Alexandre Sotelino | Pedagogo y profesor universitario en la USC
“Para mí, la clave principal para ser un buen profesor es tener empatía”
Este docente ourensano está nominado por cuarta vez a mejor docente de España en los Premios Educa Abanca

Alexandre Sotelino, un ourensano nominado a mejor docente de España por cuarta vez. | // JESÚS PRIETO / aixa r. carballo
El ourensano Alexandre Sotelino opta por cuarta vez consecutiva, a convertirse en Mejor Docente de España. Una vez más, sus alumnos de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Santiago lo han nominado en los premios Educa Abanca, un certamen que tiene como objetivo mejorar la visibilidad de la buena práctica docente entre la sociedad. En la anterior edición de los premios, consiguió llevarse a casa el galardón y ahora revive la experiencia con emoción y nerviosismo. Será el 24 de febrero cuando se realice la Gala Anual para anunciar al ganador del 2023.
–Primeramente, ¿qué significa para usted estar nominado por cuarta vez en uno premios que reconocer la labor que realiza?
–La responsabilidad de poder responder a lo que se espera de mí, si el alumnado te elige es de agradecer y hay que mantener el nivel. Por cuarta vez, que no son pocas, vuelvo a tener el foco encima, fue una sorpresa total. Yo pensaba que a la tercera iba la vencida.
–¿Por qué cree que lo eligen?
–Es algo muy complicado de establecer. Yo creo que puede haber una cuestión de cercanía, pues me considero joven y tenemos formas de comunicarnos similares y más cuestiones comunes. También por las dinámicas que utilizo a la hora de dar clases, donde profesor y alumnos están en el mismo plano y pueden hablar de manera directa generando confianza.
–¿Cuáles son las claves para ser un buen profesor?
–Un buen profesor tiene que tener una habilidad muy importante: la empatía; para mí es la clave principal. Es muy importante entender al alumnado, ver qué quiere, qué necesita o cómo aprende para poder adaptar las metodologías y la forma de enseñar.
–¿Cuál es su método de trabajo?
–Mis clases son un pequeño experimento de las diferentes metodologías que después ellos mismos pueden utilizar en un futuro con sus alumnos y alumnas. Al igual que los fontaneros y electricistas utilizan una herramienta u otra según lo que tengan que hacer, yo lo hago según lo que quiera enseñar ese día.
–Esa variedad metodológica que emplea requiere, en consecuencia, mucho trabajo, ¿no?
–Para mí la docencia es una pasión. Además, el hecho de hacerla de esta manera tan práctica y aplicada supone una motivación extra. Yo me levanto por la mañana y voy con ganas de ver cómo funciona la técnica que quiero emplear ese día.
–¿Considera que se exige mucho profesionalmente?
–Sí, pero en todos los aspectos de la vida. Soy una persona muy perfeccionista y poco conformista entonces me exijo mucho, no solo en el ámbito profesional, sino también en el personal.
–¿Es también exigente con los estudiantes?
–Sí, considero que soy un profesor implicado, pero también le pido implicación al alumnado. Al final, estoy formando educadores y educadoras que van a tener una profesión con una responsabilidad grandísima y, para ello, tienen que ser personas proactivas en lo que hacen y con cierta calidad.
–¿Qué es para usted un buen alumno?
–Alguien que tiene curiosidad por aprender y saber más de lo que está estudiando. Teniendo esa característica, tienen mucho avanzado.
–¿Se imaginaba llegar hasta aquí?
–Jamás, tampoco hago mi trabajo con ningún tipo de aspiración, sino porque creo en este tipo de docencia y, egoístamente, me lo paso mejor y soy más feliz. No es algo que busque, sino que es mi filosofía de trabajo.
–¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?
–Estar en contacto directo con personas y gente y poder tener cierta libertad para implementar metodologías diferentes y experimentar con proyectos que planteamos en las aulas. La parte de investigación también me gusta mucho, pues los profesores de universidad somos docentes investigadores y eso nos da también libertad para investigar en ámbitos en los que se debe mejorar. Mi trabajo me ocupa mucho tiempo de mi vida personal, incluso puedo llegar a tener problemas en lo personal en favor de los profesional porque me apasiona lo que hago y me meto, a veces, en algunos aspectos que me absorben.
–¿Como valora la calidad de la educación pública actual?
–Creo que tenemos unos profesionales muy buenos en todos los niveles educativos. Hay gente muy preparada, implicada y con muchas ganas de hacer proyectos muy buenos. De hecho, a veces sale a la palestra lo malo y no lo bueno, que le gana por mayoría. Nuestro sistema educativo ha funcionado con el Covid de una manera excepcional, se adapta a los constantes cambios legislativos, supera las trabas que pueden tener los centros a nivel de recursos o infraestructuras. En definitiva, tenemos un profesorado que sabe adaptarse. Esa es la base de cualquier sistema educativo. Por eso, la apuesta tiene que seguir por tener más y mejores profesionales de la educación.
–¿Queda todavía mucho trabajo que hacer en educación?
–Desafíos tiene que haber siempre encima de la mesa, hay muchísimo por hacer. Creo que el gran desafío actual es seguir conectando todas instituciones educativas (desde la universidad hasta los centros de primaria e infantil) con su entorno. Es importante que entrar en un aula no se convierta en un entrar en un oasis o una isla, sino al revés, que podamos ver qué pasa fuera de las aulas para intentar darle respuesta y conectarlo con los aprendizajes. Conectar sociedad y centros educativos es fundamental ahora mismo.
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