«La adopción me dio los mejores padres; soy cien por cien gallego»
Pablo Ferreira Bispo llegó a Ourense en 2008. Tenía 2 años y medio y acaparó titulares porque era uno de los primeros niños chinos adoptado en Galicia, en una época en la que solo llegaban niñas de aquél país. Ahora tiene 19 años, es un joven inquieto, con ganas de aprender que estudia el grado Superior de Diseño Gráfico, se siente «cien por cien gallego» y defiende la adopción porque "es un regalo para ambas partes" y en su caso "me io los mejores padres».

Pablo Ferreira Bispo en la actualidad en su casade Ourense. | Iñaki Osorio
Pablo Ferreira Bispo se define como «ourensano y gallego cien por cien», pese a ser en su día uno de los primeros niños chinos adoptado en Galicia. Sus padres, Luis Ferreira y Genoveva Bispo, habían iniciado el proceso de adopción internacional tres años antes, pero no fue hasta 2008 cuando le enviaron al fin la foto del que iba a ser su hijo, un niño, y como narraron entonces para FARO tras su llegada a Ourense con sus hijo en brazos. «A partir del momento que ves la foto te das cuenta de que vas ser padre y lo prioritario es ya tenerlo contigo», señalaron.

Luis Pablo y Geni a su llegada a Ourense. | Iñaki Osorio
A aquel niño que toda una familia esperaba con muchísimo amor y no pocos juguetes, y con alguna toalla con el nombre de «Alba», en la convicción de que toda las adopciones internacionales de China era siempre niñas, recordaba entonces su madre, lo que le ha gustado ya desde pequeño «ha sido pintar, siempre me recuerdo dibujando y creando cosas», explica. «Esa era mi afición mientras otros jugaban al fútbol».

Luis, Pablo y Geni en Ourense / Iñaki Osorio
Cursó con éxito los estudios porque «siempre me ha gustado ser responsable con lo que hago y hacerlo lo mejor posible», asegura en un alarde de madurez, y en cuarto de Secundaria «ya decidí hacer Bachillerato de Artes en la Universidad Laboral y encaminar mis estudios hacia las Bellas Artes, que cambié luego por el grado superior de Diseño Gráfico en la Faílde», explica, al tiempo que baraja todas las posibles especialidades que ve para su futuro.
Su inspiración son ilustradores como Estudio Catastrófico, Gema Vadillo entre otros, «por centrarme en algunos españoles, y otros, pues me gustaría trabajar en diseño editorial o desarrollador de identidades visuales», apunta.
Ese niño, que se recuerda siempre en facetas creativas, lamenta que no se imparta más formación en estas materias en Secundaria e incluso los orientadores «no tenían mucha información cuando les decía que quería encaminar mi formación hacia el diseño o la ilustración» . Su padre también es fotógrafo «y él también me introdujo en la fotografía; creo que son todos temas relacionados al final con el arte».
Cuando uno se extraña de su apabullante madurez, reconoce que «me tomo mis estudios muy en serio, pero claro que luego con mis amigos hago travesuras propias de mi edad».
para Pablo, su identidad y sus raíces están claras y conocer su país país de origen «no es algo que me quite el sueño. Pensando con racionalidad me pregunto ¿qué voy a buscar allí? ¿Ver personas que ni conozco? Tal vez algún día, pero no me aporta mucho. Mi vida está aquí y esta es mi familia. Tuve una enorme suerte y tengo los mejores padres».
Pese a que nació hace ahora 19 años en una ciudad china próxima a Hong Kong, y su nombre original de registro era Xu Zi Quiu, para Pablo, su identidad y sus raíces están claras y conocer su país país de origen «no es algo que me quite el sueño. Pensando con racionalidad me pregunto ¿qué voy a buscar allí? ¿Ver personas que ni conozco? Tal vez algún día, pero no me aporta mucho. Mi vida está aquí y esta es mi familia. Tuve una enorme suerte y tengo los mejores padres».
Su experiencia ha sido y es gratificante, por esta a favor de la adopción de un hijo o una hija: «Es un regalo que enriquece a las dos partes, al adoptado y al que adopta», asegura sin fisuras.
Sí le sorprendió años después saber qué era la primera adopción de un niño de China, «pero ahora es algo muy normal y de hecho no me he sentido excluido; tal vez algún episodio en infantil o en Secundaria sin importancia. Pero en Bachillerato y ahora en la carrera, estoy integrado totalmente y con un circulo de gente muy diversa».
Sueña, como cualquier joven universitario en hacer un Erasmus «que te abre puertas al conocimiento» y ya piensa en Italia, Polonia o Portugal, ejes del diseño. Si le cuesta definir a sus padres aunque confiesa que «mi madre es a la que le toca poner cara seria en mi educación y mi padre más el gracioso. He cogido y aprendido cosas de los dos porque son los que me han formado como persona». Su experiencia ha sido y es gratificante, por esta a favor de la adopción de un hijo o una hija: «Es un regalo que enriquece a las dos partes, al adoptado y al que adopta», asegura sin fisuras.
En Galicia el tiempo de espera para una adopción se puede demorar hasta nueve años
Los últimos datos que tiene el Portal de Adopciones de la Xunta son entre 2010-2022 y en esos doce años se hicieron 1.805 solicitudes de adopción nacional y 1.590 de adopción internacional en Galicia, en línea descendente hasta ahora. Ourense es la provincia con menos peticiones internacionales (115) en el periodo de referencia y 237 de ámbito nacional.El proceso es largo y complejo y puede durar en el caso de estas adopciones, sobre todo las de ámbito nacional, hasta nueve años, según los datos que barajan las fuentes oficiales. Pero como indicaban ya Genoveva y Luis en sus primeros días ejerciendo como padres «al poco de tenerlo ya no entendíamos como era antes la vida sin Pablo» .
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