En el primer trimestre del año que viene Raxó dirá por fin adiós a un edificio que, durante los últimos 14 años, ha sido el protagonista del feismo urbanístico en la carretera que une Pontevedra y Sanxenxo. La Axencia de Protección da Legalidade Urbanística (APLU), dependiente de la Xunta de Galicia, será la encargada de redactar el proyecto de derribo del edificio de A Piolla, que estará rematado antes de finales de año y que costará 20.000 euros.

El jefe territorial de la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, José Luis Diez, indicó ayer que hasta que no se redacte este proyecto no se sabrá el coste total al que ascenderá el derribo de este "adefesio que debe desaparecer", indicó. El alcalde de Poio, Luciano Sobral, aprovechó ayer la ocasión para agradecer a la Xunta que se hiciese cargo de la demolición de este inmueble y reconoció que el Concello tendría "dificultades presupuestarias para acometer esta obra".

Y es que aunque el desmantelamiento debería realizarlo el mismo propietario, "la cuestión es que intentamos notificárselo, tanto el Concello como la Xunta, y no se da por notificado", indicaba Sobral. Por este motivo, el alcalde considera que ya que la Xunta se hará cargo del coste de la demolición "habría que intentar cobrársela al propietario con la propia parcela".

El Concello quiere así que una vez que el edificio sea demolido, la parcela cumpla el fin que se le otorgó en el PXOM del año 2000: zona verde. Sobral recuerda que en Raxó existen pocos espacios naturales para uso y disfrute de los vecinos, por lo que "este sería un estupendo espacio natural con vistas sobre la ría. Podría ser un parque dedicado a los vecinos".

Técnicos de la APLU realizaron ayer mediciones, tomaron datos y procedieron al levantamiento topográfico para realizar el proyecto de demolición. Además, con los técnicos municipales valoraron los servicios públicos que podrían verse afectados durante la demolición de la estructura, como el tráfico, posibles cortes de agua o de otros servicios que tengan que ejecutarse de modo puntual.

El edificio de A Piolla comenzó a construirse en el año 97 con licencia municipal, pero el constructor no se adecuó a la norma y la obra se paralizó. Tres años después el PXOM calificó el terreno como zona verde, sin dejar más opción que la demolición.