«O abandono do rural termina en lume, os incendios apáganse no inverno, o que ocorreu non se debe esquecer»
Vecinos de la comarca ourensana de Monterrei demandan cambios estructurales y comuneros de más de 120 asociaciones del distrito de Verín y Viana se reunirán para impulsar un nuevo modelo
Franjas más amplias para proteger las aldeas, plantar más frondosas y dotar a los vecinos de útiles básicos de extinción, entre las propuestas que trasladarán a la Xunta

Adultos y niños, distintas generaciones de la comarca de Monterrei, unidos en Verín en una concentración cívica para pedir medidas contra los incendios. Los pequeños expresaron en dibujos su visión sobre el fuego. / FOTOS: BRAIS LORENZO

El dibujo de Chloe, de 5 años, captura la emoción colectiva que el gran incendio forestal causó entre los mayores y pequeños en las comarcas ourensanas de Monterrei y A Limia, el pasado agosto. Ardieron casi 24.000 hectáreas en un frente gigantesco que comenzó el día 12 en Oímbra, se fundió con otro fuego originado en Xinzo y terminó devorando un amplio territorio en Monterrei, Cualedro, Verín, Laza, Trasmiras, Castrelo do Val y Baltar. El paisaje, atravesado por la autovía A-52, es un borrón negro inmenso, uno de los colores que Chloe usa en su dibujo. «Está una señora atrapada y este es el bombero que está intentando ayudarla», describe la niña. En el fondo hay casas en llamas y, en el centro, un pájaro que trata de huir.
En su trabajo, Eric, de 6 años, plasma un corazón y una estrella. Combina los colores negro y verde, resume así las emociones cambiantes de aquellas jornadas difíciles, en las que el temor se instaló en la puerta de las aldeas. La unión de los vecinos y el apoyo de los pocos efectivos de extinción que podían sumarse, porque la situación estaba descontrolada en Ourense, generó una fuerza superior, que plantó cara al fuego y al miedo.

El dibujo de Chloe, 5 años, sobre el incendio. / BRAIS LORENZO
«Tres meses despois segue a emocionarme falar do tema. Foron días moi duros, vimos vir o lume e chegar ata nós», dice la madre, Sonia, vecina de Gondulfes (Castrelo do Val). «Puidemos defender a aldea e logramos que non ardesen casas. Foron 7 días constantes. Cando intentabas deitarte había que erguerse porque avisaba alguén de que se levantara o lume».
Sabela, residente de esta localidad y una artista multidisciplinar, es una de las promotoras de una concentración cívica celebrada este domingo en Verín. Vestidos de negro y verde, como el paisaje, visibilaron lo que sucedió, para que la vivencia sirva de aprendizaje y nazca el germen de cambio. Urgen medidas estructurales para prevenir incendios de esta gravedad. La concienciación que los adultos observan en los niños es una motivación extra. «Son nenos que veñen cunha conciencia aprendida», valora Sabela. Mientras madres y padres luchaban contra el fuego, cuerpo a cuerpo, las abuelas y los abuelos crearon un refugio sentimental para los niños, intentando que, al menos en algún instante del día, se abstrajesen de lo que sucedía. «Cando nos vían era un abrazo tan profundo. Afectoulles», enlaza Sonia. «Houbo veciños que tiveron que levalos, sentían ansiedade», contaban ayer en Verín.

Verín acogió este domingo una concentración cívica tres meses después de los incendios. / BRAIS LORENZO
«O abandono do rural termina no que sucedeu. É unha tristeza ver todo o monte así», reflexiona Olalla, la madre de Chloe. «Á xente do rural tamén hai que axudala». Tere, abuela de la niña, recuerda la magnitud de un megaincendio que recorrió todo el valle y mantuvo puntos de fuego «durante 15 días». La emergencia truncó la alegría del verano y las vacaciones, con un incendio de dimensiones que nadie recuerda. «Como este, nunca».
«Pasouse moi mal», resume Sabela. «O que ocorreu en agosto non se debe esquecer en outubro, novembro ou decembro. Os lumes non se apagan no verán, senón ao longo do inverno», expone. «Queimar o rural é queimar a nosa identidade. Do verde ao negro só hai un paso», rezaba el lema de la convocatoria ciudadana de ayer. «A xente debe implicarse e tomar medidas no inverno para paliar os efectos dos incendios do verán», coincide Tere. «É unha responsabilidade de todos», subraya Olalla.
Los vecinos demandan contrataciones estables para los bomberos forestales, todo el año, brigadas completas en todos los municipios, una apuesta por políticas agrarias y ganaderas —actividades que evitan el abandono y restan combustible al fuego—, un mayor apoyo para el rural, y respuestas. «Que hai detrás dos lumes, que intereses? Sempre arde nesta zona», dicen las vecinas.
Xosé Manuel González, presidente de una comunidad de montes, es uno de los organizadores de una reunión —el sábado 8, en Verín— que busca medidas mitigadoras de los incendios. Están convocadas más de 120 asociaciones de comuneros de las comarcas de Verín y Viana. Representan una extensión quemada de 10.000 hectáreas en una superficie de 60.000. El fin es plantear mejoras y elevar los acuerdos a la Xunta. Entre las propuestas, ampliar los cortafuegos de 25 a 75 metros, elevar a 250 metros la franja de protección de las aldeas, plantar más frondosas, crear perímetros limpios en torno a los montes comunales, y facilitar a las asociaciones batelumes, trajes y linternas para los vecinos, «para que non haxa que ir con xestas apagar os lumes».
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