Entrar al restaurante Miguel González, en Pereiro de Aguiar, es sinónimo de una experiencia gastronómica sabrosa, pero también familiar porque el entorno arquitectónico del Hotel Rústico San Jaime simula comedores con todo el encanto rural. Tras el jaque de la pandemia no era fácil el reto de mantener la estrella Michelín que había conseguido, pero su superación se ha visto gratificada con la ratificación de la estrella y de su camino culinario.

Tras esa reafirmación por su apuesta personal, en una aldea de Pereiro de Aguiar, nació Laia, un menú muy personal y con un sello propio. Si su permanente torrija hecha con cointreau y helado de vainilla dejaba el mejor sabor de boca (incluso para repetir plato), el menú Laia ofrece una serie de aperitivos deliciosos que abren la apetencia de seguir sentado y descubriendo sabores. Este fin de semana, un ejemplo.

Lubina, chocos, bacalao, molleja y una fresca mezcla de chocolate para completar el menú más largo y también un reto personal para el propio chef ourensano. Hace poco Martín Berasategui firmaba el libro de honor del restaurante. Le decía que hay que tener “garrote” y señalaba que es “de los cocineros jóvenes más queridos”. Sin duda, su talento en la cocina (junto con el de su equipo) no defrauda en cada servicio.