La acusación particular por la joven asesinada en Velle ve una posible responsabilidad civil del Sergas
El abogado se basa en una “falta de seguimiento” del tratamiento pautado al investigado, que llevaba meses sin tomar la medicación

El investigado, Diego R. T., durante el registro. / BRAIS LORENZO

Diego R. T., el presunto asesino de Velle, llevaba varios meses sin tomar la medicación cuando la madrugada del 19 de febrero de 2021 se presentó en la casa de los vecinos y, tras pedir a gritos que le abrieran, atacó a cuchilladas a la joven pareja que estaba en el domicilio. Mató a la chica, A. B. R., de 22 años, y dejó herido de extrema gravedad al varón, Á. B. F. , con el que el investigado tiene parentesco.
La patología psiquiátrica del sospechoso, y el estado de sus facultades cuando cometió presuntamente el crimen, determinarán la resolución del procedimiento penal: si procede una condena de prisión –en el caso de que la justicia vea acreditada la autoría–, o bien un internamiento como medida de seguridad, si se considera que su estado mental justifica la aplicación de una eximente o atenuante de la responsabilidad.
El Instituto de Medicinal Legal de Galicia (Imelga) presentó hace un mes el informe que evalúa las capacidades psiquiátricas del presunto asesino de Velle, así como su imputabilidad, es decir, si tiene facultades para poder ser juzgado.
Los forenses creen que el modo de actuar del presunto asesino antes, durante y después del crimen no permite descartar que hubiera atacado a sus vecinos de manera planificada.
El hecho de que tras el asesinato hubiera intentado deshacerse del cuchillo, e incluso hubiera regresado a casa, hace que los forenses no descarten que hubiera obrado con cierta ideación de sus actos, y no con una alteración completa de la personalidad que suele caracterizar los brotes psicóticos
A Diego R. T. le constan ingresos por problemas psiquiátricos, y cuando ocurrieron los hechos llevaba unos meses sin tomar la medicación. De hecho, el juez decretó su ingreso en la unidad de agudos de Psiquiatría para que reanudara el tratamiento, y de ahí fue conducido al centro penitenciario de Pereiro, donde está desde hace casi un año y medio y donde se garantiza el seguimiento de la medicación pautada.
En el curso de la instrucción, Diego R. T. ha sido evaluado por los forenses, que consideran que su estado mental es apto para ser juzgado. Además, creen que su modo de actuar antes, durante y después del crimen no permite descartar que hubiera atacado a sus vecinos de manera planificada. El hecho de que tras el asesinato hubiera intentado deshacerse del cuchillo, e incluso hubiera regresado a casa, hace que los forenses no descarten que hubiera obrado con cierta ideación de sus actos, y no con una alteración completa de la personalidad que suele caracterizar los brotes psicóticos.

El presunto asesino lleva casi año y medio en prisión. / BRAIS LORENZO
Un psiquiatra testificará
En septiembre declarará en calidad de testigo el último psiquiatra que atendió al ahora investigado. Jorge Temes, el abogado que ejerce la acusación particular en nombre de la familia de la joven asesinada, ha solicitado al juzgado que se dé traslado al Sergas “como posible responsable civil subsidiario por la falta de seguimiento a su sometimiento al tratamiento pautado”, según explica el letrado. Temes indica que el informe de los forenses confirma que Diego R. T. era un paciente que necesitaba “un especial seguimiento”.
A ojos de esta acusación particular, “creemos que era necesario un control de la medicación, un seguimiento eficaz de que estuviese tomando el tratamiento”.
Tras los hechos, el comisario jefe en Ourense de la Policía Nacional, Juan Carlos Blázquez, llegó a manifestar que el presunto asesino estaba “catatónico” y “alejado de la realidad”. Según relató el superviviente, tras pedir a la joven pareja de vecinos que le abrieran la puerta de madrugada, los acometió sin solución de continuidad –primero al varón– armado con un cuchillo, al grito de “voy a mataros”. El chico herido muy grave le dijo a su padre cuando acudió en su auxilio, tras alertarlo por teléfono: “Diego se puso loco del todo”.
El investigado sostuvo ante el juez que nunca salió de casa, sino que se levantó sobre las 4 de la madrugada, se preparó un té e hizo tareas sin dejar la casa. Una versión que desmontaron el superviviente, las evidencias científicas e incluso la madre, en una versión ante la Policía que no será corroborada en sede judicial, porque la ley la exime de declarar. Horas después del crimen, la señora manifestó a los agentes que su hijo la había dejado encerrada después de decirle que salía a matar conejos.
Los policías que acudieron a la emergencia verificaron que había prendas ensangrentadas que el investigado se había quitado en la casa galpón en la que vivía, y vieron que tenía sangre en los brazos. Encontraron un chubasquero, un guante y un pantalón con sangre. El cuchillo del crimen lo encontraron los policías en una finca colindante.
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