Es una amplia extensión urbanizada, a la espera de que se construyan las 502 nuevas viviendas previstas en ese polígono. Pero esos pisos (junto con los existentes con anterioridad) apenas ocuparán el 25% de todos esos terrenos. El alcalde, Miguel Fernández Lores, y el presidente de Xestur Pontevedra, Heriberto García Porto, firmaron ayer el convenio por el que el concello asume la propiedad de 3.220 metros cuadrados edificables (donde el gobierno local pretende que la Xunta ejecute 54 viviendas públicas), unos 12.000 metros más de equipamiento (reservados en buena parte para un colegio) y 80.000 metros cuadrados de zonas verdes y sistemas viarios, que suponen el primer paso del denominado parque de Valdecorvos, un amplio espacio verde previsto en el PGOU de Pontevedra desde 1990 pero nunca concretado.

Desde ayer, los pontevedreses ya pueden disfrutar de una pequeña parte de ese parque, ya que todo el entorno del pequeño arroyo de Valdecorvos está acondicionado como zona de esparcimiento, con un sendero peatonal y una pasarela de madera. Eso sí, la urbanización se encuentra casi despoblada de edificios, aunque está presidida por la finca de los Pita, una propiedad declarada en su día singular y excluida del proyecto, que cuenta con varios árboles centenarios, entre ellos una colección de camelias.

Además del apartado de parque, está abierto al tráfico el amplio vial que atraviesa la urbanización. Cuenta con un acceso desde la avenida de Lugo y conecta con la rúa do Costado, en el barrio de A Seca por un lado, y con las calles de O Castañal por el otro. Todo ello, a la espera de que se cree el futuro vial de conexión con José Malvar, bajo la futura vía del AVE.

Con la apertura al tráfico de ayer y la recepción oficial de la zona por parte del concello, se pone punto y seguido (a la espera de que se edifiquen las viviendas previstas) a un proyecto urbanístico y residencial que comenzó a gestarse hace veinte años, en 1990. Ya por aquel entonces la Xunta de Galicia anunciaba la urbanización de esos 125.000 metros cuadrados entre la avenida de Lugo y O Castañal, pero fueron necesarias dos décadas para ajustar urbanísticamente los terrenos (inicialmente se había diseñado para chalés unifamiliares, después se reconvirtieron en bloques de edificios y finalmente quedó con unos 450 pisos colectivos y 44 viviendas unifamiliares adosadas), expropiar el suelo, obtener todos los permisos y ejecutar las obras. De hecho, aunque en 1990 había promesas, los primeros trámites no se concretaron hasta años después.