Begoña Vila, de soñar con las estrellas a ayudar a expandir el conocimiento del universo: «Conocemos 6.000 planetas y llegaremos a tener 100.000»
La astrofísica de la NASA, la sexta mujer «honoris causa» de la UVigo, trabaja en el proyecto del nuevo telescopio Nancy Grace Roman, cuyo desafío es encontrar hábitats similares a la Tierra

La astrofísica Begoña Vila, en el centro de la imagen, a su llegada al acto de investidura como «honoris causa». / IÑAKI OSORIO

La fascinación al contemplar las estrellas y la pasión por resolver preguntas sobre los secretos del universo, un afán innato del ser humano tras millones de años observando el firmamento, ha hecho brillar, con el fulgor de los astros, la excepcional carrera académica y profesional de Begoña Vila Costas (Vigo, 1963). Su curiosidad de partida y las ganas de aclarar las incógnitas del cosmos se convirtieron, con formación, esfuerzo y experiencia en varios países, en un vasto saber que ha contribuido al trabajo de otros investigadores en todo el mundo y a ampliar el conocimiento del universo, un océano inconmensurable en el que la humanidad persigue más certezas cada vez.
¿Hay planetas similares a la Tierra? ¿Hay vida más allá? Vila, astrofísica en la NASA, fue investida este miércoles en el campus de Ourense —sede en Galicia de la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio— como doctora «honoris causa». Es la sexta mujer de la Universidad de Vigo de entre 31 personalidades distinguidas hasta el momento con el mayor reconocimiento de la institución.
Esta científica gallega de referencia mundial, ingeniera principal de sistemas en el Centro Espacial Goddard de la NASA (Estados Unidos) es la responsable de operaciones del instrumento del telescopio James Webb y participa en el nuevo y ambicioso proyecto de observación del cosmos con el telescopio Nancy Grace Roman, el primero con nombre femenino de la historia. Vila coordina la prueba criogénica de este futuro observatorio espacial y apoya el desarrollo de las operaciones de guía.
«Conocemos aproximadamente 6.000 planetas que orbitan alrededor de otras estrellas, y lo que todos queremos es encontrar un planeta que se pueda parecer al nuestro, que tenga agua líquida para la vida», introdujo Begoña Vila en su discurso de investidura. Esa tarea supone un desafío mayúsculo, un objetivo «muy difícil», asume la experta.
Después de la experiencia de innovación y conocimiento en la observación del universo que comenzó en 1990 con el Hubble, más el avance que ha supuesto el James Webb a lo largo de este siglo, la tecnología del Nancy Grace Roman, dotado de 18 cámaras que captan imágenes «200 veces más amplias» que los anteriores, y un cronógrafo que servirá para localizar planetas más pequeños próximos a las estrellas, alimenta las esperanzas. «Permitirá avanzar en los conocimientos sobre la materia y la energía, y en la búsqueda de planetas. Vamos a llegar a tener 100.000», anticipa. Este futuro observatorio espacial en el rango infrarrojo representa la máxima prioridad de la astronomía para la próxima década.
«Honrada» por el reconocimiento de la UVigo, Begoña Vila recorrió, en un discurso sin leer, los hitos principales de la exploración del universo, desde el lanzamiento en 1957 del primer satélite, el Sputnik, hasta la era de las últimas tres décadas y los telescopios espaciales.
En 2006 esta científica se incorporó al proyecto James Webb. Tras dos décadas con la participación de más de un millar de especialistas y un presupuesto de más de 9.500 millones euros, aún contribuye «a grandes descubrimientos sobre el nacimiento del universo, los agujeros negros o dónde mueren las estrellas».
El nuevo telescopio Nancy Grace Roman aporta un salto tecnológico y en innovación con el que la comunidad científica consigue en seguir desvelando misterios del cosmos y, quizá, resolver una de las dudas de la humanidad: ¿estamos solos en el universo? El proyecto podría lanzarse a finales de 2026, año en el que también está previsto el regreso a la Luna con la misión espacial Artemis II, que dará la vuelta al satélite terrestre antes de que una expedición posterior, la Artemis III, lleve a los astronautas de regreso a la superficie luna tras la última presencia por ahora, en 1972.
Vila pone en valor la cooperación entre agencias, como la estadounidense NASA y la europea ESA, y también con las empresas privadas, como esencial para que los proyectos alcancen las cotas más elevadas de conocimiento, «por el bien de la humanidad».
La profesora Nieves Lorenzo, directora de la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio de la UVigo, ejerció en el acto como madrina de la nueva doctora honoris causa, poseedora de una «trayectoria ejemplar». Lorenzo detalló los méritos y la excelencia de la carrera de Vila, una «referente para la sociedad de nuestro tiempo».
La contribución científica de grandes mentes como la de Vila han permitido «ver las primeras luces del universo, las de las primeras estrellas y galaxias que se formaron tras el Big Bang hace 13.500 millones de años, analizar cómo evolucionaron las galaxias, cómo se forman las estrellas y los planetas, la composición atmosférica de alejados exoplanetas, e incluso nuevos descubrimientos sobre nuestro sistema solar», valora Nieves Lorenzo. El impacto de obras científicas como la de Begoña Vila contribuyen al avance científico y social, y a un «cambio de paradigma» que facilita que «la sociedad entera pueda conocer con ojos nuevos lo maravilloso que es el universo», resalta la profesora. «Mirar la estrellas es una de las actividades humanas más fascinantes, asombrosas y mágicas de nuestra historia», recuerda.
Nieves Lorenzo considera que, gracias a carreras como la de Begoña Vila, «rompemos con los estereotipos asociados a las carreras científicas y tecnológicas, potenciando referentes femeninos entre los alumnos, ayudándolos a descubrir su vocación». Porque queda camino: en pleno siglo XXI las mujeres aún están escasamente representadas en estas disciplinas. Apenas un 26% del alumnado de estudios TIC es femenino, y solo un 15% en informática.
Ejemplo para los jóvenes
La nueva doctora honoris causa atesora una trayectoria «extraordinaria», subraya el rector de la UVigo, Manuel Reigosa. El ejemplo de Vila habla «a las niñas y niños gallegos de que es posible desarrollar una carrera profesional de máximo nivel con formación en la universidad gallega». La universidad, enlazó el rector ayer, desempeña un papel social de «antena y foro», de polo de atracción del saber. Reigosa invita a «soñar» con el ejemplo brillante de Vila. Con armas como la vocación y el tesón, «cualquier persona, sea cual sea su origen y su nivel socioeconómico, puede brillar con su talento».
Licenciada en Física por la Universidad de Santiago de Compostela, Vila obtuvo la especialidad de Astrofísica por la de La Laguna. Se doctoró en la Universidad de Mánchester y realizó su formación posdoctoral en la Universidad de Cardiff. Ha recibido numerosos reconocimientos, como dos medallas de la NASA, la inclusión en la Lista Forbes de las 100 mujeres más influyentes de España o el nombramiento como embajadora honorífica de la Marca España.
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