Envidia y dinero, los posibles motivos tras el crimen de Leticia Sanabria
La hermana declaró en la primera jornada revelando que la acusada «dominaba» a la joven con la que compartía vivienda y trabajo | Las acusaciones apuntan al móvil económico

La acusada, F.A, en la primera sesión del juicio que se prolongará hasta el viernes. / Iñaki Osorio
L.G
Desde ayer y hasta este viernes nueve ciudadanos se encargan de juzgar el crimen de Leticia Sanabria, la joven cuya muerte violenta en septiembre de 2021 conmocionó al concello de O Barco de Valdeorras, donde residía y también trabajaba. Ejercía la prostitución en un club de alterne. Fue allí donde conoció a su compañera de piso, la única acusada, quien ayer se sentó por primera vez en el banquillo aunque no declarará hasta la última sesión, a petición de su abogado. Será la primera acusada en un juicio con jurado popular en Ourense en declarar en último lugar tras cambiar el criterio de la Sala en base a la ley 1/2025 que entra en vigor este año.
«Su tarea es estar atentos». Con esta premisa introdujo el representante del ministerio público, Miguel Ruiz, la labor que deben desempeñar a lo largo de la semana las siete mujeres y los dos hombres que componen el jurado popular, que ayer atendió a las explicaciones de los informes iniciales de las tres partes: Ministerio Público, acusación particular y defensa. También pudieron oír la única declaración de la jornada, la de la hermana de la víctima que residía en España.
Envidia profesional
«La acusada tenía mucha envidia porque Leticia se había llevado mucha clientela», relató en su explicación el fiscal, contando que las dos mujeres se conocieron en el club de alterne y acabaron compartiendo el alquiler de un piso en O Barco de Valdeorras. Allí aparecería muerta la víctima, «a la que describían como buena, dulce e inocente» mientras que a la acusada «con un carácter fuerte», «violenta y controladora».
La víctima «ganaba mucho dinero» y lo enviaba a Paraguay, de donde era originaria, para mantener a su familia, pero también le dejaba dinero a la acusada, «que le debía entre 6.000 o 7.000 euros y quería recuperarlo». En Paraguay la madre de Leticia y ocho hermanos costeaban la casa y la educación con los envíos que llegaban desde Valdeorras. «Enviaba dinero por encima de la legalidad porque hay un cupo máximo de envío, así que para poder seguir mandando, cuando superaba los 3.000 euros, empleaba amigos y conocidos», expuso Ruiz para avanzar que el sueño de la víctima era ahorrar lo suficiente como «para regresarse a Paraguay cuando cumpliese los 30 años». Falleció con 29.
Un móvil económico
La acusación particular empezó su informe profundizando en el relato personal de la víctima, contando cómo llegó de Paraguay a España. «Nació en una familia muy humilde y conoció a una persona que le ofreció un puesto de trabajo en España, pero cuando llegó no era lo que se esperaba. Estuvo meses en un club en el que dormía en el suelo, de allí logró escapar y llegó al Barco de Valdeorras», introdujo la abogada de la familia.
Del carácter de la fallecida dijo que destacaba por «inocente y confiada». Pese a ello no tenía cuentas bancarias, sino que guardaba todo el dinero que ganaba en su propia habitación, algo que era conocido por su entorno más cercano. «El móvil es económico», aseveró al hilo la letrada, que para corroborarlo contó que «meses antes» la joven le había enviado a su madre «una fotografía con un fajo de billetes que sumaban 26.000 euros», dinero que guardaba en su habitación y que «no ha aparecido durante la investigación».
Centrándose en la noche del suceso, para la abogada, Leticia Sanabria «fue atacada de forma sorpresiva con un objeto punzante y fue asfixiada con un objeto grande para el que se necesitaban dos manos. No se pudo mover ni defender», expuso tras hacer un repaso de lo que era el día a día de la víctima y de la acusada, compañeras en el domicilio y en el trabajo.
Al terminar su jornada laboral de madrugada, a las 03.00 horas, cogían un taxi y se dirigían juntas a la vivienda. Allí preparaban la cena y la víctima «se duchaba y hablaba con su novio», de quien la noche del 10 de septiembre se despidió a las 03.28 horas por un mensaje de whatssap. «Sin embargo, poco después, a las 04.06 hay un mensaje simulado en esa conversación», defiende la acusación particular. En ese mensaje le pide que la acompañe a la peluquería al día siguiente, «pero no se parece nada a la forma de escribir de Leticia, enviaba muchos stickers, algo que no coincide con lo que solía hacer», sostiene esta parte para quien «la muerte se produjo mucho más cerca de las cuatro que de las seis».
De la acusada señaló que pese a que siempre «tenían las uñas perfectas» por su trabajo, al día siguiente presentaba «tres acrílicas rotas y la víctima arañazos», cuando «son unas uñas muy duras y muy difíciles de romper». Además, expuso que «en 2009 fue detenida por arrancarle un cacho de una oreja a una compañera de trabajo con los dientes». «Tiene antecedentes, una personalidad fuerte, era consumidora habitual de drogas y tenía muchos gastos de juego», contextualizó.
«Sospeché de ella»
Tras exponer sus puntos de vista para los nueve ciudadanos que dictarán veredicto, la Audiencia Provincial acogió la primera testifical, la de la única hermana de la víctima que vivía en España en el momento de los hechos. Ella contó que conocía a la acusada porque cada ocho días visitaba su hermana y estaba en el piso, pero la relación no era ni de compañeras ni de amistad: «dominaba a mi hermana, tenía que hacer las cosas como a ella le gustaba», esgrimió para apostillar que su hermana le había dicho que la actual acusada «tenía un carácter fuerte».
En este sentido relató un episodio en el que ella misma tuvo un incidente con la mujer por rechazar un cliente en el club. «Me empujó», dijo tras contar que ella creía que no le caía bien.
Respecto al día del crimen, la testigo contó que se enteró porque la llamó una amiga diciendo que había mucha policía en el piso de su hermana. Cuando llegó allí se encontró a la compañera, actual acusada, y a la que era cocinera del club, otra mujer, amiga de la víctima y de la sospechosa que estuvo año y medio en prisión hasta que se probó que era inocente. Estaba en casa y quedó acreditado gracias a los datos de una aplicación de salud del teléfono móvil.
Con todo, la hermana no olvida aquella escena. «Me parecía que no tenían sentimientos, yo estaba desesperada y ellas hasta se reían, la otra (la cocinera) no le dejaba hablar por si se le escapaba una palabra», valoró en la Audiencia, donde dijo que tras lo sucedido se alejó de la acusada. «Sospechaba y le tenía miedo», dijo sobre la que había sido compañera de piso de su hermana.
Hoy continuarán las testificales, pasarán por la Audiencia el novio de la víctima y la cocinera del club, entre otros.
Homicidio, asesinato o inocencia: la deliberación del jurado
Lo sucedido se remonta al 10 de septiembre de 2021. Aquella noche, según el escrito de Fiscalía, la víctima y la acusada regresaron al piso que compartían en la localidad e iniciaron una discusión entre las 04.20 y las 06.00 horas.Un desencuentro que desencadenó una pelea que acabó en crimen. «Ante la resistencia mostrada por la víctima se inició un forcejeo en el que la acusada le causó lesiones consistentes en múltiples contusiones» y «una herida incisa en el hombro izquierdo», esta última con un objeto punzante. «Finalmente, la acusada cogió algún objeto blando y con la intención de anular la resistencia mostrada por la víctima y de acabar con su vida» se lo colocó sobre la cara «y apretó con fuerza hasta que le causó la muerte por asfixia», recoge el escrito.Fiscalía solicita 12 años de prisión y una indemnización de 150.000 euros, calificando el crimen como un delito de homicidio, mientras que la acusación particular eleva la petición a 20 años de cárcel considerando que hubo alevosía y, por tanto, es asesinato. En caso de que el jurado la considere culpable de homicidio pide que se tenga en cuenta un agravante de abuso de superioridad, por lo que solicitan 14 años de prisión. De responsabilidad civil 200.000 euros. Para la defensa el único delito «es haber estado en el mismo domicilio» y pide la absolución.
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