Campolongo perdía el Pazo de los Marqueses de Leis –y las pistas deportivas que se crearon en su entorno– al mismo tiempo que el barrio experimentaba su mayor desarrollo urbanístico, iniciada la década de los sesenta del siglo pasado. El palacete, que había pertenecido desde el siglo XVI a varias familias emblemáticas de Pontevedra, se convertiría en 1943, bajo la dictadura del general Franco, en la delegación del Frente de Juventudes. En su enorme finca se construyeron a finales de los años cuarenta unas de las mejores instalaciones deportivas de Galicia. Competía con las de Balaídos en Vigo y Riazor en A Coruña.

Comenzados los sesenta, con la actual urbanización de Campolongo en estado incipiente, el Pazo fue trasladado a Madrid, piedra a piedra, como pabellón de Pontevedra en la Feria del Campo, que se celebraría en la capital de España hasta inicios de los setenta. Desde entonces el Pazo, o lo que queda de él, ha pasado por varias fases y en los últimos años ha albergado un restaurante con el "enxebre" nombre de "A Casiña".

Pero el nombre del Pazo de Campolongo y su vinculación con el mundo del deporte no caerían en el olvido, porque sus pistas deportivas se había convertido ya a medidos del siglo XX en cuna de algunos de los mejores deportistas de la época.

Hermida

Atraídos por sus modernas pistas de pavimento de ceniza, o carbonilla –la que se extraía de la cercana estación de ferrocarril (se encontraba en la actual Plaza de Galicia)–, al Pazo llegaban los jóvenes deportistas que buscaban unas buenas instalaciones en las que entrenar, o simplemente un lugar donde jugar.

El primero en destacar entre aquel grupo de jóvenes deportistas sería Jesús Hermida, estudiante del colegio San Narciso de Marín, que en 1953 batiría el récord de España de 80 metros lisos en unos campeonatos escolares, lo que poco después le convertiría en velocista internacional. Dado que entonces el país apenas mantenía relaciones internacionales, Hermida solo tendría ocasión de acudir a una competición entre España y Francia. Pero al margen de otros éxitos en lo deportivo, Hermida enfocaría posteriormente su vida profesional al mundo del deporte, llegando a ser el primer secretario de Estado para el Deporte de la democracia, con el gobierno de Adolfo Suárez, o a presidir el Comité Olímpico Español, entre otros cargos oficiales.

Conocedor de las marcas logradas por Hermida y de las instalaciones en las que se entrenaba en Pontevedra, llegaría poco después José Luis Torrado –ahora conocido como "O Bruxo", por su actividad como naturópata–, que en su Lugo natal practicaba atletismo "sobre la muralla y con alpargatas de esparto, con suela de chapapote y arena para que duraran más", explica quien posteriormente llegaría a ser campeón de España de Atletismo (1956), entrenador y preparador físico de numerosos equipos, selecciones y deportistas olímpicos e internacionales. Estuvo en varias olimpiadas como fisioterapeuta.

"O Bruxo", que llegó a Pontevedra con 19 años, levantaría mucho después una clínica deportiva en el mismo suelo de Campolongo donde entrenaba en los años cincuenta, a orillas del río de Os Gafos (hoy cubierto con un paseo), del que extraía las primeras hierbas y la arcilla con la que Morales "el de las bicicletas", le enseñó entonces a curarse las lesiones y las heridas producidas por la práctica deportiva. "No teníamos medios y nos unía nuestro amor al deporte, nuestra vida era venir aquí a entrenar", explica Torrado. "Esto era algo muy grande, nosotros somos una mínima expresión de lo que fue aquello, pero tampoco éramos unos chaíñas", añade.

Al abrigo de la Gimnástica de Pontevedra, creada en 1927 y en la época de máximo esplendor del Pazo una de las mejores sociedades deportivas del país, se formaron otros deportistas, como el atleta José Ignacio Domínguez, procedente de Ourense y estudiante del instituto de Pontevedra, que si bien no obtendría títulos destacables en su trayectoria deportiva explica que "aquí muchos estábamos porque nos gustaba el deporte, porque teníamos ilusión y hacíamos amigos. No todo es ser campeón, sino contribuir, ayudar a los compañeros, porque apoyarles y aplaudirles también era importante".

Penedo

Por las pistas de Campolongo hacía también sus pinitos en el mundo deportivo, en este caso enfocando su trayectoria hacia la práctica del balonmano, el joven estudiante de la Academia Minerva José Luis Penedo, vecino de Campolongo, que con 19 años llegaría a jugar en la Primera División de Balonmano con el Teucro.

El recordado pugilista Maquieira se acercaría al Pazo de Campolongo "para practicar deporte en general", explica, hasta que en cierta ocasión pidió a sus amigos Pintos y Martínez que le enseñasen "a defenderme". Ese sería el inicio de una prolífica trayectoria como boxeador internacional, que se prolongaría durante diez años.

Maquieira comenzó a luchar muy joven y al poco tiempo ya vencía a sus preparadores, por lo que sus compañeros vieron en él a un prometedor púgil. Con solo 16 años llegaría, en 1956, a ser campeón gallego de boxeo.

Posteriormente acudiría convocado a competiciones nacionales y europeas, pero llegó a renunciar a algunas peleas porque "vi que los promotores se llevaban el dinero y yo los golpes", bromea al recordar aquellos duros años de los inicios del pugilismo español.

Como Maquieira, Penedo, Domínguez, Hermida y Torrado, otros muchos grandes atletas nacieron al deporte en las pistas del Pazo de Campolongo. "Aquí hay experiencia, años de dedicación y mucho cariño a esta zona", explica José Luis Torrado al recordar lo que la Gimnástica y el Pazo supusieron para todos aquellos deportistas que se formaron en sus pistas.

"No había como ahora chandal, sudadera y todo tipo de ropa deportiva para cambiarse. Entrenábamos con lo que podíamos y al acabar o te ibas a duchar a tu casa o al río, pero había una dedicación muy fuerte y una amistad que nos unía a todos los que veníamos a entrenar aquí", añade Domínguez.

Todos ellos apuntan además que a pesar de la situación política de la época, en Campolongo "no se preguntaba a nadie sobre su ideología".

"Aquí no había ninguna incidencia política, éramos gente del deporte y aquí nos enseñaron lo que era la libertad deportiva; la otra ni la conocíamos", apunta Hermida.