Ciento veinte años acaban de cumplirse del fallecimiento de Concepción Arenal quien vivió una temporada en Pontevedra entre 1889 y 1890. Luego se instaló en Vigo, donde murió tres años después. La reciente celebración del Día Internacional de la Mujer constituye una referencia excelente para reivindicar aquella estancia en esta ciudad, a menudo olvidada cuando no ninguneada.

Lamentablemente las biografías al uso de esta ferrolana, reconocida en todo el mundo como magna pensadora humanista y pionera del feminismo bien entendido, pasan por alto tal circunstancia. En su recorrido vital, de Gijón saltan a Vigo, obviando su paso por Pontevedra.

Concepción Arenal llegó a Pontevedra en el ocaso de su vida, cuando tenía casi setenta años y arrastraba una salud delicada. Pese a gozar de un gran prestigio social, carecía de fortuna y pasaba por muchas dificultades económicas. Por eso vivía con su hijo Fernando, ingeniero de caminos, canales y puertos, que adquirió un notable prestigio dentro del sistema portuario español como gran innovador y reconocido técnico.

El tiempo transcurrido desde el cese de Fernando García Arenal en Gijón hasta su acomodo en Vigo como director de la Junta de Obras del Puerto, se correspondió con el período que su madre pasó en una vivienda ubicada en el número 27 de la calle de la Oliva (hoy encima de Los Telares); entre seis y ocho meses, aproximadamente.

Como salía muy poco de casa a causa de sus achaques y también de sus amarguras por haber tenido que enterrar a su marido y a su otro hijo, pronto se organizó a su alrededor una de aquellas tertulias que fueron gala y perfume de la sociedad pontevedresa.

La tertulia de Concepción Arenal, no obstante, resultó bastante atípica. Allí primó especialmente la seriedad, el pesar y la aflicción que emanaban sus sufridas lecturas, según testimonió don Prudencio Landín en el primer tomo de De mi viejo carnet. Bien sabido es que la trayectoria de Concepción Arenal fue una lucha constante en favor de los desfavorecidos, especialmente de las mujeres encarceladas, fiel a su máxima: "odia al delito y compadécete del delincuente".

Con una periodicidad discontinua en torno a esta preclara escritora, se reunían las familias Riestra y Méndez Núñez; los abogados González Besada y Casto Sampedro; los poetas Heliodoro F. Gastañaduy y Renato Ulloa; los ingenieros Alejandro Cerdá y José Domínguez y el catedrático Ernesto Caballero. Habitualmente a última hora de la tarde, Concepción Arenal asombraba a sus contertulios con las experiencias vividas en su juventud para introducirse en los lugares reservados para hombres, o también con los detallados recuerdos de sus estancias en las prisiones de mujeres. A veces, leía viejos artículos suyos que centraban la tertulia.

En su cuarto de trabajo de aquella vivienda de la Oliva también escribió varios capítulos de El visitador del preso, obra preeminente publicada en 1894, un año después de su muerte. Esta circunstancia figura recogida en una bonita lápida recordatoria de su paso por aquella casa, que todavía hoy se conserva intacta sobre su fachada principal.

A una cariñosa y emotiva solicitud de Landín Tobío, quince años después del fallecimiento de Concepción Arenal, se debió la plaza que lleva su nombre en esta ciudad. El ilustre periodista recordó en un artículo la ingente cantidad de homenajes y reconocimientos que desde su muerte había recibido en todo el mundo "la mujer más grande del siglo XIX", según un libro publicado aquellos días en Argentina por Francisco Mañach.

Tras recordar que Coruña, Ferrol, Orense, Santiago y Vigo ya habían distinguido a la excelsa pensadora con estatuas, mausoleos y veladas literarias, señalaba con pesar en su propuesta que en Pontevedra solo la modesta Asociación Protectora del Obrero le había rendido su tributo de admiración.

"En Pontevedra --decía--, donde tanto hemos prodigado apellidos más o menos ilustres a calles y callejones, ¿no hay una plaza o una vía principal que pueda llevar el nombre luminoso de aquella gallega insigne, que a todos los rincones del planeta llevó el escudo de su patria envuelto en los nimbos de la caridad y de la ciencia?"

Su efecto fue inmediato, puesto que una semana después de aquel persuasivo interrogante, el alcalde accidental Manuel Ferreiros Batallán, hizo suya la propuesta y obtuvo el respaldo unánime de la corporación municipal. El 17 de marzo de 1908 el Ayuntamiento de Pontevedra acordó dar el nombre de Concepción Arenal a una plaza casi terminada entre el Puente de la Barca, la calle de los Herreros y el nuevo cuartel de San Fernando.

Desde entonces hasta hoy, pese al baile de nombres que han sufrido calles y plazas de esta ciudad a lo largo del siglo transcurrido, la denominación de Plaza de Concepción Arenal ha permanecido inalterada.

El legado de la pensadora que guarda el Museo Provincial

Los interesantes y nutridos fondos que el Museo Provincial guarda de Concepción Arenal en sus ricos archivos, aportan una nítida huella de su estancia y vinculación con Pontevedra.

Cartas, textos y manuscritos suyos, junto a varias obras artísticas que retratan su personalidad singular, configuran este legado de consulta obligada para estudiosos y especialistas del pensamiento de esta gallega que se adelantó a su tiempo.

Curiosamente el Museo de Pontevedra publicó en 1996 el último libro incorporado hasta el momento a la amplia bibliografía de Concepción Arenal. Se trata de un ensayo titulado Dios y libertad que escribió en 1865, el último año que ejerció como visitadora de cárceles de mujeres.

En síntesis la escritora planteaba en este trabajo con mucha contundencia la necesidad de que católicos y liberales dejaran a un lado su contienda política y se ocuparan más del bienestar de los seres humanos como principal objetivo. Igualmente propugnaba una apuesta por la igualdad a través de la libertad, y exigía un incremento de bienestar de forma equilibrada y armónica. Como estas tesis no obtuvieron entonces el eco que buscaban, Dios y libertad no se publicó en vida de Concepción Arenal.

Tras considerar su interés, el Museo acometió la edición de esa obra a partir del manuscrito original. La transcripción corrió a cargo de María Jesús Fortes Alen, y María José Lacalzada de Mateo hizo un estudio preliminar, así como una revisión del texto con sus notas correspondientes.

El Museo dispone entre sus fondos artísticos de una pintura y dos esculturas de Concepción Arenal. Un retrato al óleo sobre cartón y madera está rubricado por Eduardo Zamacois y Zabala en 1865, el mismo año en que escribió Dios y libertad. Isidoro Brocos Gómez es el autor de un busto en piedra y mármol, datado al año siguiente, 1866, cuando escribió un ensayo titulado Oda a la esclavitud que fue premiado por la Sociedad Abolicionista de Madrid. Y se guarda también una pequeña figura en barro que Isidoro Brocos Gómez firmó en 1896, es decir, tres años después de la muerte de la escritora, que fue donada al Museo Provincial por Fernando García-Arenal.