La joven que mató a su amante y quemó el cadáver en Cortegada: «Le di pastillas y lo asfixié con una almohada»

Sufre un trastorno de la personalidad grave y la defensa pide al jurado «una oportunidad para que reciba el tratamiento que necesita»

Confesó el crimen a la jueza e indicó dónde ocultó el cuerpo: «Utilizó una pala y enterró un pie bajo un olivo»

La acusada, Cristina R. V., durante el juicio por el crimen de Cortegada, este lunes en Ourense.

La acusada, Cristina R. V., durante el juicio por el crimen de Cortegada, este lunes en Ourense. / Iñaki Osorio

Javier Fraiz

Javier Fraiz

El juicio con jurado contra Cristina R. V. por el descuartizamiento en Cortegada (Ourense) de un hombre con el que acababa de iniciar una relación que fracasó enseguida se ha reducido a un proceso breve, con la prueba concentrada en una única sesión y la previsión de que los integrantes del tribunal popular –siete mujeres y dos hombres– reciban este martes el objeto del veredicto, para empezar a deliberar. Es previsible que la Fiscalía rebaje su petición inicial, de 18 años de cárcel.

La encausada, de 29 años en la actualidad, ratificó en la vista la confesión que ofreció a la jueza durante el registro de su casa de la aldea de Rabiño en diciembre de 2021, tras ser detenida después de que revelase ante su médico que se había deshecho del cuerpo de un hombre, quemándolo. Ante la magistrada, tras anunciar a la Guardia Civil, entre lágrimas, su propósito de confesar, la joven amplió su versión. En el juicio la ha confirmado.

La acusada, Cristina R. V.,
durante su declaración
| Iñaki Osorio

La acusada, Cristina R. V., durante su declaración | Iñaki Osorio / Iñaki Osorio

Cristina R. V. reconoce que, en agosto de 2021, mató a José María R. Z., un hombre al que había conocido por internet, y al que recogió en el aeropuerto de Peinador a su llegada de Barcelona. Tras unos tres días en que el enamoramiento se chafó, lo adormeció echando en su bebida antidepresivo y un hipnótico. Con una alhomada lo asfixió. Quemó su cadáver y utilizó una pala para fragmentarlo. Algunos restos los depositó en el monte, en bolsas de basura. Enterró un pie de la víctima en la finca, que no llegó a arder, y arrojó objetos personales —desde sus tarjetas a una videoconsola PlayStation— en el entorno.

La defensa: «¿Cómo puede ser que una joven de 26 años mate a un hombre de 54? Esto no pasa en sociedad, a no ser que haya unas circunstancias excepcionales. Cristina no estaba en sus plenas facultades»

En el interrogatorio, la mayoría de las respuestas de la acusada se limitaron a un mero «sí» ante las preguntas de la fiscal Lucía Aguado. Solo se explayó, y ligeramente, acerca del modo en que acabó con la vida de su amante. Después de haber discutido «muchas veces» con el varón, un catalán de 54 años con el que había iniciado una relación por internet –tras unas semanas de conversaciones, ella lo invitó a que acudiera a su casa de Rabiño, pero en escasos días el idilio inicial se esfumó y ya quería que se marchase–, la mujer acabó con él. «Le di pastillas y lo asfixié con una almohada», manifestó Cristina.

Arrojó restos a una jardinera

Le suministró en la bebida un antidepresivo y un ansiolítico hipnótico. Para deshacerse del cuerpo utilizó gasolina. Una vecina le llamó la atención por el humo y trasladó la combustión a otra hoguera, más alejada de la casa. Con una pala troceó el cadáver. Un pie no llegó a arder y la acusada lo enterró en la finca, debajo de un olivo. Ella indicó a los agentes los puntos en los que se deshizo de los restos. En una jardinera había fragmentos óseos que el forense fue recuperando mediante un proceso de cribado. En la hoguera alejada de la casa apareció la mayoría. «Nos fue guiando», ratifican los agentes.

Los médicos forenses, durante su intervención en el juicio. |  Iñaki Osorio

Los médicos forenses, durante su intervención en el juicio. / IÑAKI OSORIO

El cuerpo fue fragmentado en "cientos" de pedazos

El antropólogo forense Fernando Serrulla, experto en el estudio de restos óseos, recompuso la disposición del cadáver de la víctima, que había sido reducido a «cientos» de pedazos de hueso. La conclusión del experto es que fue colocado boca abajo en la hoguera. Además de la combustión, en la que la temperatura rebasó los 600 grados, los restos fueron «fragmentados de forma muy exhaustiva, fue necesaria una acción mecánica para fragmentar. Recuperamos gran parte del cadáver, salvo lo que se redujo a cenizas».

La denuncia de la desaparición de José María puso a la Guardia Civil a investigar. En Cortegada se le perdía la pista. El 1 de diciembre de 2021, cuando aún tenía la condición de testigo, Cristina se desvinculó del caso y dijo que el hombre se había ido. El instituto armado inició una búsqueda por las inmediaciones. El varón, que no conducía y tenía problemas físicos como una sordera, nunca apareció. Veinte días más tarde, el crimen salió a la luz tras las manifestaciones en cascada de Cristina: ante el médico, ante la Guardia Civil y ante la jueza.

«Empezó a llorar, dijo que había sido ella y que al llegar quería hablar con la magistrada y confesar qué había pasado», recordaron dos agentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Ourense. La noche antes ya había adelantado a los agentes los sitios en los que se había deshecho del cadáver. Horas más tarde, liberada tras confesar el crimen, y ya no solo la ocultación del cuerpo, la acusada detalló los lugares en los que quemó a la víctima, así como dónde arrojó los restos y enterró el pie. «Nos dijo que utilizó una pala para cortar el cuerpo y separarlo a medida que se iba quemando», detalló un guardia.

Identificado por el ADN

En una hoguera se recuperó una muela. El ADN sirvió para identificar a la víctima. Uno de los huesos del pie confirmó la correspondía genética de los restos de Rabiño con el desaparecido. Al analizar en el laboratorio muestras de la extremidad se demostró que la víctima había ingerido —sin su voluntad, en este caso— ansiolítico y antidepresivo. El laboratorio también constató que en la hoguera más alejada de la vivienda se había usado gasolina.

La carbonización borró las marcas que habrían revelado los signos de violencia empleada, pero el carácter homicida de la muerte era evidente. Aunque la fecha concreta no se puede precisar con exactidud, debido al estado del cadáver, sí es «compatible» con el tiempo de la desaparición, en agosto de 2021. En su escrito de acusación, la Fiscalía cree que Cristina cometió el asesinato entre los días 23 y 24.

La encausada, oculta bajo un chubasquero, durante el registro en el que confesó los hechos e indicó los lugares donde estaban los restos.

La encausada, oculta bajo un chubasquero, durante el registro en el que confesó los hechos e indicó los lugares donde estaban los restos. / FDV

«Colaboró y nos ayudó»

«A finales de verano, los vecinos nos contaron que había encendido hogueras y la cocina de hierro. Olía mal, como a churrasco podrido», completó el agente. Durante el registro, los perros especializados en el hallazgo de restos humanos confirmaron la presencia de los indicios, marcando los puntos que había señalado la encausada. «Colaboró y nos ayudó, su intervención fue positiva para resolver el asunto, acortó los tiempos», admite la Guardia Civil. Es una de las atenuantes de la pena cuya aplicación solicita la defensa.

«No tenía plenas facultades»

El abogado, Alexander Diz, busca que el jurado tenga en cuenta el estado mental de la encausada y gradúe el castigo, incluso con una medida que no comporte prisión, donde la encausada lleva casi tres años. «¿Cómo puede ser que una joven de 26 años mate a un hombre de 54? Esto no pasa en sociedad, a no ser que haya unas circunstancias excepcionales. Cristina no estaba en sus plenas facultades». El letrado apela al principio de igualdad que fija la Constitución para que, en base a las limitaciones psiquiátricas de la acusada, se determine su responsabilidad.

«Deben valorar si vamos a darle la espalda, o una oportunidad de recibir un tratamiento médico y de poder tener una vida en condiciones», expuso el defensor. «Necesita un tratamiento médico que la ayude, y del que lleva muchos años privada». En el juicio, la expareja de la joven declaró que ella tenía «muchos problemas» mentales, como TOC, descontrol de la personalidad e impulsos repetitivos. La hija llegó a enviar un correo a la Fiscalía para exponer la situación «descontrolada» de la mujer.

La joven dijo a su expareja que oía voces

«La Cristina que conocí no es la Cristina actual. Fui descubriendo cosas, impulsos, no era normal, hacía movimientos repetitivos, saltaba cuando acunaba a la niña, quemaba cosas incontroladamente», fue explicando la expareja en la vista. En alguna ocasión, la joven le dijo que oía voces en la ducha. Él supuso que podría tratarse de algún ruido procedente de la bodega.

«Comprende la realidad y sabe perfectamente que no se puede matar a nadie, pero a la hora de llevar a cabo el acto su capacidad de reflexión y de adaptar su comportamiento en una situación estresante se ve disminuida. Es una persona impulsiva, sin herramientas flexibles que hacen más difícil actuar de forma ponderada», dicen las psiquiatras

Casa de Rabiño, en Cortegada, donde ocurrieron los hechos.

Casa de Rabiño, en Cortegada, donde ocurrieron los hechos. / FDV

Dos psiquiatras ratificaron en el juicio su informe, que indica que Cristina R. V. padece un trastorno de la personalidad de carácter grave, «con rasgos muy disfuncionales, de persona inmadura, con conductas impulsivas», expusieron las expertas. «No se le puede exigir una capacidad de adaptación y flexibilidad igual» que a personas sin esos problemas, añadieron las peritos.

«Comprende la realidad y sabe perfectamente que no se puede matar a nadie, pero a la hora de llevar a cabo el acto su capacidad de reflexión y de adaptar su comportamiento en una situación estresante se ve disminuida. Es una persona impulsiva, sin herramientas flexibles que hacen más difícil actuar de forma ponderada», explican las psiquiatras. En sus antecedentes había episodios no tan graves como el crimen pero sí autolesiones o ingestas tóxicas de medicamentos, ejemplos de conductas de riesgo poco reflexivas, consideran las especialistas.

Perros especializados en el hallazgo de restos humanos estuvieron presentes en el registro.

Perros especializados en el hallazgo de restos humanos estuvieron presentes en el registro. / FDV

Tiene una inteligencia "límite"

Las psicólogas forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) concluyen que la capacidad intelectual de Cristina se sitúa en el «límite». Según estas profesionales, la encausada padece trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo compulsivo y trastorno adaptativo mixto.

Este martes, conclusiones y entrega al jurado del objeto del veredicto

Después de la práctica en una sola sesión de toda la prueba del juicio —la confesión de la encausada facilita la celebración del proceso—, el magistrado que preside el tribunal del jurado en esta causa, Manuel Cid Manzano, prevé entregar este mismo martes al jurado el objeto del veredicto. Se trata de un resumen sintético de las posturas que defienden la Fiscalía y la defensa, incluidos los matices, para que el jurado popular vote y decida los hechos probados que conformarán el veredicto, así como el grado de responsabilidad penal de la acusada.

La fiscal Lucía Aguado y el defensor Alexander Diz expondrán sus posturas definitivas este martes, en sus trámites de informe, justo a continuación de anunciar si sus conclusiones provisionales sobre la calificación de los hechos y la petición de penas se elevan a definitivas, o bien introducen algunas modificaciones.

La ley del jurado establece que para declarar un hecho contrario a los intereses de un encausado son necesarios al menos siete votos de los nueve integrantes del tribunal popular. Por el contrario, para dar por acreditado un hecho favorable al acusado bastan cinco.

Los integrantes del tribunal popular deliberarán sobre las pruebas a las que han tenido acceso y podrán pronunciarse por mayoría o por unanimidad. Terminada la deliberación, la Audiencia Provincial de Ourense convocará un acto público para que el portavoz del jurado dé lectura al veredicto.

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