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Niegan haber incendiado A Chavasqueira: «Estaba en casa cocinando un guiso»

La Audiencia juzga a un exempleado y a un amigo por el fuego que calcinó las termas

Ambos alegan que estaban en sus domicilios y los posicionamientos de los móviles no los desmienten

Estado en el que quedaron las termas de A Chavasqueira tras el fuego.

Estado en el que quedaron las termas de A Chavasqueira tras el fuego. / Brais Lorenzo

Ourense

El 24 de abril de 2019 un incendio redujo a cenizas las termas de A Chavasqueira, un emblema del termalismo de la ciudad. Seis años después, este mes de octubre, las instalaciones volvieron a reabrir al público tras una laboriosa reconstrucción marcadas por la subida de los precios de los materiales, los tiempos de la pandemia y una investigación judicial que ayer, tan solo 9 días después de la apertura de las pozas, sentó a los dos acusados en el banquillo de la Audiencia Provincial.

Se trata de un exempleado de las instalaciones y de un amigo personal. El motivo para la acusación particular- que pide 10 años de cárcel- es una venganza laboral, el hombre había sido despedido poco antes de los hechos. Un despido que el propio acusado calificó ayer de «improcedente» en una declaración que solo realizó a preguntas de su abogado, ante el que defendió su inocencia, igual que su compañero de banquillo.

La defensa de ambos es que cada uno de ellos se encontraba la noche de los hechos en sus respectivos domicilios. Según el exempleado, él estaba en su casa «cocinando un guiso» antes de «irme a cama» comunicándose por mensajería instantánea con una compañera del que fuera su trabajo. Su amigo también aseguró encontrarse en su propia vivienda e ilustró que en aquella temporada llevaban «dos días sin vernos». El posicionamiento del móvil avala sus relatos: «No se encuentran bajo las antenas que dan cobertura a las termas», dijeron los peritos en la Audiencia.

Los acusados del incendio, ayer, en el banquillo de la Audiencia Provincial. |  Iñaki Osorio

Los acusados del incendio, ayer, en el banquillo de la Audiencia Provincial. | Iñaki Osorio

Con todo, este segundo acusado realizó «una manifestación espontánea» ante la policía tras su arresto. Le hizo saber al subinspector que tenía dudas de su amigo: «dijo que estaba cansado y que dudaba de la inocencia de M., porque le había contado que había quemado la casa de un vecino de su padre en Portugal con 13 años», recordó ayer este agente en la vista oral. Los agentes indagaron sobre ello, pero «era el 1997, no estaba digitalizado y él era menor», así que no pudieron corroborar con la policía portuguesa esos hechos.

La tesis que defiende la acusación particular sobre el incendio de las termas es que los dos amigos juntos, esa madrugada de abril, se desplazaron en el vehículo del antiguo empleado de las instalaciones, a las que prendieron fuego como acto de despecho por el despido. Todo ello en el plazo de 13 minutos, el tiempo de margen que aportan las grabaciones de una cámara de seguridad de una clínica odóntologica ubicada a 750 metros del lugar.

Esa cámara captó un coche que «coincide con las características» del vehículo que conducía habitualmente el imputado. Lo hizo a las 01.05 horas circulando en dirección termas y a las 01.18 horas en sentido contrario.

Esas grabaciones y la identificación del coche, un Peugeot 206 negro, centraron la mayor parte de la jornada. Sobre esas imágenes declararon dos agentes de policía que intervinieron en la instrucción del atestado y un miembro de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violencia—UDEV— de la Policía Nacional.

Los tres expusieron que el vehículo capturado en cámara compartía la misma «marca, modelo, color, neumáticos, carrocería, cristales tintados y óptica» que el vehículo del acusado exempleado del centro.

Sin embargo, entre los datos que pudieron observar «no se ve la matrícula» y, además, según la información solicitada por los agentes a la ITV, en el año 2018 existían 77 vehículos en Ourense que compartían esas características, y 81 vehículos en el año 2019.

Ni cortocircuito ni fortuito

En calidad de testigos fueron citados tres miembros de la Policía científica que realizaron inspecciones tras el incendio. Todos ellos fueron rotundos al asegurar que el fuego «fue provocado» por intervención humana, al sostener que la inspección concluyó que «no había sido fortuito» ni «ocasionado por un fallo en el sistema eléctrico», «no hay nada que por sí solo se autoinflame», manifestaron.

En esta línea, uno de ellos defendió que el fuego tenía un solo foco, pero «demasiada virulencia» para «la fecha que era», las condiciones climáticas y «la humedad que había en el ambiente, del 85% porque había llovido recientemente». Este mismo policía advirtió además de que en la escena encontraron «actividad humana» en la zona incendiada con la presencia de «colillas de cigarrillo» y «una navaja de acero» en la que no se detectaron huellas ni ADN tras ser analizada.

Lo que no encontraron los agentes fueron restos de acelerantes para poder explicar esa «virulencia». Tras haber inspeccionado la zona con perros, los canes no hallaron signos del uso de este tipo de sustancia química para incentivar la propagación del fuego. Pero los agentes consideran que ese hecho no implica necesariamente que no se empleasen, sino que «puede deberse a que el incendio se produjo a metro y medio del suelo y no a rás» o bien «por el tipo utilizado».

Plantar fuego

El juicio continúa hoy con una docena más de testificales, entre ellas una de especial interés para la acusación particular— que representa al Concello de Ourense y es la única de las partes que formula acusación—. La de una compañera de trabajo del acusado que, según corroboraron los agentes, declaró durante la instrucción que, tras un robo en las instalaciones —en el que los ladrones no se llevaron nada, pero dejaron tirado por el suelo el contenido de un congelador—, su compañero le había dicho que «si yo quisiera hacer daño de verdad plantaría fuego al recinto y punto».

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