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Tejer a lo de antaño como forma de terapia

El centro popular Xaquín Lorenzo inagura en la biblioteca Nós una exposición de su taller de telares. Más de 80 piezas de alumnos que utilizan como forma de relajo un curso con las plazas desbordadas.

Concha Outeiriño muestra la exposición a los alumnos y diputados presentes.

Concha Outeiriño muestra la exposición a los alumnos y diputados presentes. / Iñaki Osorio

Ourense

«Cando vos sentades nesta cadeira, é necesario desestresarse, porque todo o estrés que levedes enriba vaise transmitir á tea». Con esa sabiduría, la experimentada artesana textil Concha Outeiriño explicaba ante autoridades y alumnos la regla fundamental a la hora de manejar un telar. Pero esta vez no lo hacía en una casa centenaria ni en sus aulas de enseñanza, sino rodeadas de libros, pues la máquina forma parte de la exposición que el taller de telares del centro popular Xaquín Lorenzo inauguró ayer en la Biblioteca Pública del Estado Nós.

Una alumna muestra cómo se utiliza el telar.

Una alumna muestra cómo se utiliza el telar.

El recibidor de la librería contará hasta el próximo 22 de noviembre con una interesante muestra de más de 80 piezas elaboradas por los 22 alumnos con los que cuenta Outeiriño. Una selección que se queda corta, pues como defiende la docente «tiven que coller o mellor de cada unha e deixar fóra varias pezas». Y aunque estea elaborado por estudiantes, el nivel del catálogo es tal que no se distinguiría esa autoría académica si no se estuviera previamente avisado de ella. Tanto la mayoritaria parte tradicional, con foles y flocos de gaitas, chalecos, faldas, panos... como la sección más actual, de bufandas, sombreros o cojines son de tan nivel que no sorprendería verlas en una tienda, museo o ataviadas en una foliada del grupo Castro Floxo (la escuela de danza que también se forma en el Xaquín Castro). No es casualidad: Outeiriño se ha recorrido toda Galicia para impregnarse de la sabiduría del telar, y en los más de 20 años que lleva dando clase proporciona a sus pupilos materiales nobles para que en los 4 años que dura el curso se conviertan en casi profesionales.

Una forma de aliviar el estrés

Aunque el perfil de personas que se apuntan al curso es muy variado, y las razones por las que se inscriben también, Outeiriño no duda en destacar el gran valor para la salud mental que tiene esta actividad: «É unha terapia. Cando montas o tear tes que concetrarte e esquecerte do resto, e así reláxanse un montón», detalla. Y aunque el taller está pensado para que en cuatro años se termine la formación, confiesa que varias alumnas tratan de resistir a ese periodo: «Algunhas xa remataron os catro anos, pero están enganchadas de tal maneira que non as dou botado!» comenta Outeiriño entre risas. Para quien quiera aprender este arte, hay noticias amargas: el taller de telares lleva ya varios cursos con las plazas cubiertas, y una larga lista de espera.

Reclaman más espacio para atender a la demanda

Una lista de espera que podrían aligerar si se cumplieran las peticiones que el centro Xaquín Lorenzo demanda desde hace un tiempo: «Encantaríame acoller a máis xente, pero precisamos máis espazo, porque o que temos agora mesmo é moi reducido», cuenta Outeiriño. Y es que aunque el centro cuenta con telares suficientes para albergar a más alumnos, carece de las dimensiones necesarias para ampliar la oferta. Desde la Deputación, de la que depende el local, afirman que son conscientes de la situación de alta demanda, y que ya están buscando un nuevo espacio para poder formar más tejedores en los próximos cursos.

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