Julia Vázquez, mujer pionera en A Bola y legendaria como su Renault 6

Es la protagonista de la última campaña de la iniciativa «8M, mes a mes» de la Diputación de Ourense

Julia Vázquez en una imagen actual.

Julia Vázquez en una imagen actual. / FdV

Á. J. Vidal

Este 8 de enero ha sido dedicado, desde el calendario lila impulsado por el área de Igualdade de la Diputación de Ourense, a Julia Vázquez Álvarez. Bajo la hazaña de ser la primera mujer en sacar el carné de conducir en su comarca y tener su vehículo propio en 1975, a Vázquez la definen muchos otros hechos que sus dos hijos y tres nietos reciben como valores vitales principales: «Trabajar, ser buena persona y ayudar a quien lo pueda necesitar», enumera su hija Rosa Pereira.

Cuando el Renault 6 de Julia recorría las carreteras de la zona de As Mamoelas, en A Bola, «todos los vecinos sabían que era ella y que se pararía a preguntar si querían que los llevase a algún sitio». Conocida por sus vecinos es, también, «la valentía y actitud activa constante» de esta mujer. Ambas características son las que la acompañaron, y definieron, cuando en el 1971 su marido David Pereira emigró a Suiza. Con su «genio y figura», Julia se encargó de los cuidados familiares, una explotación de conejos y el mantenimiento de la huerta.

Julia Vázquez, en la granja familiar de conejos. Cedida

Julia Vázquez, en la granja familiar de conejos. / Cedida

En la campaña impulsada por la Diputación para que el 8M se celebre todos los meses, Julia sintetiza esa feminidad fuerte que, ante las ausencias físicas y económicas dadas por los movimientos migratorios del siglo XX, «luchaba y se iba defendiendo». Como cuando consiguió ayudas para mantener su granja familiar: «Llamó a todas las puertas posibles de Ourense y, pese a no estar acostumbrada al uso del castellano y recibir alguna mala contestación, consiguió las subvenciones», detalla su hija.

Tan clara percibe esta actitud de su madre, como otros «recuerdos felices» de la infancia en el pensamiento de Rosa Pereira: «Cuando venían nuestras primas de Estados Unidos, mi madre nos llevaba a mi hermano David, sus sobrinos y a mí hasta Celanova para tomar helado». Iban «a montón», repartidos entre el maletero y cada asiento disponible.

Foto familiar de los Pereira Vázquez, con Julia en primer plano. |  FdV

Foto familiar de los Pereira Vázquez, con Julia en primer plano. / Cedida

Otro recorrido que Vázquez realizaba por sus hijos, ahora para la educación y no el ocio, era el de As Mamoelas a Gomesende, donde dejaba a Rosa los lunes para recogerla los viernes en la casa de su tía Dolores, profesora en la escuela unitaria de San Lorenzo.

Derribando muros

Otro destino frecuente era Xinzo de Limia, a donde iban Vázquez y su suegro para vender «manzanas, maiz y patatas en la feria». Para este acompañante, como para el que es su marido —quien prefiere, como bólido, el tractor—, la licencia de ella fue en su momento, y es, «un orgullo». También lo fue para su madre, quien «vio cómo su hija rompía muros» y llegó a disfrutar de sus cambios de marcha y maniobras desde julio de 1975 hasta febrero de 1976, cuando falleció.

Sobre los pedales, el aprendizaje de toda la familia: «Salvo la nieta más joven, Lucía, los otros dos nietos, Lorena y Daniel, así como mi hermano y yo, aprendimos a conducir en el Renault 6». Tras acabar en el desguace en el año 2010, continuó el papel de vehículo familiar un Seat Córdoba, que compró hace doce años pero que ya no utiliza.

Julia Vázquez, a causa de sufrir un ictus con 75 años, a día de hoy no conduce por «cierto miedo a que le pueda dar alguna parálisis en el cuerpo». Y pese a que «le guste delegar la tarea de conducir» en sus familiares, en 2020 renovó el carné por última vez aferrada a «querer mantener lo que había conseguido» y «lo que le había costado», presume su hija Rosa.

Ver el mundo sin dejar de trabajar «de día y de noche»

A día de hoy, Julia Vázquez sigue viviendo en «la casa familiar donde pasó toda su vida» con su hijo David y su nuera. A solo doscientos metros, se encuentra la otra mitad de su hogar, donde viven Rosa y su familia. «Está acompañada por todos los lados», bromea su hija.

Así como le gusta estar cerca de los suyos en el sitio de siempre, a Julia «le encanta ver mundo». La última panorámica que le fue descubierta fue en octubre: Pontecesures, donde habita su nieto, quien llevó a esta y a su marido David, que «quedaron encantados de conocer el concello y salir de la rutina».

Meses antes, en verano, fue Rosa la que se los llevó a A Lanzada, visita que supuso un descubrimiento de la arena y el mar para su padre. Pereira, como adjetivos definitorios de su madre, responde «pilar familiar, con carácter y luchadora». «Se atreve a todo y se suma a lo que le propongas», continúa. Pase el tiempo que pase, y se den las situaciones que se puedan dar, Vázquez es ejemplo de que el mantenimiento de la esencia es fundamental para que ante el parabrisas se dispongan diferentes, y positivos, paisajes.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents