Entrevista | Helder Costa Gerente de Mur Marxinal
“Queremos que el traspaso mantenga la magia del Mur”
De mudanza y «pasando el luto» se encuentran Goretti González y Helder Costa, tras cerrar las puertas del Mur Marxinal
Á. J. Vidal
Es una semana triste para todo amante de la cultura, el debate y «las torrijas inigualables en todo Ourense». Goretti González y Helder Costa, a través de la cuenta de Instagram de Mur Marxinal, hicieron público este martes el cierre del que eligieron como «proyecto de vida», que para algunos era el «multiverso de las casas de las abuelas». Entre los muros de la nave construida en el 1967, desde el 2019 la pareja congregó artistas de diferentes maestrías, organizó talleres y ofreció «un espacio de recibimiento y tranquilidad con cantos de pájaros» a todo vecino o turista.
-¿El cierre tiene una motivación concreta?
-Viabilidad económica y conciliación familiar. En los 365 hay días buenos y días malos, pero no existen las ayudas públicas suficientes y la hostelería es un negocio complicado. Además, tenemos dos hijos, de cuatro y seis años, que pasaban muchas horas sin sus padres. Para ir al colegio, por ejemplo, dependían de sus abuelos. Fueron cinco años que, por el tiempo y dinero invertidos, supusieron diez.
-Viajemos diez años atrás.
-Dirigimos todos nuestros ahorros al que fue el proyecto de nuestra vida. Nuestra ilusión era crear un laboratorio de experimentación sociocultural. Viajamos desde Alemania a Hungría, pasando por Barcelona, visitando locales con conceptos similares. Queríamos ofrecer, con café servido en mesa, un lugar de encuentro para que la gente talentosa de Ourense debatiese y buscase formas de cambiar el mundo.
-¿Qué será ahora del local?
-Estamos intentando traspasarlo y que no acabe siendo un edificio residencial. Queremos que se mantengan la magia y la energía del Mur. Restaurante, taller, bar... Las posibilidades son infinitas pero que la nave siga suponiendo un ion del mundo cultural.
-¿Qué reacciones habéis recibido a la noticia?
-En los mensajes que nos llegan al teléfono, que no para de sonar, nos piden que no cerremos y nos dan las gracias por sostener la cultura e ser inspiración en Ourense y en Galicia. El calor que nos llega viene de todos los artistas que realizaron su primera exposición con nosotros, para convertirse en amigos, a aquellas personas que tomaban tranquilamente su café americano en la terraza, con el canto de los pájaros como compañía, o nos contaban su día a día.
-Sobre vosotros, ¿cómo estáis?
Esta semana estamos todos los miembros del equipo trabajando a puerta cerrada, recogiendo y pasando el luto. Goretti y yo queremos descansar y reconectar. Tenemos que coger perspectiva. De todo se sale y sabemos que nuestros clientes, aunque nos mantendrán para siempre en su memoria y corazones, encontrarán otros lugares que serán igual de alternativos, únicos y especiales.
Un «multiverso de las casas de las abuelas»
Entre el cemento y metal de la edificación, el Mur reunía y combinaba variedad de colores, texturas y épocas. Aunque «poco comprendido por algunos», el local fue «un hogar de comunión del arte y la gastronomía». A la par, fue el escenario de la articulación de votos matrimoniales o de dinámicas con Primo de Banksy.
-La decoración era uno de vuestros reclamos.
-Sí y muchos quieren comprar elementos expuestos. Algunos son herencias familiares y otros tienen un significado personal adquirido. El Primo de Banksy le regaló una obra original a nuestro maniquí, Ernan, con el que se amistó en una actividad ideada por Ana Fernández. Otro ítem curioso es el exprimidor más caro del mundo, por el que nos preguntan expertos. Un cliente nos definió como el ‘multiverso de las casas de las abuelas’.
-Otro, innegable, la carta.
-Los clientes decían que teníamos el menú del día de mayor calidad al mejor precio. Nuestros brownies, o el bocata de pastrami, tenían mucha fama. Nuestras torrijas eran inigualables en todo Ourense para amigos de Portugal.
-Siempre fue un lugar abierto a propuestas.
-Sí. Celebramos cinco bodas que solo los asistentes saben lo especiales que fueron. Fuimos poco comprendidos para algunos, pero una utopía para otros.
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