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La “ola de la salud mental” eleva las atenciones y la venta de ansiolíticos subió con la pandemia

El jefe de Psiquiatría: “Coincide la vuelta de pacientes tras el COVID con la incidencia normal de patología nerviosa y el ajuste de plantillas”. Los farmacéuticos notaron un repunte de ansiolíticos en 2020 y 2021

Andrea Pérez, técnica de farmacia, con dos medicamentos ansiolíticos. FERNANDO CASANOVA

El golpe emocional del COVID, con meses de confinamiento, aislamiento, restricciones e impacto en la esfera familiar, social y económica, con la pérdida habitando algunos hogares por la muerte de seres queridos –596 fallecidos en la provincia de Ourense, 3.497 en toda Galicia– hizo daño a la salud mental.

La última encuesta del Instituto Galego de Estatística (IGE) refleja que el estado emocional del 36,5% de los gallegos empeoró tras la emergencia sanitaria. En el caso de unas 154.000 personas de la comunidad, se agravó mucho.

Trastornos de ansiedad, problemas de insomnio, fobias, depresiones... La crisis del coronavirus dejó secuelas en algunos ciudadanos. El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Ourense no ha logrado reunir datos para objetivar el impacto del COVID en la salud mental, tomando como referencia la demanda de fármacos ansiolíticos, antidepresivos o hipnóticos, pero varios profesionales consultados confirman que hubo un repunte con la pandemia.

Por otra parte, el jefe del servicio de Psiquiatría del área sanitaria, Luis Docasar, señala que “después de la ola vírica y una vez la pandemia esté por fin superada, la última ola va a ser mental. Hay mucha necesidad de consulta de salud mental”.

"Había gente que lo pasaba verdaderamente mal porque estaba sola, llegando a un cuadro de depresión"

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Menchu Baladrón regenta una botica en Reboredo, al lado del polígono de San Cibrao das Viñas. “La pandemia creó una situación de nerviosismo muy grande, y la venta de ansiolíticos en general se notó más un tiempo después. A los seis meses ya se veía un ligero aumento en fármacos como el trankimazim” [una benzodiacepina con el principio activo alprazolam, que se utiliza para el tratamiento de los estados de ansiedad, en especial crisis de angustia, agorafobia, ataques de pánico y estrés intenso].

En su farmacia, que da servicio a los pueblos de Reboredo y Ponte Noalla, con una población envejecida, observó cómo con la pandemia, en los momentos más complicados, “había gente que lo pasaba verdaderamente mal porque estaba sola, llegando a un cuadro de depresión, porque notaban que cada vez iban a peor”, explica Baladrón.

Desde su experiencia cree que “en un 80% de los casos”, más de dos años después del inicio de la pandemia, la situación de patología mental “se ha cronificado”.

Una farmacéutica con dos medicamentos ansiolíticos. FERNANDO CASANOVA

"La dinámica de 2022 es que vamos a regresar a los valores de 2019"

En cambio, desde su farmacia en la calle Xoán de Nóvoa en Ourense, Carmen Gallardo cree que “se está reduciendo paulatinamente” en la actualidad la demanda de este tipo de fármacos. “El pico en la dispensación de ansiolíticos, antidepresivos e hipnóticos se alcanzó en 2020, con un incremento de en torno a un 10%, el año pasado se empezó a reducir y la dinámica de 2022 es que vamos a regresar a los valores de 2019”.

El miedo a salir, o no poder hacerlo, con el peso de la distancia entre familiares y amigos, hizo mella. La manifestación física del daño emocional eran, en muchos casos, estados de ansiedad o problemas para dormir.

"Como suele suceder con los problemas psicológicos, la factura no es inmediata, como si fuera una fractura, sino que los problemas emocionales van madurando y minando poco a poco, hasta que se notan efectos como la falta de sueño, el síntoma más claro"

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“No tengo datos para apoyar, pero mi sensación es que quizás se ha estabilizado y calmado un poco en los últimos meses, después de una etapa en la que se notó una mayor prescripción de benzodiacepinas para calmar la ansiedad”, apunta Vicente Álvarez desde su farmacia en O Bolo.

Ese repunte se produjo a medio plazo, no justo después del impacto colectivo que supuso la primera ola, con el confinamiento estricto. “Como suele suceder con los problemas psicológicos, la factura no es inmediata, como si fuera una fractura de un hueso, sino que los problemas emocionales van madurando y minando poco a poco, hasta que se notan efectos como la falta de sueño, el síntoma más claro. La gente suele recurrir primero a pedir algún producto que no requiera prescripción, cuya venta también ha aumentado, y cuando no es suficiente acuden al médico para que les recete algún fármaco”, expone Álvarez.

Aporta matices José Luis Muíño, jefe de servicio del centro de salud de A Cuña- Mariñamansa. Fue miembro del comité clínico que asesoró a la Xunta en la pandemia. “Un 20 o un 30% de las consultas son por síntomas psicológicos no relacionados con una patología psiquiátrica grave, pero yo no veo que sea un efecto secundario de la pandemia”, considera.

José Luis Muíño, jefe de servicio del centro de salud de A Cuña-Mariñamansa. FdV

"Que aumente la demanda de ansiolíticos no es un indicador de un mal resultado"

“Es cierto que durante el confinamiento sobre todo hubo gente que lo pasó francamente mal, pero en mi práctica diaria no he observado que la pandemia haya dejado tantas secuelas psicológicas. En mi caso no vi que subieran las ventas como dicen las casas farmacéuticas”, afirma.

“Que aumente la demanda de ansiolíticos no es un indicador de un mal resultado. Los fármacos se prescriben tras un diagnóstico, para aliviar e incluso curar una patología. Han permitido trabajar en comunidad con el paciente una vez está estabilizado y propiciar intervenciones psicosociales. Que nadie deje de tomar un fármaco que necesite”, subraya Luis Docasar.

“Si a causa de la fatiga pandémica hubo más insomnio y aumentó la dispensación de esos medicamentos eso es un buen indicador, porque quiere decir que las personas que necesitaron esos fármacos tuvieron acceso. La atención es integral: a veces un paciente no responde a terapia sin el psicofármaco adecuado, y lo mismo al revés”, sostiene el jefe de Psiquiatría. “Diría que, hoy en día, los fármacos más seguros son los del sistema nervioso central, porque hay un diagnóstico, prescripción y controles”.

Luis Docasar, jefe de servicio de Psiquiatría y Salud Mental del área sanitaria de Ourense. INAKI OSORIO

Su análisis tiende a que “el consumo durante la pandemia no aumentó tanto como podría pensarse, no hubo cifras disparadas. Nuestro presupuesto en psicofármacos en el servicio de Psiquiatría, sin incluir la atención primaria, no ha aumentado más de un 5%”, dice Docasar.

"En primavera y verano los pacientes suelen frecuentar más las consultas"

La situación actual, expone, “es un poco confusa, como en todas las especialidades”, que constatan un retorno de pacientes que durante la pandemia dejaron de acudir, bien porque optaron por consulta telemática, porque se habían desplazado a otros lugares o directamente no recurrieron a la sanidad.

“Está volviendo ese paciente y se une a la incidencia normal de la epidemiología del sistema nervioso central. En primavera y verano los pacientes suelen frecuentar más las consultas. Habrá que esperar unos meses para ver mejor la realidad porque, además, en verano las plantillas se ajustan por las vacaciones y es una época de cierto estrés que luego se normaliza”, señala el responsable de salud mental en el área de Ourense.

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