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Las primeras lluvias agravan los efectos de la mayor ola de incendios en Ourense

Los concellos más castigados por el fuego se enfrentan a problemas con el suministro de agua, «más turbia de lo debido» y «con cenizas», y alertan del riesgo de deslizamientos | Solicitan ayuda a las administraciones superiores

Superficie de monte calcinado en la comarca de Valdeorras. | |   BRAIS LORENZO / EFE

Superficie de monte calcinado en la comarca de Valdeorras. | | BRAIS LORENZO / EFE

Ourense

Las primeras lluvias significativas del otoño sobre el terreno calcinado en Ourense han confirmado los peores temores de los concellos afectados: la catástrofe del fuego ha mutado en una crisis de lodo y agua que amenaza con dejar a miles de habitantes sin servicio esencial y, según advierten, con riesgos de deslizamientos de tierra graves. Los casos más críticos se registran en Vilamartín de Valdeorras y A Rúa, cuyos alcaldes claman por ayuda ante la incapacidad de sus brigadas municipales de gestionar la emergencia.

Urgencias en Vilamartín

Desde Vilamartín de Valdeorras su regidor municipal, Enrique Álvarez, muestra la preocupación de su concello sin tapujos: «la situación es horrible, horrible, horrible». Tanto que dice sentirse «desesperado» porque «pedimos ayuda a todas las administraciones desde el primer momento porque sabíamos que esto era inabarcable para nosotros. Estamos hablando de que en Vilamartín, en el concello, la razón de la emergencia extrema es que el 100% de la masa forestal ardió hasta los cauces, lo que significa que no hay nada que detenga el arrastre de material. Ardió el 70% del concello y eso ya sin meternos a mencionar la situación de los pueblos y en especial de Cernego y San Vicente de Leira, solo hablando de lo que va a significar el inicio de las lluvias», relata el regidor que asevera que «todos los días voy al monte a pensar qué podemos hacer, qué tenemos que hacer, pero esto es...Horrible».

A consecuencia de las primeras precipitaciones, captaciones vitales ya quedaron inutilizadas. En su caso este colapso afecta directamente a una gran parte de la población, con entre 1.000 y 1.300 habitantes afectados por la contaminación. El suministro de agua que el concello logra introducir «no va en condiciones», sirviendo únicamente «para el váter y nada más».

El alcalde reitera que se ha solicitado ayuda de urgencia a todas las administraciones «Medio Rural, Confederación Hidrográfica  y Diputación» desde la semana posterior a los incendios. Sin embargo, la asistencia recibida es mínima, no alcanzando «ni el 1% o 2% de lo que realmente nos hace falta». La principal reclamación de Álvarez es que se envíen técnicos para hacer una valoración profesional que permita diseñar una solución global para la catástrofe, algo que no ha sucedido, dejando al concello solo. «Nosotros no somos técnicos, hacemos lo que podemos y a más no podemos llegar, es triste reconocerlo, pero es así. Lo que se nos ocurrió es unir un par de captaciones, pero también nos encontramos con un problema. Es un proyecto que supera los 200.000 euros, ¿cómo hacemos frente a eso? No somos capaces», lamenta el alcalde.

Con las primeras lluvias, por el momento, el problema es relativamente pequeño, «muchos pueblos se nos van a quedar sin agua». Sería una problemática superior, de no ser porque la preocupación de Álvarez va mucho más allá del agua de la traída, que ya llega turbia y contaminada: «si llega una «cantidad grande de agua, porque de momento ha sido suave, puede ser esto mucho más grave». El regidor es claro, «como nos venga una tormenta tormenta hay pueblos que podrán aparecer en el Sil», subraya para hacer hincapié en la necesidad de «que llegue ayuda de las administraciones antes de que suceda algo mucho peor de lo que ya pasó».

Lodo en A Rúa

En el concello de A Rúa, María Albert también reclama una mayor atención por parte de administraciones con capacidades muy superiores a las de su concello, donde «ya hay captaciones colapsadas a pesar de que las lluvias han sido muy finas y duraron poco más de una tarde y una noche». La peor de ellas es la de San Estevo «nos encontramos con casi 60 centímetros de lodo y ceniza», cuenta.

Para el consistorio este colapso es «el primer aviso de lo que se nos va a venir en el invierno sino se impide». De momento la administración local ha tenido que cortar la entrada de agua contaminada al depósito, que «afortunadamente estaba lleno, por lo que aún hay abastecimiento» y está limpiando la captación aunque «la tarea es ardua, ya que no se puede utilizar maquinaria y el trabajo tiene que realizarse todo a mano».

Desde A Rúa, son críticos con las administraciones superiores, afirman que llevan «dos meses avisando de que esto pasaría y la Xunta de Galicia y la Confederación no hicieron nada para prevenirlo». Aunque contaron con el apoyo de voluntariado a través de la asociación ecologista Adega «hicieron un buen trabajo, pero nada es suficiente, el grueso de las actuaciones necesita la intervención de Medio Rural», valora la alcaldesa que, con todo, sabe que «los medios darán para lo que darán porque esta situación no se da solo en A Rúa, es compartida».

Albert y Álvarez coinciden en su diagnóstico sin saberlo, «los concellos cumplimos con nuestra parte, podemos controlar la calidad del agua haciendo análisis, pero el control del terreno, su acondicionamiento, se escapa a nuestras competencias y a nuestras posibilidades».

Menos afectados, pero con cautela

En otros concellos que fueron dañados por la peor ola de incendios registrada en Galicia y, especialmente, en Ourense, donde según los datos de la Xunta se quemaron más de 96.500 hectáreas, las lluvias aún no han amplificados los daños, pero las alcaldías tampoco celebran.

En Cualedro, donde el pasado fin de semana un campo de voluntarios estuvo trabajando en crear barreras naturales y hacer acolchados de paja, el alcalde, Luciano Rivero, indica que sus captaciones no se han visto dañadas gracias a la labor ciudadana, pero también a que «son subterráneas, sin bombear directamente de ríos o arroyos». Tampoco Chandrexa de Queixa tiene quejas, aunque Francisco Rodríguez advierte que «es por el momento, porque con las lluvias uno nunca sabe. Lo que estamos haciendo es controlar las captaciones cada pocas horas».

En Maceda la mandataria local, Uxía Oviedo, cuenta que fueron dos captaciones las que «registraron agua un poco más turbia de lo debido», en concreto la que afecta a Santiso, donde empezaron los fuegos en esta zona. En O Bolo el regidor, Miguel Ángel García,  tiene a los «vecinos avisados de que si notan algo que nos lo notifiquen inmediatamente, pero por el momento sin problemas». Situación similar que se repite en Oímbra, donde «el agua sigue siendo potable» y en Manzaneda, desde donde el alcalde, Amable Fernández, valora que «como la lluvia ha sido débil incluso está bien para afianzar terreno», pero avisa «lo que no queremos es una torrencial».

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