Acusa a un guardia civil de amenazas y multas sin base en un control del covid: «Me dijo que me iba a salir caro el pan»
El agente y su compañero de patrulla niegan irregularidades pero su jefe, expedientado tras una queja del acusado, avala al conductor, que recibió seis denuncias

El guardia civil acusado, durante el juicio. / IÑAKI OSORIO

El juicio en la Audiencia Provincial de Ourense por las presuntas irregularidades que un ciudadano atribuye a un guardia civil evidencia el mal clima entre el acusado y el brigada —ahora es subteniente— que comandaba el cuartel de Ribadavia. El superior avala la versión de un conductor que denunció que, el 15 de noviembre de 2020, en un control de movilidad por el covid en Francelos, fue víctima del agente encausado, al que la acusación particular atribuye un presunto delito de falsedad documental o, alternativamente, de prevaricación, así como un delito leve de amenazas. Esta parte solicita 3 años de prisión, multa y 4 años de inhabilitación por falsedad, o bien 9 años sin empleó público por prevaricación. Por amenazas leves solicita una sanción. La Fiscalía no ve delito y pide la absolución, igual que la defensa.
El conductor recibió seis denuncias por la mascarilla, saltarse el perímetro de restricción por el covid, no ponerse el chaleco al bajar del coche cuando le pidieron que abriese el maletero y, una vez que le indicaron que continuase la marcha, por desobedecer supuestamente a la patrulla, realizar un giro indebido y peligroso y por no llevar puesto el cinturón, unos hechos que el particular niega. Ganó en el contencioso dos recursos. Según su abogada, solo llegó a pagar al final por lo del chaleco.
«Me dijo que me iba a salir caro el pan», afirma el denunciante. «Si no llevara esto», en relación al uniforme de guardia, «lo solucionábamos de otra manera», dijo el ciudadano sobre las palabras del encausado. En cambio, el agente atribuye al particular un comportamiento «chulesco» y «alterado». El agente citó la misma frase, pero al revés: «Dijo que, si no llevase uniforme, me iba a enterar».
El conductor se dirigía a una panadería de Francelos, situada en del mismo municipio de Ribadavia —la acusación particular subraya que, por lo tanto, no se saltó ninguna restricción—, en un coche en el que llevaba a su madre dependiente, para cuyo cuidado disponía de una autorización de los servicios sociales del Concello que lo facultaba para realizar desplazamientos. El guardia civil niega irregularidades y su compañero de patrulla ratificó en la vista su versión.
El jefe asegura que escuchó al acusado decir al conductor: "Te vas a enterar, tienes suerte de que estoy de uniforme"
«Dio cuenta disciplinariamente del brigada y ahí empeoró todo»
La defensa sostiene que la palabra del mando no es creíble porque el agente planteó una queja contra él por otros hechos —una falta de respeto—, que derivó en una sanción de dos días. La denuncia del conductor fue cercana en el tiempo a ese expediente, de enero de 2021. «Dio cuenta disciplinariamente del brigada y ahí empeoró todo», relató otro agente del cuartel sobre esa situación. El testigo está seguro, «casi al 100%», de que escuchó al superior hablar con el conductor. «En tono amigable», añade la defensa.
«A partir de ese momento hubo algún tipo de obsesión», expresó uno de los guardias del cuartel. El acusado hacía peticiones al jefe y recibía negativas. Discutía. A raíz del expediente, una investigación interna que llevó a parte de la unidad a declarar a la Comandancia, «se complicó el tema», expresó el testigo.
El jefe alude a advertencias
«Te vas a enterar, tienes suerte de que estoy de uniforme. Mi brigada, no sé si llevarlo detenido», declaró el mando sobre las supuestas palabras que, según sostiene, el acusado dijo al particular. «Le había hecho advertencias bastantes veces de que tratara a la gente con respeto», dice el jefe, que asegura que el acusado era el único problemático del cuartel.
El conductor —añadió el mando en el juicio— «estaba pálido» y manifestó presuntamente que el encausado actuaba contra él «por venganza y resquemor». «Fue muy triste», añadió el jefe, y en ese momento se emocionó.
El encausado, su compañero y la defensa inciden en que el mando estaba en el control a 25 metros de distancia y en el otro sentido, de modo que no podía escuchar lo que asegura que percibió. Los dos guardias de la patrulla mantienen que el acusado no gritó ni amenazó al conductor, reiteran que las multas estaban motivadas en hechos objetivos y dicen que el particular estaba alterado y esquivo.

El juicio se celebró este martes en la Audiencia Provincial de Ourense. / I. OSORIO
«Casi me atropella»
El acusado alega que, según las instrucciones que le había dado el mando, no se podía ir a Francelos a por pan porque en Ribadavia había tiendas. El particular mostró a la pareja el certificado para el cuidado de su madre, un tipo de justificante con el que hasta la fecha no se habían encontrado en los controles por el covid y que consideraban que no amparaba el desplazamiento. «En la pandemia fuimos la pareja más eficiente, cumplíamos a rajatabla», recalca el acusado.
Según su versión, tras informar al conductor de que sería multado por no usar bien la mascarilla, no ponerse el chaleco al bajar del coche y no respetar la restricción de movilidad, «le dije que continuase hacia adelante, pero hizo un cambio brusco de sentido, a gran velocidad, y tuve que saltar hacia atrás porque casi me atropella». El encausado dice que el conductor añadió, «en tono chulesco», que ya «no le daba la gana» de ir a por pan.
«Es una declaración viciada por la animadversión y enfrentamiento» del jefe con el acusado, dice la defensa
El superior difiere en todo. Pese a estar a 25 metros de distancia, escuchó «clarísimas» amenazas del guardia al particular. Se quedó «asombrado» cuando al día siguiente vio que, además de las denuncias por la movilidad y la mascarilla constaban cuatro más. El mando afirma que el conductor llevaba el cinturón e hizo una maniobra correcta al irse.
«Las denuncias se las dejamos en la mesa y no nos preguntó. De hecho, al compañero lo felicitó por la buena actuación», rebate el encausado. «Es una declaración viciada por la animadversión y enfrentamiento» del jefe con el acusado, «fueron actuaciones a posteriori para perjudicarlo, se subió al carro cuando el ciudadano denunció», dice la defensa. La fiscal también pone en duda la credibilidad, por la mala relación.
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