La acusada del crimen de O Barco se exculpa: «Era como mi hermana»
La mujer, que se encuentra en prisión provisional por estos hechos, declaró en último lugar | Los forenses apuntan que la víctima fue inmovilizada y asfixiada con un «objeto blando»

La acusada, durante la cuarta sesión del juicio en la Audiencia Provincial. / Roi Cruz
L.G.
Tras cuatro sesiones del juicio por el crimen de Leticia Sanabria, la joven cuya muerte violenta puso en vilo a O Barco de Valdeorras en septiembre de 2021, ayer el jurado popular —formado por 7 mujeres y 2 hombres— pudo escuchar la declaración de la única acusada, la compañera de piso de la víctima.
La mujer pudo dar su versión de los hechos en último lugar, tras escuchar las versiones de todos los testigos, los peritos, los forenses y la hermana de la fallecida. Pese a ello, solo respondió a las preguntas de su letrado ante el que se exculpó asegurando que la quería «como una hermana». A él le contó gran parte de su historia personal antes de llegar a hablar de la noche del crimen. Llegó a España en el 2007 «muy joven» y «sabiendo a lo que venía, pero en Nigeria vivía muy mal». «A lo que venía» era a trabajar en clubes de alterne. Tanto víctima como acusada se conocieron en ese entorno, en el Osiris de O Barco, muchos años más tarde.
Los ingresos
La fecha exacta no la recordaba la acusada, pero sí las primeras conversaciones. Estando en ese local dijo que fue Leticia la que se aproximó a ella y empezó a contarle cómo había acabado allí. Según su versión, ya le contó que enviaba dinero a su familia en Paraguay, para ayudar en gastos desde el domicilio hasta la educación de sus hermanos —un total de ocho menores que ella—. «Estaba agobiada» por este tema, según la acusada, que reconoció que, al hilo de esto, sí que le dijo que no mandase tanto dinero «que guardase para ella» porque «una vez me dijo ‘a veces siento que papá y mamá solo me quieren por el dinero’» .
Al mismo tiempo sostuvo que ella no tenía ningún problema económico, «haciendo frente a mis gastos me quedaban 2.000 euros limpios al mes», esgrimió en la Audiencia Provincial. Un dato importante para el juicio ya que desde el principio la tesis que sostienen tanto el Ministerio Público como la acusación particular es un móvil económico. Según estas partes y según varios de los testimonios, Leticia había acaparado a numerosos clientes tras su llegada al club, lo que mermaba los ingresos de Fátima —la acusada— que, según declaraciones de testigos y un mensaje rescatado del almacenamiento online del movil de Leticia por la Guardia Civil, tenía una deuda con la víctima que ascendía a 11.000 euros. Ella negó ayer este extremo aludiendo a sus beneficios, indicando que incluso «pagaba el alquiler de un piso en Madrid» que tiene para «descansar».
Un carácter «difícil»
Junto al móvil económico otro de los grandes ejes del juicio ha sido el carácter de la acusada. Los testigos han dicho que era «controladora», «manipuladora», «difícil» o «especial» entre otros adjetivos. La hermana de la víctima llegó a decir que ejercía «dominio» sobre su familiar.
De estas acusaciones también se defendió sin negar que sea cierto que tiene un carácter «fuerte» —otro de los adjetivos más empleados—. «¿Cómo no voy a tener carácter con todo lo que viví», cuestionó para exponer que «es un mundo que nadie puede entender si no lo vive. Si no tienes carácter...Te pueden pasar muchas cosas».
No obstante, recordó que Leticia mantenía relaciones personales con hombres que no la trataban bien y de los que ella intentaba advertirla y «protegerla». En este sentido, relató un incidente con un novio de Leticia. Ella había cortado con él por «un problema de celos», según él mismo expuso en su testimonio. Según la acusada, ella tuvo que enfrentarse a él en una ocasión. «Leticia me dijo que no la dejaba vivir», introdujo para exponer que «siempre lloraba» por esta situación y que un día la llamó diciéndole que el hombre «estaba abajo», que «se escondía tras los contenedores» e incluso que una vez la llegó a perseguir hasta el club en el que trabajaba. Fue en este marco en el que tuvieron el encontronazo, «me dijo ‘si no está conmigo no va a estar con nadie'», aseveró.
El ADN y la habitación
Ya centrándose en la noche del crimen relató que llegaron juntas del club pasadas las 03.00 horas, cenaron y tras una breve charla se fueron a sus habitaciones. A la mañana siguiente ella salió a hacer recados y ya al mediodía intentó contactar con su compañera por teléfono para tomar algo. No contestó. Cuando regresó al piso se dirigió a la habitación de Leticia, «abrí la puerta y lo primero que vi fue la ropa en el suelo. Encendí la luz y mi amiga estaba en el suelo», contó entre lágrimas.
A preguntas siempre de su letrado explicó que se quedó dándole la mano hasta que llegaron los paramédicos y la hicieron salir de la habitación, «si quieres ayudarla, sal», refirió que le dijeron y que, por ello, abandonó la estancia «pasando un pie por encima de la cama, porque había mucha gente». Justificando así la declaración de un guardia civil que apuntó que la acusada le dijo que «se cayó» en la escena, «supongo que era para alegar si aparecía ADN en base a esa caída», sostuvo este agente.
Además declararon diversos peritos. Los forenses se centraron en explicar las transferencias de ADN. No apareció en la cama, pero sí en la mano de la víctima y en una diadema de lana. Explicaron que el cuerpo presentaba heridas compatibles con «un forcejeo» e indicaron que todo apunta a que Leticia estuvo tumbada en el suelo y que la persona que la agredió se colocó encima «ejerciendo presión» y «haciendo fuerza» con un objeto blando, que le habría causado la asfixia. Sobre si el ADN podría haber aparecido en la mano por sostenerla, como dice la acusada, dijeron «podría ser» si es «un contacto continuado».
Por su parte, los agentes de criminalística aseguraron que los móviles sitúan a las dos en el piso y también que uno de los dispositivos de la víctima se movió de la habitación a la cocina una vez que ya estaba muerta. No se han encontrado. Para otros agentes de criminalística la escena «no dio impresión de robo, estaba todo muy ordenado», por lo que no descartan que «podría ser» una simulación.
La acusada se defiende, «era mi familia, era como una hermana para mí», esgrimió emocionándose asegurando que «no tenía intención de controlarla» sino de «protegerla».
La familia de Leticia Sanabria pide «que se haga justicia»
Una hermana de la víctima ha pedido que «se haga justicia en nombre de ella». Así respondió a preguntas de los medios de comunicación sobre qué espera del juicio tras finalizar esta cuarta jornada en la que declaró la acusada.A la salida de la vista oral, esta mujer, que llegó a España gracias a su hermana Leticia, no dudó en sostener que la acusada «está mintiendo al decir que era mi familia la que le pedía dinero. Le pedíamos, pero para la casa que ella se estaba haciendo en Paraguay, porque quería volver y también para la educación de mis hermanos. No por pedir.». Para ella, Fátima —la acusada— es posible que estuviese molesta porque «a ella no le gustaba que enviase dinero, porque ella se lo quitaba a cada rato».Según su relato, cuando ella aún residía en Panamá Leticia le envió mensajes a su madre diciendo que Fátima «me pide mucho dinero y yo ya tengo miedo, porque si le digo que no se enfada mucho y me maltrata». «A ella no le gustaba que enviase dinero porque obviamente se lo quitaba», insistió la hermana.Prueba de ello, es que, según la joven, Leticia en su estado de una aplicación de mensajería había publicado una vez una foto de la casa «y le contó a mi madre que Jeni —como se referían a Fátima— le preguntó de quién era, cuando le dijo ‘mía, me la estoy haciendo’ le dijo ‘para qué, si no vas a volver’».Siempre según su versión, su madre llegó a decirle a Leticia que la acusada «no era una buena persona», pero ella «al principio se sentía protegida y ahora...Mira».
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