El 30 de septiembre de 1927 profesores y alumnos están concentrados en el traslado al "nuevo edificio" del Instituto, en Montero Ríos. Las obras se habían hecho esperar (a pesar del interés del pontevedrés González Besada tardaron 23 largos años) y el anuncio de que los reyes inaugurarían el centro fue la alegría que faltaba.

Curiosamente una antigua placa de bronce, hoy desaparecida, testimoniaba la presencia del monarca en el actual Valle-Inclán, pero ni en las crónicas locales ni en la documentación del propio instituto constan referencias a esa visita real. Sí se sabe que años antes, en la solemne inauguración del Instituto Público Provincial, el médico y catedrático de Historia Natural Jacobo María Llanos anunció en su discurso que en adelante este centro "dará días de gloria a la provincia, será el patrimonio público de sus hijos".

Esa defensa de la enseñanza pública como patrimonio de futuro perduró como el mismo edificio (es uno de los pocos institutos españoles que conserva su uso original) a lo largo de los años.

La responsabilidad de esa defensa recayó década a década en un impresionante cuerpo de profesores en el que figuraron desde Víctor Said Armesto a Osorio-Tafall, Castelao, Torrente Ballester, Aquilino Iglesias Alvariño, Losada Diéguez y Filgueira Valverde y fue también el leit motiv de la generación que dio contenido al centro con la llegada de la democracia y en el trayecto hasta el siglo XXI.

Esa generación que ha formado a miles los pontevedreses hoy en la treintena y cuarentena se despide: este año serán ocho nuevos docentes, varios de ellos "clásicos" del centro con décadas de experiencia a sus espaldas, que se suman a varias jubilaciones en estos últimos cinco años o a dolorosas pérdidas como la del catedrático de Literatura Manuel Domínguez.

"Algunos aún siguen en activo pero en otros tres o cuatro años sí se habrá ido entera toda esa generación", explica el actual director, Fernando Vázquez. "Desde la perspectiva de los que somos más jóvenes ellos han significado la lucha permanente por el sistema educativo y por la enseñanza pública de calidad".

Pepa Carballal (matemáticas) Javier Torrado (matemáticas), Andrés Vilán (inglés, ex director del instituto), el orientador Antonio González, Alfonso Pumares (de Pedagogía Tetapéutica), Manuel Guede (catedrático de griego), Ángeles Arce (francés) y Mercedes Iglesias (historia), todos ellos con una larga carrera docente, se jubilarán el próximo día 26.

Son ejemplos de la "pelea constante por la calidad, por algo que ahora nos suena casi raro y que es la excelencia", indica el actual director del centro, "porque en el Valle-Inclán se luchaba por esa excelencia en la enseñanza pública y ahora nos toca a nosotros la difícil tarea de tomar el relevo".

Los alumnos de los ochenta y noventa debaten ahora en Facebook: puntúan a los docentes, cuentan las trastadas y castigos y con los años la mayoría valora especialmente "el fomento del espíritu crítico" que llevó a cabo la generación que ahora se jubila.

Fue el momento en el que el se apuesta por la educación mixta "siempre manteniendo el tono innovador y progresista", explica en la red Beatriz, hoy profesora.

Es una de las ex alumnas, como Rosario, que recuerda especialmente "todos los momentos y estrategias docentes puestas en marcha para fomentar el espíritu crítico pero también para enseñarnos límites".

Cuando ellas acudían a las aulas del Valle-Inclán las escaleras de caracol eran todas de madera, en esos años se puso en marcha la primera revista del centro, apenas un folleto y las representaciones teatrales rara vez salían de las aulas.

Año a año, todo fue mejorando: el instituto conserva las pesadas y grandes puertas, los altos techos, el requintado paraninfo, pero desde este curso también un flamante ascensor de cristal que conecta el siglo XIX con el XXI.

¿Y las publicaciones y actividades? El Valle-Inclán del siglo XXI tiene web, foros de discusión con más de 500 miembros registrados, una revista que en su nuevo número saca fotografías de los profesores en la mili y el grupo teatral formado por los docentes ha presentado con gran éxito su última obra en el Principal.

En los recientes premios Ben Veñas Maio resultó finalista un alumno del centro con un soneto firmado con el seudónimo de "Swicer". Dedicó el poema a su instituto: Cando o timbre da última saída/ peche as pesadas portas detrás nosa/ cambiará por completo a nosa vida:/ Despois da leda infancia xubilosa/ da rara adolescencia, dolorida/ comeza a idade adulta, misteriosa.