tierra.
El proyecto empezó a tomar forma a principios de 1952 con la construcción de la primera pista que, al fin y a la postre, iba a ser la única realización tangible de aquella gran ilusión. Entonces se barajó que antes de finalizar dicho año podría estar en condiciones para acoger algún aterrizaje. Pero su terminación no se produjo hasta 1954.
A partir de aquel año, con la pista ya lista para su uso, el proyecto se paralizó, aunque de forma no oficial, coincidiendo con la inauguración de Peinador en Vigo. Dos aeropuertos operativos en la provincia de Pontevedra hace sesenta años no parecía una cosa muy sensata ni viable.
La aviación comercial aún estaba despegando en España y la rentabilidad financiera de aquel aeropuerto se veía como una pura entelequia.
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