Una comida en la finca "Batacos" que reunió a unos 470 comensales fue el marco en el que se desarrolló el homenaje que la Federación de Asociaciones de Vecinos Boa Vila rindió al Hospital Miguel Domínguez de Pontevedra. Por primera vez en la historia, y después de ocho ediciones, este colectivo decidió entregar su "Agasallo" anual, a una entidad. El homenaje se personalizó en la figura del fundador e impulsor del que primero fue un sanatorio y luego se convirtió en un hospital, Miguel Domínguez, en su viuda Carmen Vaz, y en los hijos de la pareja que ahora continúan con la labor iniciada por su padre hasta convertir el centro en toda una institución para la ciudad dotada de unas modernas instalaciones sanitarias con la tecnología más puntera. De hecho, hoy en día es difícil entender Pontevedra sin el Hospital Miguel Domínguez.

Durante el acto, desde la Federación Boa Vila, con su presidenta Mariluz Fernández al frente, se explicó que con este premio se reconoce no sólo "el servicio prestado a los pontevedreses en la procura de su salud" sino la importancia de esta iniciativa privada como generadora de empleo en la ciudad con más de 300 trabajadores.

Al homenaje de Boa Vila se sumaron la Federación Luso Galaica, la Diputación Provincial y la Federación de Fútbol de Pontevedra quienes también entregaron varios obsequios conmemorativos a dos de los hijos de Domínguez, Miguel y Rafael.

Distintas personalidades se sumaron al homenaje con su presencia, como fue el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo; el delegado del Gobierno, Antón Louro; la presidenta del Parlamento Gallego, Pilar Rojo; o la vicepresidenta del Congreso, Ana Pastor.

Uno de los encargados de intervenir en este acto de homenaje fue el ex presidente de la Xunta, Gerardo Fernández Albor, quien, como él mismo explicó, conoció a Miguel Domínguez en su juventud. "Un hombre que lo consiguió todo científica y profesionalmente" y a quien dijo admirar no sólo por la puesta en marcha de un hospital como el Domínguez, sino como uno de los artífices del "hai que roelo", aquel Pontevedra que señoreaba los campos de la Primera División. Dijo de él que era uno de esos hombres que "saben que con esfuerzo y creyendo en el pueblo se puede conseguir todo". Albor también felicitó a los hijos de Domínguez por continuar la labor y ejemplo de su padre y "seguir con su ilusión de no contentarse con un sanatorio sino conseguir un gran hospital".

Uno de los hijos de Domínguez, Miguel, intervino para agradecer el premio que recibían en nombre de todos los que trabajan y trabajaron en el hospital durante estos 60 años. Miguel Domínguez Vaz le dio mayor valor si cabe a esta distinción ya que "representa el reconocimiento de nuestros usuarios que son los ciudadanos de Pontevedra".

La presidenta de Boa Vila, Mariluz Fernández, también destacó la "ilusión" con la que Miguel Domínguez inició su proyecto en 1949 y que en sus más de 60 años de funcionamiento el Hospital se destacó por su "afán de renovación" en el ámbito de la tecnología hospitalaria.