Los niños inscritos en la ludoteca de las Escolas Deportivas municipales hicieron ayer un alto en la agenda de actividades para conocer la profesión y el modo de vida de muchos de sus familiares, el marisqueo. Durante una excursión que se prolongó durante dos horas y media conocieron el tipo de marisco que se puede extraer en la ría pontevedresa, las herramientas utilizadas para este trabajo y todo el proceso que sigue hasta que el preciado manjar llega a los platos.

Los integrantes de la Cofradía de San Telmo de Pontevedra ejercieron como guías de esta visita enmarcada en las rutas Pescanatur, que partió de la playa Cabeceira, en Lourido. El patrón mayor del pósito, Miguel Pazos, les dio las claves para distinguir los distintos tipos de molusco y bivalvos que se pueden recoger en la playa: almeja japónica, almeja fina, berberecho y mejillones. A continuación los aprendices de mariscadores extrajeron varios ejemplares del mar con la ayuda de un rastrillo. "Estamos aprendiendo a mariscar y las clases de marisco que hay como la almeja japónica y los berberechos. Para sacarlos se utiliza el rastrillo y se hace lo mismo que en un huerto, pero sobre la arena. Mi abuela se dedica a esto y ella me enseñó", subrayó Dani, de 8 años, que aprovechó su bolsillo para guardar las piezas que iba consiguiendo.

Sin embargo, no todos los habitantes del mar resultan igual de beneficiosos. Así, los monitores mostraron a los excursionistas diminutos cangrejos que pueden llegar a comerse cuatro almejas al día. "As algas tamén resultan perxudiciais porque as ameixas viven enterradas na area e as algas tápanas e asfíxianas porque lle impiden o paso do osíxeno, por iso as marsicadoras teñen que pasar moitas horas retirando toneladas de algas das praias", subrayó Pazos.

La visita a la playa terminó con un entretenido juego que consistió en buscar tesoros enterrados en la arena. Con la ayuda de las pistas que les iban dando los monitores los expedicionarios encontraron bolsas de almejas japónicas y finas que luego resembraron en el mar. "Atopamos unha bolsa de ameixas chinas", explicaba emocionada una de las participantes en el juego. Tras un pequeño descanso para reponer fuerzas, se dirigieron a la depuradora donde se realiza la limpieza, empaquetado y etiquetado. del marisco "Esta etiqueta é moi importante porque é a que garante que o marisco está depurado e xa se pode comer", advirtió Pazos.

La lonja fue el último destino de la expedición, donde los pequeños observaron el funcionamiento de las máquinas de clasificado y pesado de los moluscos. Para terminar, protagonizaron una subasta pública como las que cada tarde se realizan en estas instalaciones. Como premio al trabajo realizado durante toda la mañana, los pequeños se llevaron para casa una bolsa con un ejemplar de distintas variedades de molusco y bivalvos, un diploma que los acredita como "Pequeños mariscadores" y un paquete de gominolas con forma de pulpos, mejillones y otros habitantes del mar.