“Si los incendios forestales son uno de los principales problemas ambientales en la provincia de Ourense, que ha llegado a padecer más de 1.000 incendios de media en los últimos 10 años, en los espacios naturales protegidos, que tienen un excepcional valor desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad, la situación es todavía más grave”. Estas palabras son de la Xunta y aparecen en el plan de defensa contra los incendios, el Pladiga.

“Las cifras globales, de casi 50.000 hectáreas quemadas en los últimos 10 años en los 4 espacios protegidos analizados, no son nada positivas”, reconoce la administración en las conclusiones de un estudio sobre la incidencia del fuego en la zona de especial protección de valores naturales de la Baixa Limia.

En esa región del suroeste de la provincia, el parque natural del Xurés, una Reserva de la Biosfera transfronteriza de la UNESCO junto al parque nacional luso del Gerês, sufre el último incendio registrado en Ourense en espacios naturales protegidos. Un frente ha calcinado más de 560 hectáreas en la Serra do Leboreiro, dentro del Xurés, en el municipio de Lobeira, aunque en la tarde de este viernes, la Consellería do Medio Rural lo ha dado por estabilizado.

Veintidós medios aéreos

El difícil acceso por tierra y la orografía, con pendiente, con zonas escarpadas, dificulta la extinción. La niebla de primera hora también complicó los trabajos. Medio Rural aseguró la noche del miércoles y a primera hora de la mañana que la evolución era favorable, pero el incendio avanzó, muy activo, engullendo terreno.

El viento intenso del nordeste lo alimentó e hizo que se propagara rápidamente la cabeza, que formaba una llamarada muy larga. De las 30 hectáreas en las que Medio Rural cifraba el daño a primera hora –al levantarse la niebla a mediodía, una nueva medición elevó la superficie afectada a 93–, a las 410 hectáreas de las 19.25 de la tarde.

Hasta 22 medios aéreos participaron en el operativo desplegado este jueves. Este incendio forestal se declaró en la parroquia de San Xes de Vilariño a las 21.15 horas del miércoles, al anochecer. La causa no pudo ser un rayo porque la tormenta no llegó a la zona, asegura el alcalde, Antonio Iglesias.

“El abandono de la gestión tradicional, que implicaba la recogida de leña, pastoreo, etc, actividades que contribuían al mantenimiento de estos espacios naturales, producen una gran acumulación de biomasa foresta, haciendo estos ecosistemas muy inestables”

“Uno de los problemas que se advierten es que prácticamente la mitad de la superficie quemada en estos espacios protegidos (24.385 hectáreas) se produjo en un gran incendio de 500 o más hectáreas”, subraya la Xunta en uno de los documentos del Pladiga de este año, el plan que define la estrategia contra el fuego.

El gobierno autonómico admite que “en la mayor parte de los espacios naturales protegidos, el abandono del rural por parte de la población tiene como consecuencia cambios importantes en la composición y estructura de los ecosistemas, por la disminución de las actividades tradicionales ligadas a estos territorios, haciendo que no se aprovechen de manera eficiente los recursos agrícolas, ganaderos y forestales”.

Un hidroavión descarga sobre el frente de fuego. BRAIS LORENZO

La administración asume que “ante cualquier rayo, descuido, negligencia o causa intencionada se desatan grandes incendios que son difíciles de extinguir”

La Xunta reconoce que “el abandono de la gestión tradicional, que implicaba la recogida de leña, pastoreo, etcétera, actividades que contribuían al mantenimiento de estos espacios naturales, producen una gran acumulación de biomasa forestal (leña, maleza, pastos abandonados...), dispuesta en muchas ocasiones de forma continua, haciendo estos ecosistemas muy inestables”.

La administración asume que “ante cualquier rayo, descuido, negligencia o causa intencionada se desatan grandes incendios que son difíciles de extinguir”.

¿Hay solución? La Xunta señala que la gestión de estos espacios naturales protegidos, tan castigados este verano por los incendios, “debería pasar por la creación de mosaicos heterogéneos a diferentes escalas”, así como por la “fijación de la población rural, la facilidad para la gestión tradicional y por la mejora de las infraestructuras de defensa contra incendios, que faciliten la intervención en estos grandes incendios forestales”.

Al respecto, el estudio propone varias actuaciones –aperturas y mejoras de pintas forestales– en la Baixa Limia, varias en la Serra do Leboreiro, afectada ahora por este nuevo incendio en el Xurés, un parque natural donde el fuego es recurrente. Arde cada año. Parroquias como San Paio de Araúxo, en Lobios, aparecen entre las de mayor actividad incendiaria y superficie arrasada de Galicia.

En este verano negro, marcado por una sequía prolongada y el calor extremo, con casi 30.000 hectáreas calcinadas en territorio ourensano, han agravado incluso más el problema de protección de los parajes de gran valor en flora y fauna.

En julio, las llamas calcinaron 7.000 hectáreas en Vilariño de Conso, dejando una extensa cicatriz en el parque natural de O Invernadeiro, hogar de ciervos, cabras montesas, corzos, lobos y águilas reales, paraje con especies vegetales como el brezo, los acebos y los robles.

Desde el desastre, la Xunta no ha llegado a precisar cuánta superficie se vio afectada pero, desde el espacio, el satélite Copernicus muestra una enorme extensión teñida de negro.

La cicatriz del incendio de Vilariño de Conso, de 7.000 hectáreas según la Xunta, en el parque natural del Invernadeiro. COPERNICUS SENTINEL

El frente que arrasó decenas de casas, obligó a desalojar a medio millar de vecinos y carbonizó 10.500 hectáreas en Valdeorras, el pasado mes de julio, también afectó al parque natural de la Serra da Enciña da Lastra.

Hace unas semanas, las llamas arrasaron más de 2.100 hectáreas en los municipios de Laza, Chandrexa de Queixa y Montederramo. El daño del fuego en el Macizo Central, que es un espacio protegido de Red Natura, se sitúa en las 10.000 hectáreas este verano.

Despoblación muy acusada

Estas zonas de la montaña de Ourense en las que el fuego es un problema crónico constituyen el interior del interior de Galicia, las regiones gallegas que más despoblación sufren. La pérdida de habitantes en Montederramo, Chandrexa de Queixa, Laza o Vilariño de Conso está entre el 37 y 45% en lo que va de siglo.

La orografía condiciona la extinción del incendio del Xurés. BRAIS LORENZO

Lobeira, donde arde otra vez el Xurés, tiene 769 vecinos, según datos de 2021. En el 2001 había 1.264. La caída es del 64%.