A Teresa, de 93 años y en silla de ruedas, la subieron en volandas a su casa de Ourense, un tercer piso

Cuatro colaboradores de Cruz Roja la llevaron a su vivienda en medio del apagón: «Fueron maravillosos y encantadores, no podían ser mejores», valora la nonagenaria, con pasado en el voluntariado

Teresa, con su cuidadora Norma y efectivos de Cruz Roja, incluidos dos de los voluntarios que la asistieron el lunes.

Teresa, con su cuidadora Norma y efectivos de Cruz Roja, incluidos dos de los voluntarios que la asistieron el lunes. / IÑAKI OSORIO

Javier Fraiz

Javier Fraiz

Ourense

A María Teresa Aragón la ha recompensado el karma. Esta ourensana de 93 años ha recibido lo que ella dio de primera. Hace décadas fue voluntaria en Cruz Roja. Dedicaba su tiempo a acompañar a mayores en soledad. El lunes, la nonagenaria pudo volver a su casa gracias a un dispositivo de la ONG. Cuatro la subieron en volandas a su vivienda, en un tercer piso del centro de Ourense, cargando con decisión y control con la silla de ruedas, en la que la señora se desplaza desde hace más de cinco años, desde que sufrió una caída que mermó su movilidad hasta el momento en el que necesitó el asiento para desplazarse con seguridad.

Mientras la mujer y su cuidadora Norma Cáceres —una interna que es más que una trabajadora, una compañera de vida desde hace siete años— estaban en la terraza de una cafetería junto a una sobrina de la mujer, la red eléctrica se apagó en España. «Estuvimos espera, espera, espera..., pero la luz no llegaba», recuerda.

Por recomendación de la familiar de la señora, decidieron contactar con la teleasistencia, pero el servicio no funcionaba porque las comunicaciones fallaban. Tampoco era posible hablar con el 112, saturado en ese momento, dicen las protagonistas. Norma resolvió la situación telefoneando a Cruz Roja en varios intentos de comunicación que finalmente la escasa cobertura permitió. Desde un número central enlazaron su llamada con la delegación de Ourense. Al otro lado estaba Paula Casado, la responsable en la provincia del servicio de teleasistencia de Cruz Roja, que da apoyo a unas 2.000 personas, mayores y en soledad en su mayoría. El botón de los beneficiarios, un collar, facilita los avisos urgentes.

«Desde que me dijeron que nos iban a ayudar pasaron 15 minutos, como mucho, hasta que llegaron el portal»

«Le dije que íbamos a ayudarla», subraya la profesional. «Nos pusimos en contacto con los voluntarios que estaban en la calle en ese momento ayudando a quienes pudieran solicitar apoyo», añade Paula. «Desde que me dijeron que nos iban a ayudar pasaron 15 minutos, como mucho, hasta que llegaron el portal», recuerda Norma.

A lo largo de la tarde del lunes, los efectivos de Cruz Roja en Ourense ya habían realizado dos traslados al complejo hospitalario, en apoyo al 061. El auxilio a Teresa le permitió regresar a su domicilio. Durante la crisis por el apagón, Cruz Roja movilizó en la ciudad dos ambulancias, tres vehículos y un equipo de diez personas, entre técnicos sanitarios y socorristas.

«Todo lo que sea ayudar a una persona da mucha satisfacción. Ver que se siente tan aliviada te hace sentir bien»

Óscar Castillo

— Voluntario de Cruz Roja

Javier Gesteira fue uno de los voluntarios de Cruz Roja que participó en el operativo con Teresa, a la que decidieron movilizar, desde el portal al tercer piso, sobre la propia silla de ruedas. «Fuimos subiendo poco a poco, porque los giros eran muy complicados, todo se hacía en el aire», recuerda un día después, en el reencuentro con la señora. «Pero muy coordinados y organizados y maravillosamente rápidos», valora Norma. «Todo lo que sea ayudar a una persona da mucha satisfacción. Ver que se siente tan aliviada te hace sentir bien», expresa Óscar Castillo, otro voluntario que cooperó en la tarea.

Cuando cruzó el umbral de su domicilio, Teresa se sintió «más tranquila de verme en casa». La ourensana Elogia a quienes la ayudaron: «Fueron maravillosos, atentísimos y encantadores, no podían ser mejores de lo que fueron».

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