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Manuel Outumuro, una vida en imágenes: “Estamos hechos de luz y barro”

El retratista recoge el Premio Ourensanía tras ser galardonado en los Lucie Awards, el Óscar de la fotografía: “Lo que viví en A Merca hasta los diez años condicionó mi forma de mirar"

El fotógrafo Manuel Outumuro, entre las autoridades, acudió al Principal con la música de la Real Banda de Gaitas. IÑAKI OSORIO

La patria es la infancia y sobre los recuerdos de los primeros años se proyectan los pasos decisivos. En su larga emigración, en una vida de cariz cosmopolita, en su trabajo retratando a supermodelos, actores y actrices y directores de cine, el origen ha determinado su mirada. Manuel Outumuro Conde (A Merca, 1949), el niño de aldea que descubrió las vanguardias en Nueva York, recogió este viernes el Premio Ourensanía, que otorga la Diputación.

Supone un reconocimiento “mucho más entrañable, más intenso y emocionante” –afirmó en el atril– que haber sido distinguido recientemente en los Lucie Awards, considerados los Óscar de la fotografía.

Del Carnegie Hall de Manhattan, el 25 de octubre, al Teatro Principal de Ourense, ayer. De vuelta a su tierra, donde se aferran las raíces. Sus fotografías –señaló–, “remiten a la sofisticación, al glamur”, pero en su alma sigue latiendo el corazón de aquel pequeño de A Merca que configuró su visión del mundo desde el rural de Ourense, una provincia que ha sido cuna de emigrantes de varias generaciones, una estación de partida a múltiples destinos durante décadas.

Baltar entrega a Outumuro una figura conmemorativa, obra de Xosé Cid. I. OSORIO

"Mis padres fueron una fotografía colgada en la pared a los pies de mi cama"

“Vengo de pisar estiércol y mierda de vaca. Todo lo que viví hasta los diez años en A Merca condicionó mi forma de mirar. Mis padres [emigrados en Venezuela] fueron una fotografía colgada en la pared a los pies de mi cama. Crecí con ese retrato, que representaba la ausencia motivada por la emigración, pero a cambio tenía el afecto incondicional de mis abuelos”, dijo Outumuro, en un discurso salpimentado con proyecciones de algunas de sus grandes fotografías, una selección en un archivo personal ingente, con miles de disparos.

"En la fuente donde el abuelo llevaba a las vacas a beber, descubrí reflejos de luz como diamantes, y él me decía: ‘Ai, neno, que louquiño estás’”

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“Soy un hombre más de imagen que de palabras”, confesó en la introducción, pero su discurso, lleno de verdad y dictado por el corazón, con poderosas imágenes de los principios de su vida, resultó al cabo emocionante.

”Creo que la infancia en A Merca fue la época más feliz y enriquecedora de mi vida. Pasé mi niñez haciendo figuras de fango sin saber que, más tarde, en la escuela de Bellas Artes, le llamarían modelado del barro. En la fuente donde el abuelo llevaba a las vacas a beber, descubrí reflejos de luz como diamantes, y él me decía: ‘Ai, neno, que louquiño estás’”. A sus orígenes, a sus padres y sus abuelos, “que me enseñaron la palabra respeto”, dedica Outumuro este premio.

La infancia consistió en crecer “con los pies en la tierra”, teniendo presente que “estamos hechos del barro y de la luz”, subrayó el retratista. “El barro, como el cuerpo, creado por un ser superior a su imagen y semejanza. La luz, como el alma y el conocimiento que nos ha sido infundido”.

Ovación de las autoridades y el jurado a Manuel Outumuro. I. OSORIO

Los fotógrafos, que se nutren de la luz natural –o de su práctica ausencia–, así como del material artificial que inyectan los flashes, deben regirse –según Outumuro– siguiendo la virtud de que “la luz nunca atenúe la del fotografiado. Es una cuestión de respeto”, reivindicó en su discurso.

Criado en el ambiente rural, su familia se instaló en Barcelona y él entró en la Escuela Massana para estudiar diseño gráfico e ilustración. Trabajó como ilustrador en revistas como “Por Favor”. Entre 1978 y 1985 residió en Nueva York, donde abrió un estudio en el Lower East Side y conoció a personajes del mundo artístico y de las vanguardias que frecuentaban la discoteca Studio 54.

Comenzó a hacer ilustraciones y estampados para firmas como Calvin Klein y Oscar de la Renta. Así descubrió la cultura de la moda. En 1990 comenzó su carrera como fotógrafo profesional. Ha retratado a actores, actrices y directores de cine, a políticos, escritores y deportistas. Especializado en la fotografía de moda, sin dejar de cultivar el retrato, ha publicado en las revistas internacionales más prestigiosas. Su obra se ha expuesto por todo el mundo.

“Esto sigue, porque me apasiona”, manifestó Manuel Outumuro este viernes, en la recogida del premio. El centro cultural Marcos Valcárcel albergará en 2023 una exposición en la que “las fotografías dialogarán con imágenes relacionadas con la memoria y el origen de ese niño que sigue pisando el barro y sigue sorprendiéndose con la misteriosa luz que envuelve esta tierra”, finalizó.

“Su obra trasciende fronteras”

“El Premio Ourensanía es un merecido regalo a un niño de una aldea ourensana: sufrido y soñador, siempre discreto, humilde y creativo”, valoró el presidente de la Diputación, Manuel Baltar. Outumuro “es uno de los máximos exponentes en el mundo de la imagen, cuya obra trasciende nuestras fronteras y consigue una amplia repercusión internacional”, unas virtudes que reconoció el jurado.

Alfonso Rueda: “Es un exponente del equilibrio mágico que los gallegos conseguimos entre los global y lo local”,

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“Estudió y desarrolló las técnicas, profundizó en el oficio, reflexionó y trató de lograr otra expresión, dotando de luz interior a la figura humana, a las cosas, a la urbanidad y al caos, transitando entre la fuerza del realismo y la sutileza de la vanguardia”, añadió Baltar en su discurso.

“Es un exponente del equilibrio mágico que los gallegos conseguimos entre los global y lo local”, destacó, por su parte, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. La ourensanía –un término que ideó el poeta Luis González Tosar– “es un modo propio de ser gallegos, porque no implica aislamiento sino integración”.

Outumuro, junto a las autoridades, a la llegada de la comitiva al Teatro Principal. IÑAKI OSORIO

Carlos Núñez: “Ourense, donde Alfonso X aprendió gallego medieval, es la cuna de una tradición milenaria”

El fotógrafo llegó al Principal acompañado por las autoridades y al paso del desfile de la Real Banda de Gaitas de Ourense. En el teatro, el músico Carlos Núñez, otro ourensano en las raíces que ha cautivado al mundo, interpretó –junto a su hermano Xurxo, percusionista, y a Pancho Álvarez, multinstrumentista de cuerdas– dos cantigas de Alfonso X El Sabio, en las que Álvarez tocó un arpa réplica de la que aparece en el Pórtico del Paraíso.

Carlos Núñez, a Outumuro: “El país mágico que es Galicia ha tenido la sabiduría increíble de aportar a las modas de cada momento, sumando aportaciones novedosas sin dejar de ser ourensanos y gallegos. Galicia sigue innovando y tú eres una prueba”

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“Ourense, donde Alfonso X aprendió gallego medieval, es la cuna de una tradición milenaria”, destacó Núñez. Tras la cantigas interpretaron dos de los grandes éxitos de la música tradicional de Galicia, la Alborada de Veiga y la Muiñeira de Chantada.

“El país mágico que es Galicia ha tenido la sabiduría increíble de aportar a las modas de cada momento, sumando aportaciones novedosas sin dejar de ser ourensanos y gallegos. Galicia sigue innovando y tú eres una prueba”, le dedicó Núñez a Outumuro.

Pancho Álvarez, Carlos y Xurxo Núñez. INAKI OSORIO

En la parte final del acto, el gaitero y flautista vigués tocó el Himno do Antergo Reino de Galicia junto a la Real Banda de Ourense. La Coral de Ruada puso el broche musical.

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