El reencuentro con Galicia tras décadas de emigración: «Siempre está en el corazón»
94 gallegos de Argentina, Uruguay, Cuba y Brasil se alojan en O Carballiño en una vuelta al origen
El centenario Gonzalo Noval emigró en 1951 a La Habana: «Nací en Galicia y aquí quisiera morir»
Josefa Carril, de 77 años, desembarcó cuando tenía 6 en Argentina: «Todos los días de mi vida», subraya, lleva el sentimiento gallego presente

Josefa, natural de Camariñas, lleva 71 años en Argentina; el centenario Gonzalo emigró a Cuba desde Narón en 1951; Manuel, de Verducido, suma 75 años en Brasil. En O Carballiño, casi un centenar de gallegos emigrados disfruta de la visita a sus raíces. | | FOTOS: IÑAKI OSORIO

La mente de Gonzalo Noval Martínez, un gallego de 100 años y 3 meses que reside en La Habana —emigró en 1951 a Cuba desde Narón, donde se quedaron sus padres y cinco hermanos— completa un viaje instantáneo, recorre un siglo enseguida, y en sus ojos nacen las lágrimas del tiempo retenido, del sentimiento que habita en su interior. «Uno es gallego siempre, siempre», enfatiza. «Galicia está en el corazón. Nací en Galicia y quisiera morir en Galicia», expresa con la voz temblorosa, tras su primer día, este martes, en la residencia de O Carballiño. Noventa y cuatro personas de origen gallego y décadas de emigración, cuyo destino los llevó en una larga travesía hasta el otro lado del mar, desde Galicia a América, mediado el siglo XX, disfrutan durante estos días de una estancia en su patria sentimental, en la tierra del ADN.
Cuando se bajó del avión este lunes en Vigo junto a su esposa cubana Luisa Pérez, de 83 años, y su hijo Enrique, el centenario Gonzalo sintió «felicidad y el deseo de no separarme de Galicia», describe. Desde su primer regreso a las raíces en 1972, ha podido volver varias ocasiones más, cada ciertos años. La anterior, en 2019. «Galicia me da la oportunidad de regresar», valora Gonzalo, que formula un deseo: degustar caldo gallego.

El centenario Gonzalo, con su mujer y su hijo. / IÑAKI OSORIO
Durante diez jornadas, los mayores emigrantes y algunos familiares, gallegos de segunda generación, disfrutan en la residencia de tiempo libre de O Carballiño de una experiencia con actividades culturales, sociales y lúdicas, que incluyen visitas a distintas zonas de Galicia, centradas en el patrimonio natural, cultural y gastronómico de la comunidad. La iniciativa, financiada por la Xunta, sirve de oportunidad para que la mayoría prolongue su presencia en Galicia y aproveche este viaje de regreso a las raíces para estar unos días en sus concellos de partida, en los lugares de sus inicios, en casa. Muchos se reunirán con familiares y allegados, tras años de espera.

Emigrantes gallegos que residen en América, en la residencia de O Carballiño, este martes, su alojamiento durante estos días de visita. / IÑAKI OSORIO
Así lo hará Josefa Carril, de 77, que tiene siempre presente su hogar de Camariñas desde la distancia física, no emocional. «Siempre quiero volver y me gustaría que fuese definitivamente, pero como el resto de mi familia está allá...» Cuando tenía 6 años, tras un viaje de 18 días atravesando el océano en un buque de carga con «pésimas» condiciones para los pasajeros —«todas las mujeres estábamos en una bodega y todos los hombres, en la otra»—, Josefa desembarcó en Argentina junto a sus padres y hermanos, para unir a toda la familia en la tierra de adopción que, dos años antes, acogió al progenitor. Por necesidades económicas, él emigró de primero tras sufrir la Guerra Civil desde el frente. Entre los 20 y los 58 años, Josefa trabajó en una compañía de navegación. La primera vez que regresó a Galicia fue en la década de los sesenta. Con sus padres aún vivos y un hermano pudo desandar el camino hacia el lugar que la vio partir de niña.
Su relato de aquella ruta es vívida y es contagiosa su nostálgica felicidad, décadas después. «Venía desde Santiago de Compostela y veía esos pueblecitos con casas rojas allá en el precipicio y pensaba: qué bonito. Veía las casas en lo alto y todo el paisaje verde a su alrededor y me sentía impactada. Cuando llegué a mi Camariñas natal y vi esa playa, Area da Vila, y también la de Lingunde, espectaculares para mí. Desde nuestra casa veíamos la playa», evoca. «He vuelto cinco veces más, seis con esta», completa Josefa. En Camariñas tiene sobrinos, a los que verá en la segunda parte de su viaje, tras la estancia actual junto al resto de gallegos en el exterior que disfrutan en grupo del regreso.

Josefa Carril, de 77 años y natural de Camariñas, lleva desde que tenía 6 en Argentina. / IÑAKI OSORIO
La experiencia «es una belleza», afirma esta mujer residente en la ciudad bonaerense de Avellaneda. «Hoy íbamos caminando hacia la ciudad» —dice sobre un paseo en dirección a O Carballiño, este martes—, «me encontré a una señora mayor, y le dije: Como che vai? ‘Eu a ti non te coñezo, de onde es?’, contestó ella. Son de Camariñas, le dije, y empezó a cantar: ‘Ao pasar por Camariñas...’ Así que fíjate si tengo o no ese sentimiento aquí, en mi pleno corazón. Todos los días de mi vida está presente», transmite esta emigrante.
«Se eu non parto para arriba» —dice en alusión a la muerte—, «o meu plan é volver». Manuel Pena, de 81 años, nació en Verducido (Pontevedra) y, a los 6, en 1950, emigró a Salvador de Bahía, Brasil. Su padre viajó el primero, después se marchó su madre y, al final, Manuel y sus hermanos. La familia se dedicó a la torrefacción de café, la panadería y la fábrica de bizcochos. Manuel se casó varias veces en Brasil, donde ha tenido seis hijos. Luciana, una de ellas, lo acompaña en el viaje y en la estancia en O Carballiño. «Galicia no sale nunca de nosotros, el sentimiento no sale de nuestra sangre», dice el octogenario sobre el hondo sentimiento de pertenencia que, pese a los miles de kilómetros de distancia, conecta a la diáspora con su tierra natal, de por vida.

Manuel Pena, de 81 años, llegó a Salvador de Bahía en 1950. Es natural de Verducido, Pontevedra. / IÑAKI OSORIO
Suscríbete para seguir leyendo
- Veinte años después de llevar el pan de Cea a Europa, Carlos Manuel cede el testigo
- El convenio de hostelería prohíbe más de 9 horas de trabajo al día y fija 12 de descanso
- La rehabilitación de la A-52 en un tramo de 38 kilómetros en el sureste de Ourense pretende ampliar su vida útil
- La Audiencia juzga a un guardia civil acusado de falsificar una infracción
- Un guardia civil de Ourense admite que falsificó una denuncia y acepta un año de suspensión
- Localizan con vida al octogenario que salió a buscar setas al monte en Maceda y no regresó
- Dos heridos y nueve vehículos implicados en dos accidentes con 30 minutos de diferencia en la A-52 a las puertas de Ourense
- La San Martiño tiñe de colores las calles de Ourense