Arrastró por las escaleras y mordió a los policías que fueron a detenerlo por una presunta agresión sexual a una menor
Se lanzó en plancha, dio un puñetazo a un agente y lo mordió en un dedo y un antebrazo | Reconoce los hechos y suspenden la prisión
Un joven de 23 años de edad, sin antecedentes penales, cometió un delito de atentado contra los agentes de la Policía que acudieron a su domicilio para detenerlo tras ser denunciado por una presunta agresión sexual a una menor. Se libra de ir a prisión por la agresiones a los agentes, gracias a un acuerdo de conformidad que suspende la pena impuesta de diez meses, con la condición de que no delinca en un plazo de dos años y pague la responsabilidad civil.
Por dos delitos leves de lesiones a los agentes tiene que abonar 720 euros de multa. A uno de los policías debe indemnizarlo con casi 390, mientras que a otro tiene que pagarle 665. La responsabilidad civil suma un total de 1.054,94 euros. El juzgado de lo Penal Número 2 de Ourense accede a que el encausado haga frente a la multa y a las indemnizaciones en cuotas mensuales de 75 euros.
El acusado dio su consentimiento al acuerdo de conformidad, que implica el reconocimiento de los hechos a cambio de una rebaja y de la suspensión de la pena. El 14 de abril de 2021, sobre las 10.30 horas de la mañana, dos policías se presentaron en su domicilio de Ourense para proceder a su detención, tras haber sido denunciado por la presunta comisión de un delito sexual contra una menor.
Los agentes vestían de paisano pero se identificaron como policías cuando llamaron al telefonillo del portal. Al llegar al domicilio del investigado, en el cuarto piso, los funcionarios exhibieron su placa y su carné profesional e informaron al joven de que había sido denunciado por agresión sexual, motivo por el que quedaba detenido y debía acompañarlos a la comisaría.
El acusado pidió cambiarse de ropa y los agentes accedieron, siempre que les permitiera entrar en la vivienda, para evitar el riesgo de que decidiese atrincherarse y no salir. El joven se negó y los policías lo agarraron por los brazos, con la intención de ponerle las esposas y conducirlo al vehículo oficial. El encausado comenzó a forcejear para no ser detenido. Los agentes intentaron reducirlo en el suelo, pero el joven mantuvo su resistencia.
Después de unos segundos, el acusado dijo: “Vale, vale, ya me calmo”. Los policías aflojaron las medidas de retención, y el delincuente aprovechó para incorporarse. Su siguiente acción fue tirarse en plancha por las escaleras. Arrastró a uno de los policías, que lo tenía agarrado por el pecho. El agente se cayó de espaldas sobre las escaleras, con el acusado encima. El otro policía, que tenía agarrado al joven por la cintura, también se vio arrastrado.
La sentencia indica, en el apartado de hechos probados, que “en todo momento”, el encausado “forcejeó con los agentes cuando estaba en el suelo, arrastrando con ello a los funcionarios escaleras abajo”. Los agentes, de nuevo, exhibieron sus placas, pero –según se da por acreditado con el acuerdo de conformidad– el joven no se tranquilizó y empezó a agredirlos.
A un policía le enganchó con la boca el dedo pulgar de la mano izquierda, y mordió con fuerza. Consiguió liberarse gracias a la intervención de su compañero, pero recibió un puñetazo del acusado, que le causó una lesión en el interior del labio superior. Después introdujo su dedo en la boca del policía, apretó los dedos y le causó un desgarro en el labio inferior, además de morderlo en un antebrazo.
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