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“El paciente es más que un diagnóstico”

Ana Belén Rodríguez, María Jesús Gómez, Alcira Cibeira, María Sol Pérez y María José de la Torre, ayer en la entrada del CHUO. | // IÑAKI OSORIO

Uno de los retos actuales de la sanidad es ofrecer una asistencia más humana, y con el objetivo de situar al paciente en el centro de la atención, el área sanitaria de Ourense organiza unas jornadas de humanización que combinan formación, debate y exposición de programas que se desarrollan con éxito tanto en centros de salud y hospitales de la provincia como en otras áreas sanitarias.

Esta actividad, que se desarrolla en tres sesiones semanales, congregó este martes a profesionales que han impulsado programas de humanización en Ourense para presentar sus proyectos y explicar cómo han influido en la calidad asistencial. “El paciente es un todo, no solo una enfermedad”, afirma María José de la Torre, jefa de la Unidad de Cuidados Intensivos del CHUO, donde se ha apostado en firme por el acompañamiento a los enfermos críticos. “Antes se mantenía a los pacientes muy alejados, se pensaba que aumentaban las infecciones, entre otras cosas, pero todo eso ha cambiado y se han conocido aspectos del entorno que mejoran la evolución del paciente y su bienestar”, explica De la Torre, que presentó el programa junto a Maria Sol Pérez.

El programa implantado en esta unidad en 2016 sigue los pasos del proyecto de referencia nacional HU-CI que inició el especialista en medicina intensiva Gabriel Heras en el Hospital Universitario de Torrejón. Abrir las puertas de la uci fue el primer paso de un camino que ha mejorado no solo la satisfacción del paciente y los familiares, sino también la de los profesionales sanitarios. “Lo hemos comprobado”, señala la responsable del servicio.

Las horas de visita se mantienen, pero se ha ampliado el contacto entre el paciente y el familiar con un horario de acompañamiento durante la tarde. “Y fuimos un paso más allá instruyendo a los familiares para que pudiesen colaborar en sus cuidados”, explica. Un sonómetro controla el ruido y se colocaron vinilos para favorecer la privacidad. Pequeñas actuaciones encaminadas a aumentar el bienestar a las que se sumaron, en colaboración con el servicio de Psiquiatría, cursos para mejorar la comunicación con los pacientes críticos e informar a los familiares.

“En los casos de pacientes en situación de agonía se permitió la entrada a familiares y se les buscó acompañamiento psicológico y espiritual, a mayores del de los propios profesionales de la uci”, explica María José de la Torre. De todo ellos se encarga un equipo multidisciplinar en el que, además del personal de la unidad, hay una psicóloga y una fisioterapeuta. La pandemia, aunque impuso limitaciones, no interrumpió del todo este programa de humanización y se mantuvo el acompañamiento en la agonía, la visita (con restricciones) a los pacientes y la comunicación con los familiares a través de tablets.

Los beneficios no arrojan duda y la nueva uci que se construirá en el CHUO se ha diseñado ya teniendo en cuenta este aspecto. “Contará con espacios adaptados para permitir la presencia de los familiares, mejorar el bienestar y disminuir el síndrome post-uci”, avanza De la Torre.

Jornadas de humanización en el CHUO. INAKI OSORIO

De la pandemia surge también el programa de educación para la salud dirigido a pacientes de COVID persistente que apuesta por la intervención grupal para ayudar a los pacientes perseguidos por las innumerables secuelas de esta enfermedad.

“La idea surgió en la unidad multidisciplinar posCOVID porque nos dimos cuenta de que sería interesante juntar a estos pacientes para que pudiesen relacionarse entre sí y hablar sobre una enfermedad que está estigmatizada”, explica la enfermera Ana Belén Rodríguez. Pero más allá de una terapia grupal, se trata de un programa integral con reuniones cada 15 días que incluyen atención psicoeducativa, consejos sobre hábitos de alimentación, fisioterapia respiratoria y de estiramiento muscular, trabajadora social, aprendizaje de cuidados específicos que les ayuden a gestionar mejor la enfermedad, e incluso musicoterapia y risoterapia.

En este programa colaboran médicos y una enfermera de la unidad multidisciplinar, dos enfermeros de atención primaria, un psicólogo, un fisioteraputa, un médico rehabilitador y la trabajadora social, además del musicoterapeuta y un animador social.

María Jesús González y Alcira Cibeira presentaron el programaArte espida,un proxecto global”, una iniciativa del hospital de Piñor en el que participan tanto pacientes de salud mental ingresados como en alta hospitalaria. La artista Marta García es la encargada de organizar dos sesiones semanales en las que se usa el arte como catalizador. El objetivo de este programa, explica María Jesús González, “es perder estigmas y ver a las personas como lo que son, no como un diagnóstico, el paciente es algo más que un diagnóstico, está en el mundo, y nuestra función es catalizar eso”.

El programa nace con ese objetivo, el de abrir un espacio de libre creación que busca humanizar la atención a pacientes de salud mental utilizando el arte como núcleo fundamental. El arte, apunta María Jesús González, “tiene muchas dimensiones, es una manera de aliviar el sufrimiento psíquico, de organizar el espacio subjetivo y contener la angustia”. Las primeras obras ya se expusieron el pasado mes de agosto en el Ollo Ledo y el próximo año se mostrarán en el Centro Cultural Marcos Valcárcel.

Los beneficios son evidentes, señala la sanitaria, “mejora el ambiente hospitalario, disminuye la estigmatización y contribuye a que las personas sean tenidas en cuenta no por su diagnóstico, sino por lo que hacen”, concluye.

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