“Más que el paisaje, lo que me inspira para componer son los días de lluvia”

El cantautor interpretará temas propios y versiones esta noche en el Café Cultural Auriense

Gonzalo Arca, con su guitarra, en el Puente Romano de Ourense, donde toca habitualmente. // IÑAKI OSORIO

Gonzalo Arca, con su guitarra, en el Puente Romano de Ourense, donde toca habitualmente. // IÑAKI OSORIO / Edith Filgueira

Edith Filgueira

A algunos Gonzalo Arca (Vilagarcía de Arousa, 1983) les suena de verlo en el programa de La Voz, a otros de encontrárselo tocando en la calle –desde octubre está asentado en la ciudad y es fácil toparse con él por el centro o en el Puente Romano–, pero para los más melómanos su voz es ya familiar porque lleva años dedicándose al mundo de la música.

Formó parte de los grupos Vado Permanente, The Preachers of Rock & Roll y los veteranos Sugar Mountain. Pero desde 2012 va girando y componiendo en solitario. Precisamente con sus temas –y versiones de clásicos– se sube esta noche al escenario del Auriense, a las 21.30 horas. Las entradas cuestan 8 euros.

–Lleva desde el año 2000 dedicándose profesionalmente a cantar y tocar, pero ¿cuál es su primer recuerdo musical?

–Pues a mí siempre me gustó mucho cantar y tengo momentos grabados de ir en el coche con mi padre cantando temas de Juan Pardo. También de cuando un poco más mayor me enseñó a tocar la armónica. Lo que pasa es que hasta los 17 años, cuando un amigo me propuso incorporarme a su banda, nunca me había planteado que podía ser una opción profesional para mí. A partir de ahí empecé también con la guitarra de forma autodidacta.

–Tiene temas en inglés, en castellano y en gallego. ¿Condiciona el idioma a la hora de componer por los estilos de los que uno bebe?

–Es inevitable que lo que tú escuchas y te gusta te condicione. A mí siempre me gustaron mucho los Beatles o Bob Dylan, de hecho ‘The man in me’ es un ritual en mis conciertos. Luego, cuando te sientas con la guitarra, por inercia te sale todo en inglés. Pero hace un tiempo que intento centrarme en conseguir transmitir aquello que quiero que llegue al público en castellano, para que no se pierda tanto el mensaje de la canción. Para un cantautor esto es fundamental. Aparte, a los artistas no se nos puede olvidar que de vez en cuando deberíamos salir de la zona de confort.

–¿Y el paisaje? Porque usted es de costa y se ha venido al interior a vivir. ¿Cambia la inspiración que surge en un lugar u otro?

–Imagino que habrá a quien sí le influya. A mí lo que más me empuja a componer es ese sentimiento de melancolía que se despierta los días de lluvia. Cuando hace buen tiempo me pongo en el modo de disfrutar y pasármelo bien tomando unas cañas. Pero los días que para algunos son de sofá y manta para mí son de guitarra.

“Si trabajas vas a poder ofrecer lo mejor de ti”

–Actúa esta noche en el Auriense y el viernes que viene en la sala Sinatra de Vigo. ¿Qué va a escuchar el público en estos conciertos?

–Tocaré los temas del disco que grabé en solitario ‘Alone at the Crossroad’, algunos que nunca llegué a grabar y otros clásicos de los 60 y 70 que conoce todo el mundo y la gente se anima a cantar.

–Hay una cantaora joven, María José Llergo, que reivindica que no hace falta irse a las grandes ciudades para que se cumplan los sueños. ¿Cómo lo ve desde su experiencia?

–Yo nunca opté por irme a Madrid, aunque lo barajé en varias ocasiones. Es inevitable que en esos sitios haya más posibilidades de que te escuche un productor que te proyecte. Pero también puedes llegar allí y que no ocurra nada, eso nunca se sabe. Lo único seguro es que si trabajas vas a poder ofrecer lo mejor de ti.

–¿Ha asistido a algún concierto que le dé un poco de vergüenza confesar? ¿Un placer culpable de esos que casi todos tenemos escondidos?

–Creo que no. Tendría que pensarlo mucho pero creo que ninguno del que me avergüence. Sí fui a conciertos de artistas que nada tienen que ver con mi estilo o con lo que yo hago, como es el caso de Xil Ríos, por ejemplo. Eso enriquece. También tengo uno en la memoria de Juan Pardo, en Vilagarcía de Arosa, cuando yo era un crío. Pero es imposible avergonzarse de eso.

Suscríbete para seguir leyendo