Cuando el termómetro sube, Ourense baja a Oira

Mientras las instituciones trabajan en un proyecto para identificar zonas que sirvan de refugios climáticos frente a las olas de calor, los ourensanos ya han elegido el suyo: las piscinas de Oira. Un espacio gratuito y concurrido que cada día acoge a cientos de personas que buscan alivio ante las altas temperaturas.

Un par de socorristas explicando las normativas de la piscina este fin de semana en Oira.

Un par de socorristas explicando las normativas de la piscina este fin de semana en Oira. / Iñaki Osorio

L.G

Ourense

En plena ola de calor los ourensanos buscaron refugios climáticos. La Universidade de Vigo, la Xunta de Galicia y el Concello de Ourense firmaron hace seis días el convenio para elaborar un proyecto piloto, que después se extenderá a otras ciudades gallegas, mediante el cual, antes de que acabe el año, los investigadores del Campus de Ourense identificarán los lugares más idóneos para crear estos espacios para proteger a la población ante los episodios de temperaturas elevadas. Mientras ese proyecto no es una realidad, los vecinos de la ciudad lo tienen claro: el oasis se encuentra en Oira.

Esta semana las piscinas abrieron sus puertas para alegría de muchos que buscaban donde poder darse un chapuzón. Tantos que desde las instalaciones valoran que cada día pasaron por ellas «entre 1.500 y 2.000 personas», toda vez, además, que el espacio tiene una condición que no se da en bastantes kilómetros a la redonda, no cobran entrada, pese a que no se trata de un paraje natural, sino de una construcción con agua tratada.

«Es un espacio único y muy privilegiado en esta ciudad y en esta provincia, la gente tiene que concienciarse de eso y cuidarlo mucho», subraya Alberto Rodríguez, quien desempeña funciones de mantenimiento en estas instalaciones, a las que llegan personas de todas las edades. «Dependiendo de las horas se puede ver un perfil u otro. Esta semana, al tratarse todavía del mes de junio, con los colegios todavía abiertos, las mañanas fueron para los jubilados, especialmente a primera hora, pero a partir de las cuatro de la tarde ya se encontraban familias con niños y mucha gente joven en general», valoran desde la piscina.

Con la llegada de los primeros bañistas también han llegado ya los socorristas, este año el concello cuenta solo con 7 socorristas, menos de los que podría solicitar, pero, por el momento, suficientes para el buen funcionamiento de un recinto que esta primera semana ha estado muy transitado.

En turno de mañana son tres compañeros los que ejercen de vigilantes de la playa en esta provincia sin mar, por la tarde son cuatro, y, a mayores, se suma un vigilante de seguridad, por si hubiese algún conflicto. Hasta la fecha no ha sido así, la semana ha transcurrido con tranquilidad absoluta y con una noticia que también valoran como positiva «se realizó una campaña sobre la importancia de cuidarse la piel para evitar los melanomas y es algo que notamos muchísimo, con respecto a otros años se incrementó el empleo de cremas solares» esgrimen.

Además del uso de protectores, los socorristas hacen hincapié en la necesidad de hidratarse, «incluso aunque se crea que no hay sed» y, también repasan las normativas, «en unas piscinas públicas están prohibidos los saltos mortales, los flotadores o beber bebidas en recipientes de cristal, así como bañarse completamente vestido», todo ello para que las jornadas transcurra sin incidencias, más allá de las inevitables «alguna picadura o algún resbalón en las duchas».

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