Los forenses ven planificación en el crimen de Velle, no un brote: «No tenía una ruptura total con la realidad»
El Imelga concluye que el acusado no tenía las capacidades anuladas por su esquizofrenia: «Sabía que lo que hacía no estaba bien y trató de ocultarlo»
Un psiquiatra solicitado por la defensa afirma que sí estaban «mermadas»
La joven asesinada tenía 28 heridas
La defensa: «No es un criminal, sino un enfermo muy grave»

Médicos forenses del Imelga, en primer término, con el acusado y las partes al fondo. / IÑAKI OSORIO
¿Tenía sus capacidades alteradas Diego R. T. cuando asesinó a cuchilladas a su vecina Ana B. y dejó herido crítico al novio de la chica, Álvaro B., primo del encausado? Es la cuestión central en el juicio con jurado popular contra el autor del crimen de Velle, un terrible suceso ocurrido en esa parroquia de Ourense el 19 de febrero de 2021. La comisión del ataque en mitad de la madrugada no se discute, pero la determinación de cuál era el estado mental del agresor —tiene una esquizofrenia paranoide, con ideas delirantes desde los 18 años— definirá la decisión final: una pena de cárcel —y qué duración—, o una medida de seguridad en un centro para que sea tratado.
La Fiscalía solicita 24 años de prisión. Concede una atenuante a los delitos de asesinato consumado y tentativa de asesinato, debido a la patología de Diego. Las dos acusaciones particulares —aprecian alevosía, como la fiscal, pero también ensañamiento— piden la prisión permanente revisable, la primera vez que en Ourense se solicita la pena más grave. La defensa busca una eximente completa o, al menos, incompleta. Cinco hombres y cuatro mujeres del jurado popular dictarán veredicto en este caso. Este jueves comienzan a deliberar.
En la sesión final del juicio intervinieron varios peritos y, como colofón, cada una de las partes, con sus informes de conclusiones. Entre los expertos se encontraban los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia. Los especialistas consideran que Diego R. T. tenía las capacidades modificadas pero no anuladas por su enfermedad. En términos técnicos, su actuación estaba «escasamente afectada» conforme a su comprensión de los hechos. «Pudo tomar otra decisión, podría haber actuado de otra manera», afirman.
En cambio, un psiquiatra que interviene en el procedimiento a requerimiento de la defensa sí cree que el encausado tenía «mermadas» sus capacidades. Este doctor considera que, por el «contexto paranoide y de miedo» en el que se encontraba el encausado, que además llevaba meses sin medicarse, tenía una «percepción delirante del entorno» —se sentía amenazado— que condicionó sus actos, cree este psiquiatra. «No creo que tenga capacidad de elaborar una estrategia», añadió este experto.
"Sabe que lo que ha ejecutado no está bien y trata de ocultarlo, sabe las consecuencias", indican los forenses
Atacó a los vecinos en mitad de la noche, tras dejar encerrada a su madre y saltar el muro colindante entre su galpón-vivienda y la casa de las víctimas. Tras el crimen tiró el cuchillo a una finca aledaña, regresó a su estancia, desactivó la alarma, se quitó la ropa ensangrentada y se metió en la cama, hasta que llegó la Policía y negó de entrada los hechos.
«Para, piensa, ejecuta, decide qué hacer, pone una excusa , apaga la alarma, se acuesta, lo niega. Sabe que lo que ha ejecutado no está bien y trata de ocultarlo, sabe las consecuencias», indicaron los forenses en el juicio.
"No llegamos a encontrar el motivo, la chispa que hace saltar esa conducta"
Diego R. T. llevó a cabo una serie de actos «muy organizados», sin obviar que pudieran estar «mediatizados» por sus delirios. Los expertos admiten la existencia de ese cuadro mental —se sentía vigilado y temeroso—, pero no son capaces de identificar el hecho concreto que motivó el brutal ataque. «No hay un desencadenante claro. No llegamos a encontrar el motivo, la chispa que hace saltar esa conducta», expresaron los doctores en su intervención.

Los médicos forenses, durante su declaración como peritos en el juicio. / IÑAKI OSORIO
"Existe una preparación y una ejecución"
La tesis de la defensa es que el acusado tenía miedo de los vecinos, condicionado por su esquizofrenia. En las entrevistas con los médicos del Imelga no mencionó nada en esa línea sobre las dos víctimas. Tras la detención tenía un estado de ánimo «tranquilo» y aseguró que no recordaba nada del hecho criminal. En la segunda entrevista dio su versión. Este lunes, en el juicio, Diego R. T. solo admitió una puñalada defensiva a la joven, tras arrebatarle el cuchillo ante un supuesto primer ataque de ella —en realidad, la chica sufrió 17 y la autopsia identificó hasta 28 heridas—, de la que todavía cree que está viva, según sus palabras.
«No sabemos qué pasó por su cabeza esa madrugada pero no podemos asegurar que la idea fuera 100% patológica, existe una preparación y una ejecución. Podría haber actuado de otra manera. Podría haber ido solo a discutir con los vecinos o denunciarlos», dicen los forenses como ejemplos.
«No encontramos datos que nos hagan pensar que tenía un brote agudo», aseguran los forenses
El ataque a cuchilladas que acabó con la vida de la joven Ana B. —tenía 22 años— y dejó en estado crítico a Álvaro B., novio de la chica y primo del acusado, fue un acto con planificación que, según el Imelga, «no concuerda con una catarsis psicótica». Los expertos no aprecian en la comisión del os hechos «una ruptura total con la realidad». Según sus palabras, «no encontramos datos que nos hagan pensar que tenía un brote agudo». En una entrevista con el acusado, otra especialista del Imelga —una psicóloga— detectó una sospecha de simulación de sus síntomas, en función de sus respuestas a un test.

Diego R. T., llegando al palacio de justicia bajo custodia de la Guardia Civil. / IÑAKI OSORIO
La autopsia indica, según el Imelga, que la joven intentó defenderse con las manos del ataque a cuchilladas. Según los peritos, hubo un forcejeo, porque ella tenía muchos cortes en ambas manos. En el cadáver se hallaron hasta 28 heridas en la parte anterior y posterior, desde el cuello a las piernas. La acusación particular ve ensañamiento. Una lesión en la arteria aorta causó la hemorragia mortal.
La Fiscalía de Ourense sostiene que Diego R. T. actuó con alevosía y que no existía posibilidad de que las dos víctimas se defendieran. «Unas manos contra un cuchillo no es una defensa, es hacer lo imposible», verbalizó la fiscal Elena Fernández. Se basa en el criterio del Imelga para conceder una atenuante de la responsabilidad criminal por alteración psíquica. Considera que el agresor actuó «con su conocimiento y comprensión del acto afectado de forma moderada, debido a una interpretación errónea de la realidad, y en menor medida afectada la actuación conforme a esa comprensión», dice por escrito la Fiscalía.
«Tiene una patología con una afectación a la vida diaria, no se puede negar, pero podría haber evitado la comisión del hecho», expresó al respecto la fiscal Fernández en su informe final. «Planifica, aprovecha la noche, encierra a su madre, le da una excusa cuando vuelve, desconecta la alarma, se deshace del cuchillo y de la ropa...», enumeró la fiscal.

La fiscal Elena Fernández. / IÑAKI OSORIO
"Sabía lo que hacía y sabía que lo que hacía estaba mal"
Además, comparó su comportamiento de la noche del crimen con los signos y su estado en su pasado, cuando requirió ingresos hospitalarios para resolver descompensaciones, en los años 2010, 2013, 2016 y 2019. «En esas ocasiones relata espontáneamente, cuenta sus fantasías, explica los motivos y tenía unos signos que su madre vio. Quedó ingresado porque se le vio afectado».
En cambio, tras el asesinato fue examinado por el forense y declarado apto para declarar, «estaba normal» en palabras de todos los policías, y fue enviado a prisión por el juez, si bien con posterioridad se acordó su traslado a Psiquiatría del CHUO para garantizar la reinstauración de la medicación. La noche del crimen no vivió «un episodio explosivo en el que perdió parte de su consciencia, sí la tenía. Sabía lo que hacía y sabía que lo que hacía estaba mal», sostiene la fiscal del caso.
«Sabía lo que hacía, planificó y trató de eludir su responsabilidad», coincide el abogado Jorge Temes, que ejerce la acusación particular en representación de los padres y la hermana de la asesinada. «La familia de Ana quiere que se haga verdadera justicia, el acusado les ha infligido un gravísimo daño, es una familia destrozada », subrayó el letrado en su informe final.
«El jurado debe condenar en la gravedad de los hechos, en nada ha influido su enfermedad mental. El acto criminal fue con intención, sabía lo que hacía y conocía las consecuencias. Eran dos personas jóvenes con un proyecto de vida. La situación es tan injusta que Diego tiene que responder ante la sociedad, no puede quedar impune. Nadie ha podido probar que tuviera un brote psicótico. Era consciente de lo que hacía, tenía la inteligencia conservada y una capacidad perfecta en ese momento», expresó el letrado en sus conclusiones.

El abogado Jorge Temes representa a la familia de la joven asesinada. / IÑAKI OSORIO
Temes añade que el acusado «había dejado voluntariamente de medicarse». Y cree que el ataque cometido por Diego era «imposible» de ser rechazado por las víctimas. En su opinión, actuó con premeditación y de forma «súbita e inesperada», al instante de que su primo le abriese la puerta. Saltar el muro, elegir la madrugada para el ataque , arrojar el cuchillo como «forma de eludir la responsabilidad», así como desactivar la alarma en un tono «normal» de conversación con el operador de la central prueban —cree Temes— que Diego sabía bien lo que hacía.
«Fue un ataque absolutamente premeditado»
«Las pruebas objetivas indican que era plenamente consciente», comparte la abogada Alejandra Fernández, que representa al superviviente y su familia en el ejercicio de la acusación particular. «Fue un ataque absolutamente premeditado», observa esta parte, por la hora, la secuencia de actos y la actitud y voz «normal» con las que el agresor llamó a la puerta.
En el caso de la joven asesinada, el acusado actuó «de forma totalmente desmedida y con absoluta frialdad», añade la letrada. «Por suerte no remató a Álvaro pero lo dio por muerto», destaca. «Planificó el antes y el después», afirma la abogada. «Era perfectamente conocedor de lo que hacía y no tenía mermada su capacidad. Todos y cada uno de los policías no observaron ninguna alteración. Se comportaba con normalidad. Fue un hecho muy organizado», expuso en su informe de conclusiones la letrada del superviviente.

La abogada Alejandra Fernández ejerce la acusación particular en representación del superviviente. / IÑAKI OSORIO
"La cárcel no es el lugar adecuado para él"
«No cabe ninguna duda de que esta persona estaba afectada por su enfermedad, y pido que lo tengan en cuenta a la hora de dictar el veredicto. Considero que Diego no es un criminal, sino un enfermo muy grave. La cárcel no es el lugar adecuado para él, sino un centro especializado donde tenga un control», propone Mónica Víctor, la abogada del encausado.
«Por supuesto que los hechos fueron gravísimos, pero hacer justicia también es tener en cuenta la situación. No puede ser condenada igual una persona que actúa con maldad que una que lo hace fruto de su enfermedad», dice la letrada. «Una persona con el estado mental de Diego no puede planificar, ensañarse ni tener alevosía», cree.

Mónica Víctor es la abogada de la defensa. / IÑAKI OSORIO
Diego era «una bomba de relojería que, por desgracia, saltó esa noche»
La defensora dice que el agresor, que tiene una discapacidad del 69%, «no era consciente» de sus actos. Su «distorsión» de la realidad, las «películas» que creaba por su enfermedad, como el supuesto temor de los vecinos, forjaron un «caldo de cultivo», porque la esquizofrenia paranoide crónica «produce episodios agudos y una desconexión de la realidad, con interpretaciones delirantes». Diego era «una bomba de relojería que, por desgracia, saltó esa noche».
La conducta tras los hechos encaja, entiende la defensa. «A mí esa mera tranquilidad me denota algo extraño. Esa normalidad no puede ser normal». En cuanto a los hechos, la abogada niega alevosía y ensañamiento, pues considera que hubo «un forcejeo» y que las víctimas intentaron defenderse.

Registro policial tras la detención del acusado. / BRAIS LORENZO
La deliberación del jurado comienza este jueves
La magistrada que preside el juicio con jurado, Ana del Carmen Blanco Arce, ha convocado a las partes y a los miembros del tribunal popular para las 9.30 horas de este jueves. Tras celebrar una vista en la que escuchará las propuestas de las acusaciones y las defensas, redactará el objeto del veredicto. Se trata del resumen esquemático de los hechos, atendiendo a las distintas posturas que expresan las partes. Sobre cada uno de los puntos tendrá que pronunciarse el jurado.
A las 10 de la mañana está previsto que el tribunal popular reciba el objeto del veredicto y empiece a deliberar. Desde ese momento, quedará incomunicado hasta que alcance una decisión. Para considerar probado un hecho desfavorable a un encausado, hace falta una mayoría de al menos siete de los nueve votos del jurado. En cambio, para dar como areditado un hecho favorable, basta con cinco votos en ese sentido.
Cinco hombres y cuatro mujeres integran el jurado popular que dictará veredicto en la causa del crimen de Velle. Otras dos mujeres son suplentes.
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