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37 centros, 200 Sandras Peñas: Los estudiantes de Ourense protestan por el acoso escolar

Estudiantes de Ourense salieron a la Plaza Mayor para protestar contra el acoso escolar tras el caso del colegio Irlandesas Loreto. Abandonadas a su suerte por el Sindicato, se autoorganizaron para contar sus experiencias y escribir en una lista los colegios en los que no se les había defendido ante el bullying.

Múltiples estudiantes protestan en las escaleras de la casa consistorial por el caso de Sandra Peña.

Múltiples estudiantes protestan en las escaleras de la casa consistorial por el caso de Sandra Peña. / Iñaki Osorio

Ourense

La imagen en Ourense distó de la vista en otros puntos de España: frente a las grandes marchas de Vigo, Ferrol o A Coruña, centenares de estudiantes esperaban en la Praza Maior, refugiados de la lluvia bajo los soportales, a que algún responsable de convocar la protesta apareciera con megáfono y una gran pancarta. Un liderazgo que nunca llegó por parte del Sindicato de Estudiantes, y que si fuese sólo por su organización, habría hecho que esta pieza se titulase «La lluvia arrinconó la manifestación por el acoso escolar». Pero los casi 200 manifestantes allí presentes no tenían pensado quedarse de brazos cruzados ante el bullying: se autoorganizaron, tomaron la escalinata de la casa consistorial y, al grito de «non é un suicidio, é un asasinato», condenaron el reciente caso de la andaluza de 14 años Sandra Peña y exigieron poner fin a los casos de acoso escolar en toda la provincia de Ourense.

Testimonios que rompen el silencio

El desconcierto inicial se disipó progresivamente, guiado por la indignación y la necesidad de no volver a callarse ante las injusticias. Tras cánticos y la lectura de un manifiesto difundido por el sindicato, una de las protestantes propuso crear un espacio para compartir mutuamente sus experiencias. María (nombre ficticio para preservar su identidad) fue la primera en animarse: contó cómo durante tres años vivió un infierno en un colegio concertado de Ourense motivado por su condición sexual, en el que múltiples compañeros de clase la hostigaron mediante insultos en clase, odio a través de redes sociales e incluso un grupo de WhatsApp dedicado exclusivamente a su acoso. «Sé que no soy el primer caso del colegio, y no voy a ser el último», cuenta antes de afirmar que su instituto no activó el protocolo de acoso hasta cinco meses después de conocer el caso, y tan sólo unos días antes de que se intentara suicidar.

No mirar hacia otro lado

Justo antes de que María suelte el testimonio más desgarrador de la mañana, es interrumpida por una madre de Allariz. Su hijo, ahora de 18 años, había sufrido acoso con 5, pero su intención no era recordar los malos momentos que su querido había tenido que pasar, sino recordar que el bullying se para en cuanto alguien reconoce su brutalidad. «Non permitades que vos acosen, e sobre todo non deixedes que a ninguén o humillen. Se alguén, á mínima, faivos calquera cousa pola vosa apariencia ou forma de ser, iso xa é acoso», expone. María va un paso más allá, y defiende que una intervención de sus excompañeros habría frenado su caso a tiempo: «Si sólo una o dos personas de las 50 de clases, que me conocían de toda la vida, les hubiera dicho que lo que me hacían no estaba bien, todo hubiese parado. ¿Qué pasa? Que es más cómodo mirar hacia otro lado», reclama.

37 colegios señalados

En medio de los aplausos por la valentía de estas dos mujeres, mezclados con los rostros llorosos de aquellas que se rompían al escuchar las brutales experiencias, una voz se levanta entre la multitud para proponer otra iniciativa. «Todos aquellos que queráis poner el nombre de un colegio que se ha callado el bullying, podéis anotarlo aquí», apoya, dispuesta con un rotulador y la parte trasera de una pancarta hecha para la ocasión. La cifra de lo recaudado en menos de cinco minutos da verdaderos escalofríos: los manifestantes exponen que 37 centros educativos no aplicaron las medidas necesarias para erradicar un caso de acoso escolar. Sólo un puñado de los mencionados no estaban situados en la ciudad de As Burgas, o lo que es lo mismo, más de la mitad del total de los colegios existentes en el concello de Ourense (tanto públicos como privados) estaban en esa lista. Y eso considerando la paupérrima asistencia que tuvo la protesta si la comparamos con los números de secundación de la huelga general convocada para toda la jornada escolar. Decenas de aulas de todos los niveles educativos amanecieron con grandes ausencias, pero muchos prefirieron quedarse en casa antes de protestar por la misma causa que les permitía no asistir a clase.

37 centros, 200 Sandras

Los manifestantes exponen la lista de los centros en los que han recibido ‘bullying’. / D. Alján

Un grito de dignidad

La reivindicación de ayer en Ourense fue el claro ejemplo de que los manifestantes no protestaban por política, sino por dignidad. No reclamaban por escuelas públicas o privadas, sino porque cualquier niño o adolescente pueda expresarse con libertad sin miedo a que lo persigan por ello. Y no les interesa. El caso del colegio Irlandesas Loreto fue un detonante para que las infinitas víctimas de acoso escolar en algún momento de su vida iniciaran un movimiento al más puro estilo Me Too. Porque, como comentaba la madre de Allariz, «hai moitísimas Sandras Peñas». Y porque, como confesaba María al hablar de su intento de suicidio, «lo único que me separa a mí de Sandra es que a mí me salió mal la jugada, y sigo aquí».

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