Tras dos años de parón por la pandemia ayer volvió a las calles de Ribadavia un espectáculo sobre ruedas: la XV Baixada de Carrilanas y el VII Gran Prix Infantil “Sumi”, pruebas que atrajeron una gran afluencia de público en un día caluroso. En esta edición participaron 42 carrilanas de adultos y más de 35 en la categoría infantil. Hubo hasta un competidor llegado del País Vasco y se pudo ver la réplica del robot de una película, Wall.E, que cautivó a grandes y pequeños.

De la flota de ataúdes, el rojo Ferrari. | // IÑAKI OSORIO

La bajada de las carrilanas es una carrera de descenso de vehículos de competición sin motor que se deslizan por las pendientes del casco urbano. Además, incluye un apartado de exhibición de otros vehículos. En este evento se han podido ver algunos que tranquilamente se podían haber usado hace 100 años. Estos carros proceden de la tradición gallega, cuando antaño para fabricarlos se surtían de materiales que proporcionaba la economía de la zona. Por ejemplo, en O Ribeiro llegó a haber carrilanas relacionadas con el vino y con la industria de los ataúdes, una tradición que continúa. De la flotilla de ataúdes ayer se pudo ver uno de color rojo que recreaba un bólido de Ferrari, y otro negro del superhéroe Batman. En 2023 se sumará un tercero, sobre la familia Monster.

Durante dos años, por la crisis sanitaria, este evento no pudo celebrarse. “Nos cortó el ritmo”, apunta José Luis Rodríguez, de la organización, ya que algunos pilotos optaron por no participar y posponer su presencia para la próxima edición. En cada edición iba subiendo la participación. En 2019 hubo 46 competidores y, por primera vez, este año bajó, a 42, “pero el ritmo se recuperará en los siguientes años”.