En su discurso en la catedral el 11 de noviembre en la eucaristía por el patrón de Ourense, el obispo Leonardo Lemos pidió a San Martiño “que nos conceda vocaciones para la vida sacerdotal y para la vida consagrada”. En la diócesis, que cuenta con 735 parroquias –en la mayoría ya no es posible celebrar misas cada domingo por la falta de curas, un colectivo con una media de edad muy elevada–, cada año se ordena, según la tendencia de los últimos años, a uno o dos sacerdotes y uno o dos diáconos (la etapa pastoral previa).
Hay un total de once aspirantes a sacerdotes en proceso de formación, entre los seis alumnos que estudian en el seminario Divino Maestro y los cinco del Camino Neocatecumenal. La etapa consta de cinco años de estudios de Teología y Filosofía. Terminada la preparación teórica se convierten diáconos y, tras aproximadamente un año en esa experiencia pastoral, llegan a curas.
En el Seminario Menor hay este curso 85 alumnos de ESO y Bachillerato. La gran mayoría no llegarán a ser sacerdotes, pero algunos puede que sí. Como ejemplo, la mitad de los actuales aspirantes a sacerdote del Divino Maestro estudiaron en el Menor siendo adolescentes.
"Se cuida a los chicos, se trata de crear sobre todo un ambiente de familia"
En este instituto ligado a la Iglesia “se ofrece una educación en valores, con un método educativo basado en el acompañamiento personal. Se cuida a los chicos, se trata de crear sobre todo con un ambiente de familia”, destaca José Manuel Salgado, el delegado episcopal del Seminario.
Este sábado se celebró una convivencia de una docena de jóvenes de más de 14 años, concebida como una actividad lúdica y religiosa, que da oportunidad a conocer el Seminario, sus instalaciones, a los formadores y seminaristas, “y pasar un tiempo de encuentro, diversión, formación y oración”. Hay una convivencia al mes.
"Hay muchos jóvenes con ganas de conocer a Dios"
“A veces nos lamentamos de que los jóvenes se alejan de la Iglesia, pero hay muchos con ganas de conocer a Dios. Tenemos momentos de oración, misa, juegos, diversión, yincanas y formación. La Iglesia no es un lugar aburrido para los jóvenes, sino que uno puede ser plenamente joven y moderno siendo cristiano”, subraya José Manuel Salgado, que habla desde su propia experiencia, a sus 31 años.
