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Jacobo y Daniel, a palazos contra el fuego

Dos jóvenes de Sobradelo, junto con más vecinos, lucharon contra un foco que amenazaba con aumentar y dirigirse hacia sus casas

Daniel y Jacobo apaleando el fuego, en Sobradelo. Brais Lorenzo

Cuando las llamas están a unos metros de tu casa, no hay opción de mirar el reloj para ver si es la hora de comer ni se escatima en el esfuerzo de apalear el fuego lo más fuerte posible. La amenaza es real cuando supone perderlo todo. Lo tuyo, lo de tus progenitores, lo de tus abuelos y lo que se transmitió de generación en generación con un sudor infernal.

El mismo que tienen Jacobo y Daniel, dos jóvenes de Sobradelo, que lucharon contra un foco que amenazaba con prender por encima del cementerio de la zona de Sobradelo viejo. “Es la primera vez en mi vida que cojo una pala”, dice Daniel corriendo, consciente de que cada segundo es vital ante un asesino que no tiene empatía. Sube por un camino empedrado bordeando una casa, salta ante un pequeño desnivel y mira el humo como señal de guía. Cuando llega allí está Jacobo, con una mascarilla para protegerse del humo, unos pantalones largos y negros por la ceniza que desprenden las llamas.

Daniel combate las llamas en lo alto de Sobradelo. Brais Lorenzo

“Si no defendemos esto nosotros, quién lo defiende. Nos dicen que hay brigadas por aquí, pero ¿las veis?”, dice Jacobo mientras se quita la mascarilla para coger más aliento. Abajo, en la plaza de Sobradelo viejo, empiezan a llegar más vecinos conscientes de que las llamas pueden llegar a sus casas. Algunos empiezan a enfriar con agua el perímetro, mientras las llamadas de auxilio a los servicios de extinción se repiten.

“Por fin”, lanza uno de los vecinos. Una motobomba llega y otro de los vecinos se sube al vehículo para organizar la actuación. Mientras tanto los jóvenes seguían apaleando el fuego. Con los refuerzos, Daniel vuelve a bajar corriendo de forma rápida. Se sabe el camino y también donde apoyar los pies en sitio firme para no esnafrarse.

Jacobo camina hacia el fuego para intentar apalearlo y que no avance. Brais Lorenzo

“Me voy a por el otro flanco, que amenaza con ir por allí que el viento está soplando hacia el otro lado y allí está mi casa”, dice jadeando, pero con la adrenalina intacta. Sobradelo apaleó el fuego y miró de reojo a las brasas. Durante la madrugada, los focos se fueron apagando y durante el día una intensa marea de humo cubrió la zona sin dejar ver lo que estaba pasando en las otras laderas de los montes.

Daniel y Jacobo actuaron movidos por el impulso de perderlo todo. Como lo hicieron los demás vecinos de Sobradelo viejo y también de otras aldeas de la comarca de Valdeorras. Ante la falta de medios para atender tanta demanda incendiaria, fueron también ellos los que hicieron de brigadas noveles. La misma imagen se repitió en otros lugares. “No quiero perder mi casa”, sentenciaba Jacobo. Al final, se trata de eso, de no perderlo todo, para no perderse uno.

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