La Fiscalía y la acusación particular sostienen que un individuo atacó sexualmente a su expareja en enero de 2020, en dos ocasiones –hubo una violación consumada y una tentativa–, después de la ruptura, que se había producido en el noviembre anterior, tras dos años de convivencia.

El encausado, que está en libertad, se enfrenta a peticiones de condena que pueden superar los 30 años de cárcel. Él niega la agresión sexual o que la golpeara, y achaca a la víctima un interés económico en su denuncia. Fue condenado en 2017 y 2020 por estafa y por apropiación indebida. El acusado dice que en uno de los episodios fue ella quien lo agredió por la espalda, arañándolo en la cara.

Los psicólogos del Instituto de Medicina Legal (Imelga) no han apreciado contradicción alguna en la versión de la víctima, y consideran que su sintomatología tras los hechos –ansiedad, insomnio y miedo a encontrarse con el acusado– es compatible con que hubiera sido víctima de una agresión sexual.

Por su parte, los médicos forenses comprobaron que la mujer presentaba erosiones en el codo y en un labio. “No se puede decir que sea imposible que uno mismo se los haga, pero no es lo normal. Son posibles en el contexto de una agresión sexual, en la intimidación o durante la práctica, aunque tampoco es lo más frecuente”, manifestaron los peritos ante los magistrados.

El palacio de justicia de Concepción Arenal, sede de la Audiencia Provincial de Ourense. FERNANDO CASANOVA

El fiscal solicita 14 años y medio de prisión por una agresión sexual, 13 por una segunda tentativa, un año de prisión por maltrato y 16.184 euros de indemnización para la víctima. El ministerio público aprecia contra el acusado la agravante de discriminación por cuestión de género, así como la de parentesco. Por su parte, la acusación particular suma los delitos de acoso o coacciones, y también de amenazas.

La letrada eleva la petición de condena a 33 años de prisión, y solicita una indemnización de 20.000 euros. Las dos acusaciones solicitan medidas de alejamiento y de libertad vigilada durante varios años.

La defensa plantea la libre absolución. A preguntas de su abogada, el acusado achacó a la víctima que ella lo abofeteó en un par de ocasiones. “Es muy celosa”, manifestó, “y tiene prontos y un genio alocado que le duran cinco minutos”, añadió.

Frente a su versión están la de la víctima, que ratificó en el juicio el contenido de su denuncia, así como las declaraciones testificales de la hermana y de la hija de la mujer. La primera, que detalló al tribunal los dos episodios de agresión sexual que le contó la víctima, le recomendó que denunciara. “Le expliqué que nunca iría a menos, sino siempre a más”.

Los delitos contra la libertad sexual han aumentado en la provincia de Ourense un 37,7%

En la primera ocasión, el hombre presuntamente le arrancó la ropa, la obligó a recibir sexo oral, le introdujo dedos en la vagina y le metió el pene en la boca. En la segunda ocasión, presuntamente intentó violarla de nuevo pero, al ver que la víctima tenía un tampón, amenazó con introducirle por el ano el mango de un cuchillo.

La hija de la víctima asegura que en una ocasión salió del cuarto, al oír una discusión, y vio al acusado agarrando a su madre por las muñecas. “Le dije que se fuera y la dejara tranquila”, declaró la joven. La mujer “no quería volver”, pese a los supuestos intentos del varón, esperándola a la salida del trabajo –que compartían– o llevándole flores, confirmó la hermana.

Según la estadística más reciente del Ministerio del Interior (datos de 2021), los delitos contra la libertad sexual han aumentado en la provincia de Ourense un 37,7%, con 73 casos registrados el año pasado (hubo 53 a lo largo de 2020).

En la ciudad, el incremento es incluso más acusado, de un 63,6% (36 hechos en 2021 y 22 en 2020). Esta subida de casos se ve reflejada con un mayor número de juicios en los últimos meses en la Audiencia Provincial de Ourense, donde se sentencian los hechos más graves.