En un contexto de cierres de negocios en todos los ámbitos, por falta de relevo generacional, el de panadería y pastelería no ha sido ajeno a esa falta de aspirantes a asumir un trabajo tan hermoso como entregado, lo que ha obligado a algunos locales emblemáticos a cerrar en los últimos años, por falta de personal cualificado.
Esa realidad tozuda, ya es historia. En el antiguo IES Vilamarín, que estrena su nueva piel este curso, transformado en CIFP, Centro Integrado de Formación Profesional, una veintena de alumnos y alumnas se forman en primer y segundo curso del ciclo de pastelería y panadería, una titulación considerada singular en el ámbito educativo, con unas altas expectativas de inserción laboral, y en un ambiente, que, ya desde primeros días de curso, recrea por agilidad y eficiencia, lo que lo que tendrán que aplicar en su futura vida laboral.
Juan Pose Casal, vicedirector del CIFP de Vilamarín, afirma que “está siendo uno de los mejores años para el centro, y a la espera aún de formalizar algunas matrículas , algunos ciclos que tenían 20 plazas pero pocos alumnos, están subiendo sus ratios anteriores con holgura” , indica.
Al menos la afición se les nota, a los alumnos de primero de panadería y pastelería, afanados y muy concentrados, en uno de sus primeros amasados de pan. Alumnos y alumnas de las más diversas edades y trayectorias profesionales, desde Pablo Parra, uno de los benjamines, con solo 17 años a María, que se apunto como una nueva experiencia, años después de culminar estudios universitarios.
De Barcelona a Vilamarín
“Vine desde Barcelona a estudiar en este centro de Vilamarín porque me gustó el grado y, además, aquí hay una residencia para los alumnos” explica Pablo, que califica de “muy interesante y un placer, compartir la experiencia con mis compañeros y compañeras, pues son una maravilla”.
No en vano, los alumnos comienzan la jornada a las 8.30 horas y salen a las 15.00 horas. “Comen juntos y pasan la mitad de la jornada en la parte práctica y también hay muchas horas semanales de clases teóricas. Acaban siendo como una familia “explica el profesor Manuel Cordido, de los alumnos del primer curso. Él y David Rodríguez, este responsable también de formación práctica del módulo de confitería y sobremesa en restauración a los alumnos de segundo, son la garantía, de que saldrán a la calle, preparados.
Laura Martínez tiene también 17 años y es de Allariz. Está “muy contenta, porque me gusta mucho pastelería y repostería y quiero aprender más” indica .
María, otra de las alumnas, reconoce que “siempre me gustó esta temática, y decidí aprenderla de forma profesional. Quizás se convierta en algo profesional en el futuro” asegura.
A su lado , Andrea Vázquez, de solo 17 años señala que “hice industria alimentaria en Ribadavia y me apetecía este ciclo, como una forma de seguir avanzando y buscar un futuro profesional” .
También Celsa Ojeda, natural de Paraguay, explica que ya hizo un curso sobre esta temática en su país y “me apunté ahora en Ourense, donde vivo, porque quiero coger una base profesional. Saber todo lo que hay detrás del pan o la pastelería que comes , me parece muy interesante” asegura.
El CIFP de Vilamarín ofrece ciclos básicos, medios y superiores, en las familias de Hostelería y Turismo , Industrias Alimentarias y sigue incorporando ofertas como el módulo de un ciclo de Hostelería y Turismo o el Superior de Dirección de Cocina, que sale con la denominación de Agroecología “y que creemos que va a tener una muy buena respuesta. Son todas profesiones con futuro” explica el vicedirector del centro.
En una provincia en los que profesiones tan necesarias y respetadas como la de un buen artesano panadero y pastelero estaban en caída libre, por la dificultad de conciliar la vida laboral y profesional todo va cambiando.
“Uno de los aspectos que más le preocupaban a los jóvenes es entrar a las 8 de la tarde y salir a las 8 de la mañana. Pero esta profesión está cambiando su piel como las serpientes para mejorar” indica Manuel Cordido. Las nuevas técnicas de masa en frío permiten dejan el proceso iniciado y volver por la mañana y conciliar. Esta nueva hornada de alumnos no solo tiene futuro, sino que es garantía una panadería y pastelería cada vez mejor.
Pablo, el exalumno que abrió su propia panadería y dio un giro el sector al ser el primero que cuece de día
Pablo Pérez Lorenzo es el ejemplo de que la formación cualificada, como la del CIFP Vilamarín donde inició su formación, y el posterior aprendizaje en panaderías innovadoras, de esa nueva ola de lo que podría llamarse “pan y pastelería de autor” basada en la calidad, y la experimentación tienen futuro y captan al consumidor. Él acaba de lanzarse hace poco más de un mes ya como panadero con negocio propio, Mesturas, en la avenida de Portugal y ha revolucionado también el modo de trabajo, pues amasa y cuece a la vista de los clientes en horario diurno, mientras una segunda persona se encarga solo de vender y expender el producto. “Lo importante era conciliar trabajo y vida familiar, así que con las nuevas técnicas, me permiten venir a partir de las 5 de la mañana y empezar ya a trabajar y vender el producto recién hecho”, afirma. Define su estilo como “ de panadería rústica, sencilla, pero buscando sacar el máximo partido a la materia prima que intento que sean harinas y productos de la mejor calidad” explica.