Donantes de por vida: “Se hace sin pensar, porque nunca sabes cuando te va a tocar”

Loli, Lois y Luis son tres personas que regalan su sangre desde hace más de 30 años | Señalan el carácter solidario de la acción y el “sentimiento de ayudar” siendo anónimos

Lois y Loli, dos donantes que llevan más de 30 años dando su sangre.

Lois y Loli, dos donantes que llevan más de 30 años dando su sangre. / INAKI OSORIO

“Necesitamos sangre, es algo indispensable que no podemos fabricar”, decía María Jesús González, la responsable sanitaria al frente del servicio de donación en el área sanitaria ourensana el pasado mes de enero. Achacaba la falta de existencias de sangre a la pandemia y hacía un llamamiento a la población para que, en un acto de solidaridad, se inscribieran como donantes de sangre o de plaquetas para aumentar las escasas existencias que había.

Los que no fallan cada tres mes son Loli Quevedo, Lois López y Luis López. Los dos primeros lo hacen en la capital ourensana y el segundo en el Barco de Valdeorras, donde vive actualmente. Este último es cero positivo y recuerda que “antes donar no era como ahora, mis padres eran muy conocidos en el Barco porque eran donantes. Antes llamabas a los familiares cuando pasaba algo o necesitaban algunas existencias”. Y recuerda que “tendría 18 años la primera vez que doné y ahora tengo 49 así que toda la vida prácticamente donando”.

Los requisitos para donar es ser mayor de edad y pesar más de 50 kilos. Además hay que certificar que no se padecen enfermedades de transmisión sanguínea y sobre todo tener ese gen solidario que algunos tienen intrínseco y otros se contagian.

“Es raro que falle, ahora con los mensajes o que te llaman los días previas los tienes más controlados. Pero es muy raro que falle, tiene que pasar algo”, dice Luis que va cada tres o cuatro meses dependiendo el calendario. Para él, es un acto “solidario y de ayudar a alguien que no conoces, porque como dice el refranero gallego, ‘haz el bien y no mires a quien”. Luis dice que ser donante le va en la sangre, nunca mejor dicho. El ourensano comenta que “a mi padre la Cruz Roja le hizo un homenaje por todos los años que estuvo donando. Fue en una cena donde se le reconoció con una placa que fui a recoger yo. La verdad es que fue muy emotivo, que te recuerdo por una labor tan buena como esta”.

Luis, un donante en O Barco.

Luis, un donante en O Barco.

De O Barco a la capital

Lois López y Loli Quevedo llevan 30 años sirviendo como servicio público y sanitario. Su sangre se acumula en las existencias de la sede de ADOS en Ourense y no piensan parar hasta la edad máxima, los 65 años. Loli tiene 59 años y empezó cerca de los 30. Lois tiene 54 y su primera donación fue cuando cumplió la mayoría de edad. Sus inicios son distintos. Loli lo hizo con un primo suyo y recuerda que “vimos el autobús y dijimos por qué no, y desde entonces no fallé ninguna cita que me dieron. Pedimos información, hicimos la transfusión y nos fuimos, para después repetir”. Lois recuerda su primera donación en el servicio militar a finales de los 80 y 90.

No conocen a nadie que les hiciera falta sangre para alguna intervención o por alguna enfermedad, pero Loli destaca que “me pasó un caso que me encontré con una amiga de una amiga que me dijo que su marido había muerto por culpa del cáncer y que no dudaron en ponerle todas las plaquetas posibles. Me dijo que alguna pudo ser la mía”. A este respecto, Loli dice que “es para sentirte orgullosa de ayudar a los demás”.

Lois es sanitario y estaba más comprometido con la donación y las actividades voluntarias. El profesional señala que “es algo solidario, pero también necesario porque no se sabe cuando te puede tocar a ti o a alguien de tú familia. Además el ambiente es muy bueno, te cuidan y son profesionales, no hay ningún riesgo y todo está controlado”.

Son tres de los muchos donantes que tiene en nómina la Agencia Gallega de Donación. Hacen una labor voluntaria y anónima, que es esencial para muchos pacientes y sin buscar notoriedad. Solamente, con el objetivo de poder ayudar.

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