Un día indeterminado de 1984, el alcalde Rivas Fontán encargó a Alejandro de la Sota un proyecto de rehabilitación del Pabellón de los Deportes, que el arquitecto pontevedrés había concebido a mediados de los años sesenta por mediación del alcalde Filgueira Valverde. La intervención del autor en la reforma necesaria parecía más que obligada, porque se trataba de la obra más emblemática que había hecho en su ciudad natal, y porque De la Sota ya era un reconocido maestro, cuyos proyectos eran muy ponderados.