Desde una cumbre a una cueva: los guardias de montaña que rescatan en lugares difíciles
En Trives tiene la base el único grupo de Galicia especializado en salvamento de montaña: «El control mental es aún más importante que el físico, y el factor humano es fundamental, te pones en la piel de personas que te necesitan»

Guardias especialistas en montaña del GREIM de Trives, junto a la perra adiestrada Dana, que trabaja para la unidad / Brais Lorenzo

En la ladera de una montaña de Pena Trevinca, a 1.850 metros de altitud, los guardias civiles especializados en el rescate e intervenciones difíciles del GREIM de Trives —el único grupo de estas características en Galicia, capacitado para actuar en cumbres, barrancos, cuevas angostas y los lugares más inaccesibles en las búsquedas de desaparecidos, como ríos y pozos— recuperaron el cuerpo de un piloto fallecido en octubre de 2022 tras un siniestro con su avioneta de extinción de incendios, durante un viaje desde Doade (Sober, Lugo) a Córdoba, que se vio frustrado por el mal tiempo y el fatal desenlace. Los rescatadores realizaron cuatro horas de travesía a pie. Trasladaron a hombros el cadáver de la víctima, en medio de la niebla, la ventisca, el frío y la escasa visibilidad. En diciembre de ese año, los especialistas en salvamento participaron en el operativo para sacar de las aguas del Lérez, en Cerdedo-Cotobade, a las siete personas fallecidas en el accidente de un autobús que hacía la ruta Lugo-Vigo.
En 2016, el GREIM luchó al filo de lo imposible para recuperar el cadáver de un barranquista portugués que murió cuando se aventuraba junto a otros compañeros por la Corga da Fecha, una ruta en el parque natural y reserva de la biosfera del Xurés. En un pulso contra los elementos —la altura de una enorme pared vertical de roca, la fuerza del agua en torrente—, el GREIM persistió durante días hasta que rescató a la víctima. Hace una semana, los especialistas de montaña del instituto armado de Trives salvaron a cuatro personas atrapadas en la nieve con su todoterreno, a 10 kilómetros de la estación de Manzaneda. Los guardias del GREIM llegaron al lugar tras una travesía en esquí de dos horas.

En 2016, el GREIM trabajó durante días en el Xurés para rescatar a un barranquista fallecido. / Brais Lorenzo
«El factor humano es fundamental e influye mucho en esta especialidad porque ayudas a los demás, te pones en la piel de personas que te necesitan», subraya Marcos Alonso, uno de los efectivos. «El control mental es aún más importante que el físico. Se trata de dominar las técnicas y tener la tranquilidad en el momento de la actuación para desarrollarlas bien. Por eso los entrenamientos son tan importantes», expone Justo Alemparte, otro especialista.
El GREIM se implantó en el municipio ourensano de Trives en 1982, por su proximidad a la estación de esquí de Cabeza de Manzaneda. Es el único grupo especializado en salvamento de montaña que el instituto armado tiene en Galicia. Está integrado por siete profesionales: seis guardias civiles y el cabo primero, Fernando Posada, que lidera la unidad. «Sabemos para lo que nos hemos entrenado y estamos preparados para salir a cualquier hora y cualquier día. Es un servicio 24-7», resume el jefe.
En todo momento hay dos efectivos de guardia y el resto, de localización por si surge la emergencia donde sea, porque ante lo imprevisible no se puede tener agenda. En 2024 realizaron una decena de operativos propios, pero también están a requerimiento de las peticiones de apoyo que provienen de su matriz operativa, en Cangas de Onís (Asturias).
En el día a día, el entrenamiento técnico y la preparación física configuran sus rutinas. Cuando hay nieve en la cercana estación de Manzaneda es un buen momento para practicar esquí. También realizan salidas habituales de escalada. Dos veces al año —una semana en invierno y otra en verano– participan en planes formativos de la especialidad, para mantener el conocimiento actualizado.
El acceso al GREIM es exigente. El primer corte se sitúa en la admisión al curso de especialización. Las plazas son reducidas. Tras unas pruebas de acceso salen elegidos los aspirantes con mejor puntuación. El curso formativo para ser GREIM se lleva a cabo en el Pirineo aragonés, en la escuela de Candanchú. Durante nueve meses —se producen expulsiones a lo largo del curso cuando el alumno no cumple el nivel exigido—, los futuros especialistas se forman, en la teoría y en la práctica, en la variedad de campos de intervención que asumen estas unidades especializadas del instituto armado, como espeleología, esquí, barranquismo o escalada, tanto en paredes como sobre el hielo. La primera premisa para elegir este rumbo profesional es una obviedad. «Si no te gusta la montaña, no pintas nada», confirma Posada. «Hace falta una buena forma física y también psicológica», añade.
«La clave es el trabajo en equipo; tenemos una confianza en el otro grandísima», subrayan
El respaldo del compañero confiere seguridad en las intervenciones. «Tenemos una confianza en el otro grandísima. Cuando estás colgado en altura dependes de otra persona que te asegura por si te caes», ilustra el cabo del GREIM. «Uno por sí solo podría hacer algunas cosas, pero la clave es el trabajo en equipo, muy importante», enlaza el guardia Marcos Alonso.
En el grupo hay un componente especial: Dana, una perra de 8 años, un pastor belga malinois —le quedan pocos meses para el retiro— que está especializada en la búsqueda de personas en grandes áreas —su olfato resulta de gran ayuda en los operativos para localizar a desaparecidos en el rural—, así como en el caso de avalanchas. El animal trabaja al servicio del GREIM desde que era un cachorro. El guardia Alberto Suárez es su guía. «Dana es un compañero más», subraya. Entrenan a diario y asisten a dos programas de formación específica junto a especialistas GREIM de otras zonas.

La perra adiestrada Dana, que trabaja para la unidad / Brais Lorenzo
En Galicia, los sucesos más habituales que requieren la presencia de los guardias de montaña son las búsquedas de personas desaparecidas en lugares de difícil acceso. En muchos casos, las víctimas son personas mayores con deterioro cognitivo, que se extravían. Los agentes de montaña actúan en puntos complicados, como cauces de ríos, barrancos o pozos. «La maleza y el abandono son la principal dificultad», dice Alonso.
Desde que reciben la primera llamada tardan menos de media hora en estar de camino. Cuando está disponible y la meteorología lo permite, el helicóptero con base en A Coruña acorta notablemente los tiempos de desplazamiento y, además, permite que los rescatadores alcancen el punto del suceso, o el lugar más cercano posible.
«Estamos preparados para todo», resalta Alonso, con 14 años de experiencia en el GREIM. «Entrenar, cuidarse y mantener el físico» —añade— es imprescindible para que, cuando sea la hora, la respuesta en el salvamento se acerque al máximo a la perfección.

Entrenamiento técnico de rescate con tirolina y contrapeso. / Brais Lorenzo
El nivel de conocimiento de los agentes reúne un vasto dominio de cuestiones técnicas como los distintos útiles del material y su función para cada emergencia. Justo Alemparte, con una trayectoria de 20 años, cuenta con formación específica sobre la revisión de los equipos de protección individual. «Un especialista puede tener en material individual unos 200 artículos, incluyendo vestuario. Hay que llevar un control sobre el material colectivo y el individual, como las vagas de anclaje o las cintas exprés, vigilando el desgaste y los posibles fallos, para llevar al máximo la seguridad y evitar el riesgo en la medida de lo posible», describe el guardia. «Se realiza una revisión anual pero, además, hay un control diario. Cada especialista revisa su material al empezar y acabar una misión. Si se encuentra una incidencia, intentamos subsanarla o desechamos el producto».
«El material va evolucionando y el que se desgasta o estropea se repone», continúa Justo Alemparte. «En los últimos años han aparecido muchísimas novedades, se han aligerado los materiales y las resistencias, sobre todo a los roces con juntas de roca. Todo ha evolucionado. Por ejemplo, un destensor que antes podía llegar a un kilo ahora es de 200 gramos», dice el agente. «Cuanto menos volumen y más ligero sea el equipo, más beneficioso para nosotros», destaca.
Material para cada actuación
En el cuartel hay un vestuario en el que los agentes disponen de su material individual. En otra sala se guarda el equipamiento colectivo, desde sacas de barranquismo que dejan entrar y salir el agua, útiles de primeros auxilios —collarín e inmovilizador de columna, férulas de distintos tamaños, según la complexión de la víctima y el miembro afectado—, hasta mochilas de montaña para portear, tornillos de hielo para escalar en esa superficie, camillas y sacas de espeleología, muy resistentes para el paso y el roce por espacios estrechos en el subsuelo.

Dos agentes se visten en la sala de material individual. / Brais Lorenzo
«Hay rescates en espeleología en los que para que pueda pasar la víctima, rígida, debemos introducir con taladro unas pequeñas cargas para abrir espacio y que la camilla pueda salir», indica el cabo. «Hay pasos muy estrechos en los que se nos complican las maniobras», ratifica Alemparte. Los dos disponen en Trives de la formación específica en microvoladuras. Se mantienen actualizados con dos planes anuales de instrucción.
«Un rescate de espeleología en una cueva quizá sea lo más penoso que podemos tener, pero estamos entrenados y adaptados a lo que toque», dice Alonso. «Miedo no» —confiesa el grupo—, pero en su trabajo, «respeto, siempre».
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